Ciro Seisas

Es cierto que los cordobeses tienen más chispa. O menos códigos del tipo "entre bueyes no hay cornadas". Según cómo se lo quiera mirar. En Córdoba capital, el presidente del Concejo Deliberante, Marcelo Cossar, descontó el 10% en las dietas de los ediles de la oposición que faltaron a la sesión del 4 de febrero pasado, en la que se tenía que aprobar el aumento del boleto urbano.

El funcionario municipal cordobés contó que esto también se aplicó a las ausencias de la semana siguiente, porque siguieron faltando. Al edil que lo hizo se le descontó el 20% de la dieta. "Es una cuestión administrativa. Cuando no asiste a una sesión o comisión, sin justificar por escrito (puede ser antes o hasta 72 horas después) corresponde el descuento", graficó, en diálogo con A Diario, por Radio Dos.

Esto nos plantea dos incómodas preguntas: ¿cuánto gana un concejal allá?, para saber así qué impacto puede tener ese descuento.  Y la otra: esta medida que suena ejemplar, ¿está a la vanguardia?

Para correrlo por izquierda, sus colegas del Concejo cordobés podrán decir que Cossar es un demagogo. La certeza es que el legislador, que es elegido por esos seres humanos que llamamos votantes, tiene un compromiso ético que debería superar la disciplina partidaria o la estratagema política.

Supongamos que con eso no alcanza y que están mal pagos. Suponemos mal. En Córdoba un legislador gana 35 mil pesos. En Rosario, por suerte, menos. El salario del presidente no llega a los 33 mil. El resto de sus compañeros está en el orden de los 31.500 pesos. Sin contar asesores o secretarios de bloque. Y sin contar el aumento del 29% que pocos días atrás los empleados municipales aceptaron tras dos días de paro que pudieron ser más. Sí, ellos también son trabajadores municipales.

En Rosario, el título XV del Reglamento Interno del Honorable Concejo Municipal se refiere a la ausencia de los concejales. El artículo 133 no deja dudas al respecto: "Todo Concejal está obligado a permanecer en el recinto mientras dure la sesión y no podrá hacer abandono de él sin el consentimiento de la Presidencia y con autorización del Cuerpo. Si abandonare o se ausentare por breve lapso sin autorización del Cuerpo, el presidente le comunicará que debe reintegrarse al recinto". Esto no siempre ocurre así. Sobran las sesiones en los que ediles se levantan de sus bancas, celular en mano, estén hablando o no. Cuando hay aviso, el faltazo recorre el canal institucional. Los fundamentos son variopintos. A veces, sí, hay problemas o dificultades que pueden tener quienes además de ediles son padres, hermanos, hijos o abuelos. Esos casos no abundan. Los viajes para engrosar currículums en la carrera política, financiados por diferentes organizaciones nacionales o internacionales, privadas o públicas, son más populares entre las explicaciones para el faltazo.

Borrarse sin aviso, según el reglamento del Concejo, es una "falta grave que será sancionada con el descuento inmediato del 10% de su retribución total", dice el artículo nombrado. El 134 señala que "las multas a que se refiere el artículo anterior se harán efectivas por la Presidencia, descontándose de la dieta correspondiente". A las presidencias de los Concejos Municipales no se le conocen tantos enemigos o ediles con bronca por la sanción. Ni aún en la época del "que se vayan todos", que es cuando esta norma que describimos fue modificada.

Es que por encima de las normas están los códigos. Y los códigos mandan. La ética, muchas veces, se ausenta sin aviso.