En nuestra sociedad ha quedado grabada en la memoria de todos sus habitantes, una frase que dijera el Libertador General San Martín, cuando expresó: "Serás lo que debas ser o sino no serás nada". Sin quererlo estaba condicionando al ser humano, para un determinado desenvolvimiento social, en un momento determinado de nuestra Historia.
Marcaba de esta manera, el interés prioritario de la Sociedad, por sobre los gustos y necesidades de cada uno de los miembros que integraban dicha sociedad, impidiendo una verdadera realización de las inquietudes propias nacidas desde su interior.
Pensamiento este perfectamente correcto y lógico en un período de organización Nacional de un País. Había allí un ideal común como lo fuera la formación de una Nación.
Tiene enorme importancia la búsqueda dentro de cada uno de nosotros, sin presiones externas, de ese aspecto del crecimiento individual, no anárquico, que nos pueda llevar a la autodeterminación y la libertad de ser auténticos.
Es la maravilla de la exploración del camino a recorrer, para poder llegar al vuelo hacia la LIBERTAD que hiciera Juan Salvador Gaviota.
Pareciera imposible de racionalizar que durante tanto tiempo transcurrido en la historia de la humanidad y más aun hoy, que se ha dado en llamar la era de las comunicaciones, que el hombre no esté dispuesto a hacer ese pequeño viaje desde su cerebro hasta su corazón, para realmente saber que es lo que quiere ser. Como aun no se ha llegado a crear una verdadera Ciencia del Hombre, éste aun no conoce cuales son sus verdaderas necesidades y cuales son aquellas otras que le son impuestas desde su exterioridad. La incorporación casi forzada desde su afuera, de las cosas no deseadas, se ve facilitada por la inexistencia o debilitada libre determinación, para el verdadero querer ser en la vida diaria, y contrapuesto a su deber ser, impuesto desde todos los ámbitos que lo rodean, en la misma sociedad enferma a que pertenece.
Y no debemos olvidar que cada ser Humano es un Universo, cuya sumatoria sería representativa del Hombre Universal.
Pero no a la manera de hacer estadísticas con esa suma, sino con una interpretación de los valores esenciales que conforman al ser humano, donde deberán estar incorporadas, diferencias e igualdades, así también como el reconocimiento de aquellas cosas buenas y malas. Desde allí deberá partir la elección del lo que debemos hacer crecer y lo que debemos expulsar o suprimir desde nuestro interior.
Por ese camino estarían cada vez menos disociados el consciente y el inconsciente del ser humano, que están en constante pugna en los sueños y en las diferencias existentes entre las palabras vertidas y las acciones realizadas. Temas estos ampliamente estudiados por el Psicoanálisis, y creadoras de enormes conflictos existenciales, por sus propias ambivalencias.
Esto constituye la diversidad a partir de la cual, habrá que extraer las cosas positivas para el crecimiento del hombre y la misma sociedad.
Erich Fromm ha expresado que el carácter social de un pueblo se forma cuando el hombre medio quiere hacer lo que debe hacer. Este carácter social no es verdaderamente representativo del hombre individual y de sus búsquedas, sino que conforman el carácter adaptativo a una sociedad en la cual se trata más de sobrevivir, que de vivir, en continuo y libre crecimiento.
No responde este carácter, al mandato de la biología de que "todo lo que es, tiende a seguir siendo", pues nacen de allí permanentes frustraciones que frenan el proceso.
Se lleva a condicionar de tal manera al hombre, que le hace decir a Ibsen a uno de sus personajes, en Peer Gynt, "el hombre llega a querer hacer solo aquello que puede y debe hacer", privándolo de la hermosa aventura de exploración de la vida y de sus propias posibilidades de desarrollo, que marcan su verdadera libertad de crecimiento y posterior vuelo hacia lo posible, que por supuesto, no sea lesivo para otros seres humanos.
Pareciera que todas estas expresiones fueran tendientes a la generación de una anarquía de la sociedad.
Sin embargo, como ya lo dijéramos, la masificación actual de hombres concientemente adaptados (pero con enormes rebeliones inconscientes, que salen en sus sueños y en muchas de sus acciones del diario vivir), sujetos a lo prefijado por cada uno de los sistemas implantados, va aumentando progresivamente el número de frustraciones, ya desde la misma niñez, que traen aparejadas una seria dificultad para las propias realizaciones.
El condicionamiento adaptativo, ya sea autoritario o "democrático", hecho desde el vértice de la pirámide hacia la base, solo nos otorga un equilibrio inestable, que cada tanto tiende a hacer modificaciones, muchas veces violentas, cuando se llega a extremos en la privación de la libertad para la realización humana, de acuerdo a capacidades y esfuerzos realizados.
Una sociedad futura considerará la posibilidad del hombre de desarrollarse al máximo de acuerdo a su propia individualidad, pero sabiendo siempre que es un SER SOCIAL.
En esta posibilidad de concreción de aspiraciones interiores reconocidas, en ese viaje casi nunca realizado, como ya lo dijéramos anteriormente, desde el cerebro al corazón, se conformará una sociedad con menos frustraciones que devengan en violencia, y tal vez se llegue a mostrar paralelismo entre el querer ser y el deber ser, que en el momento actual de la evolución, marchan por caminos separados, por cuanto el deber ser, frustra al querer ser.
De continuar de esta manera, la degradación del ser humano puede ir aparejada junto al crecimiento tecnológico permanente, pero ello no redundará en beneficio de la Sociedad y de nuestra especie, y aun con riesgo de la desaparición de la vida en el planeta, al cual cada vez se lo respeta menos.
La Tecnocracia puede realizar y crear todo lo que la "inteligencia"es capaz de inventar o descubrir, sin medir muchas veces, si esos inventos o descubrimientos favorecerán el mejoramiento de la condición humana. Suponemos en cambio, que la Ciencia, para ser considerada como tal, debe estar siempre al servicio del Hombre.
De allí que la misma deba estar impregnada de manera permanente, de los principios Éticos que norman el comportamiento humano, para una adecuada convivencia en la vida de relación, donde el pensamiento y las acciones del otro, también tengan validez y jerarquías como las de uno mismo, haciendo que las actuales relaciones utilitarias de la sociedad, se transformen, definitivamente en relaciones verdaderamente humanas.
Esto solo lo resolvemos mirando en el espejo y penetrando en nuestro interior con total humildad, para reconocer en él todo lo que existe, ya sea de manera conciente o aun en nuestro propio inconsciente, muchas veces totalmente ignorado, a veces de ex profeso, por cuanto al reconocer algunas cosas propias nuestras, podríamos sentirnos defraudados de nosotros mismos y tener un soberano susto.
Se deberá buscar siempre la armonía de las cuatro áreas fundamentales de la mente humana, cuales son; El intelecto, la razón, los afectos, las emociones y por sobre todas las cosas, agregando a ellos, el que el Hombre sea siempre depositario de una Ética Universal, que haga saber al mismo que es un ser social, y que no puede vivir aislado o encerrado para sobrevivir.
Nunca se podrá vivir sin el otro o los otros, pues ello conduce a la soledad y a la psicosis. También conviene recordar que la soledad, como lo dice Fromm, no es lo mismo que el estar solo, ya que esto último suele ser tantas veces creativo y productivo, al permitirnos contactar con nuestro verdadero interior para conocernos mejor.