“Te tengo”. Dos palabras que Jésica Balmaceda no quería volver a leer ni escuchar aparecieron otra vez pintadas en su puerta. Balmaceda es la mujer que denunció 36 veces a su ex marido, Néstor Anchával, por agresión machista. La triste protagonista del primer juicio por violencia de género del nuevo sistema penal santafesino. La víctima de un fallo con sabor a poco. Anchával fue condenado a tres años de prisión por amenazas, desobediencia, violación de domicilio y daño en contra de su familia pero está en libertad porque la sentencia no está firme. Este lunes se conoció una nueva amenaza a Jésica. “En vez de avanzar estamos cada vez peor”, ponderó Nora Giacometto, de la ONG Ampliando Derechos que acompaña a Balmaceda desde sus primeras denuncias.

En contacto con Radiópolis, el programa que conduce Roberto Caferra por Radio 2, Giacometto contó la última amenaza que recibió Balmaceda, dijo que el botón de pánico no funcionó y se quejó de la indiferencia de la policía.

Los hijos de Jésica fueron quienes primero vieron a Anchával: lo ubicaron en una plaza donde jugaban con unos amigos hace unas semanas. Giacometto contó, a partir del relato de los niños, que el hombre dio dos vueltas a la manzana en su moto y luego se detuvo frente a ellos.

Pero lo que sucedió el domingo fue aún más escalofriante. Otro hombre –que no es Anchával pero sí sería de su círculo, según reconoció Balmaceda– tocó a la puerta de Jésica. Ella abrió una ventana para ver de quién se trataba y cuando quiso cerrarla el hombre lanzó un puñetazo. “Quería agarrarla”, señaló Giacometto.

Balmaceda accionó el botón de pánico –continuó la titular de Ampliando Derechos– pero la policía nunca respondió. Recién se acercó un móvil cuando el hijo de una vecina salió a buscar ayuda. Para entonces Jésica ya había visto, otra vez, escrito en su puerta las dos palabras que en agosto del año pasado Anchával le había dejado escritas una madrugada que intentó entrar a la fuerza a la su casa. “Te tengo”.

"Te tengo" otra vez en la puerta de Balmaceda.

Giacometto señaló que esta vez Anchával no habría escrito la frase sino mandado a alguien a hacerlo. Agregó que no es la primera vez que allegados suyos se aproximan a Balmaceda para amedrentarla.

“Cuando salga me va a matar”, había advertido Jésica tras el fallo.