El Real Madrid remontó el derbi madrileño ante el Getafe, el día señalado para el debut de Gareth Bale en el estadio Santiago Bernabéu, que se vino abajo por un percance muscular en el calentamiento y dio paso a un festival físico de Ángel Di María. El rosarino no marcó en el 4-1 pero fue clave para revertir el mal comienzo por la 5ª fecha de la Liga de España.
El día de Bale acabó siendo el del ex Rosario Central. La afición merengue estaba deseosa de ver las cualidades del fichaje estrella pero éste quedó descartado a minutos del esperado momento. El italiano Carlo Ancelotti mandó a la cancha a Isco, que también tuvo una destacada actuación, señala la agencia EFE.
Lafita abrió la cuenta para el equipo visitante, cuando sacó un disparo lejano que se alió con la suerte cuando el balón golpeó en Pepe para desviar su trayectoria y despistar a Diego López.
Pero el balance ofensivo madridista comenzó a basarse en dos futbolistas que hacen todo a alta velocidad: Di María y Cristiano Ronaldo.
El caso del argentino es el premio a la lucha. Cuando sintió que la llegada de Bale le dejaba sin hueco y que su rol cambiaba actuó de forma diferente a Mesut Özil. Encaró el momento y trabajó más fuerte que nunca. Se ganó los minutos y los aprovecha.
Un tiro libre de Di María encontró pasividad en la zaga del Getafe, el remate de Cristiano, la parada de Moyá y Pepe, hoy capitán ante el descanso para Sergio Ramos, en la zona del nueve para empujar el balón a la red.
Empataba con poco esfuerzo el conjunto madridista al que le bastaron unos minutos de alto ritmo para remontar. Frágil el Getafe cuando Di María apareció en todas las jugadas. Hizo lucirse a Moyá con un zurdazo con rosca antes de un penalti por mano de Míchel, en la barrera al tiro libre de Cristiano. El portugués no falló con un disparo ajustado al poste derecho del arquero getafense.
Y más tarde, los minutos mágicos de Isco. Cuando parece que está desaparecido es capaz de cualquier cosa. Comenzó a pedir la pelota, cómodo inventando acciones de toque en corto, que acabaron pisando el área y disfrazándose de Kun Agüero. Como si fuese un delantero le puso pausa al amague, aguantó con el balón cosido al pie y sacó un disparo de rosca imparable para Moyá.
El partido estaba sentenciado pero había un jugador en el campo que siempre quiere más. Es Cristiano Ronaldo. Pegó un tiro en el palo a diez minutos del final y en la última jugada sacó un taconazo al pase de Khedira para convertir el triunfo en goleada.
El día de Bale acabó siendo el del ex Rosario Central. La afición merengue estaba deseosa de ver las cualidades del fichaje estrella pero éste quedó descartado a minutos del esperado momento. El italiano Carlo Ancelotti mandó a la cancha a Isco, que también tuvo una destacada actuación, señala la agencia EFE.
Lafita abrió la cuenta para el equipo visitante, cuando sacó un disparo lejano que se alió con la suerte cuando el balón golpeó en Pepe para desviar su trayectoria y despistar a Diego López.
Pero el balance ofensivo madridista comenzó a basarse en dos futbolistas que hacen todo a alta velocidad: Di María y Cristiano Ronaldo.
El caso del argentino es el premio a la lucha. Cuando sintió que la llegada de Bale le dejaba sin hueco y que su rol cambiaba actuó de forma diferente a Mesut Özil. Encaró el momento y trabajó más fuerte que nunca. Se ganó los minutos y los aprovecha.
Un tiro libre de Di María encontró pasividad en la zaga del Getafe, el remate de Cristiano, la parada de Moyá y Pepe, hoy capitán ante el descanso para Sergio Ramos, en la zona del nueve para empujar el balón a la red.
Empataba con poco esfuerzo el conjunto madridista al que le bastaron unos minutos de alto ritmo para remontar. Frágil el Getafe cuando Di María apareció en todas las jugadas. Hizo lucirse a Moyá con un zurdazo con rosca antes de un penalti por mano de Míchel, en la barrera al tiro libre de Cristiano. El portugués no falló con un disparo ajustado al poste derecho del arquero getafense.
Y más tarde, los minutos mágicos de Isco. Cuando parece que está desaparecido es capaz de cualquier cosa. Comenzó a pedir la pelota, cómodo inventando acciones de toque en corto, que acabaron pisando el área y disfrazándose de Kun Agüero. Como si fuese un delantero le puso pausa al amague, aguantó con el balón cosido al pie y sacó un disparo de rosca imparable para Moyá.
El partido estaba sentenciado pero había un jugador en el campo que siempre quiere más. Es Cristiano Ronaldo. Pegó un tiro en el palo a diez minutos del final y en la última jugada sacó un taconazo al pase de Khedira para convertir el triunfo en goleada.