Tomás Costa era la felicidad personificada. El sacrificado y talentoso volante de Central, una de las figuras del clásico rosarino, no cabía en sí mismo por la alegría desbordante que el pitazo final de Beligoy le provocó, y no se empeñó en ocultarla pese a que por ello no perdió la claridad en el análisis del partido.

“En el primer tiempo fuimos superiores. Habíamos estado tranquilos, claros con la pelota… Habíamos tenido varias situaciones de gol, y sabíamos que no podíamos desaprovechar la primera ocasión que tuviéramos” lanzó Tomy, con el coro de festejos de sus compañeros de fondo. “En el segundo tiempo tuvimos que multiplicar los esfuerzos, porque cuando tenés diez jugadores el rival sale a amorir; pero bueno, supimos responder y salir en ataque” agregó.

“Esta era la mejor forma de volver a estar contentos, y de darle una alegría a la gente. No merecíamos estar donde estamos; temíamos equipo para estar más arriba, y lo demostramos hoy” dijo, ante la consulta sobre la magnitud de este triunfo. Y en relación al diálogo que mantuvo con Arzuaga en los instantes previos a la ejecución del penal, Costa contó: “Sabía que iba a patear él, porque habíamos hablado en la semana y él quería agarrar confianza. Le fui a preguntar si estaba cansado y si quería patear él, y bueno, me dijo que sí”.

Por último, así respondió a la pregunta de un periodista que quiso saber si este domingo a la noche iba a poder dormir: “No creo, je. Ayer dormí tres horas por la ansiedad, y hoy no creo porque primero estoy muy cansado, y después la euforia y la felicidad, y después si nos juntamos a hacer algo para festejar, no creo que pueda descansar bien”.

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Tomás Costa contó sus sensaciones tras el clásico