Parece mentira. Y la imagen impacta,claro, no tanto como las de las llamas que asomaban, el 6 de agosto, por ese lugar que hoy es un espacio vacío: el que ocupaba el edificio del edificio de Salta 2141.
La demolición de las dos torres que quedaban en pie finalizó el fin de semana y ahora quedó un hueco que de alguna manera es símbolo de lo perdido, de las vidas que quedaron truncas por esa terrible explosión que quedará grabada para siempre en la memoria de la ciudad.
El regreso a la “normalidad” es lento. Se estima que en un mes se rehabilitaría el tránsito en la cuadra de Salta que va de Oroño a Balcarce, ya que quedan todavía demoliciones pequeñas por hacer y también tareas de apuntalamiento en inmuebles linderos al de la explosión.
Mientras tanto, el destino de ese espacio aún vacío aún es una incógnita: los familiares de las víctimas proponen que al menos haya un sector donde se homenajee a las personas que murieron bajo los escombros.