Que los clásicos son partidos aparte, nadie lo duda. Que importan poco los antecedentes, es relativamente cierto. Pero está claro que Newell’s no llegará de la mejor manera al esperado cruce con Rosario Central del próximo domingo. No solo por el resultado de esta noche en el Monumental, sino además por la producción del equipo de Berti y por la lesión de Lucas Bernardi, que abre un signo de interrogación sobre su presencia ante los canallas.

Lo ganó con justicia River por 1 a 0. El único tanto de la noche lo hizo Carlos Carbonero a los 7 minutos del primer tiempo, cuando había pasado poco pero suficiente como para mostrar las intenciones de la alineación de Ramón Díaz, de presionar bien alto y forzar el error leproso. Eso pasó: la perdió Bernardi ante Carbonero y el propio colombiano definió de palomita luego de que Guzmán le tapara un mano a mano a Cavengahi.



El rojinegro nunca lució la precisión y el volumen que suele vérsele. Quizás cansado por el trajín de las últimas semanas, le faltó dinámica para torcer a Ledesma y compañía, que se hicieron dueños del medio y lograron poner cara a cara a sus delanteros con el Patón, como cuando a los 22’ el arquero se lo tapó a Cavenaghi dentro del área.

Encina, a la media hora se lesionó Bernardi: el volante sintió una molestia y pidió el cambio, lo que dejó al medio sin su panorama (entró Banega, que tiene otras características y encima no estuvo rápido ni fino) y al cuerpo técnico con la preocupación de no saber si lo contará el domingo con los de Russo y la semana que viene con Atlético Nacional.

En el complemento, Newell’s se adelantó y pudo arrimarse con peligro. Sobre todo con la figura del ingresado Trezeguet, que significó la única inquietud en la noche. Pero ese adelantamiento de líneas dejó espacios abajo, que River no supo aprovechar en las tantas contras que tuvo en los pies de Teo Gutiérrez y Lanzini. Así murió el partido, con la impotencia de los del Parque y la intranquilidad millonaria por lo exigua de la diferencia.

Con el pitazo final, el desahogo de un lado (River está prendido) y la ansiedad del otro, ya que en el universo ñubelista ya se recortan nítidos en el horizonte los compromisos más trascendentes de lo que va del semestre: el duelo de la ciudad y el pleito de la clasificación a octavos de la Libertadores con los colombianos de Atlético Nacional.