Que todavía con motivo del Día del Niño o de un cumpleaños las nenas reciban de regalo una plancha de juguete, una batería de cocina o una mini escoba y un secador de piso de su tamaño surte efecto. Es que, lejos de ser simples juguetes son pequeños empujones a seguir cumpliendo un mandato histórico que liga a las mujeres con las tareas del hogar.
Según un reciente informe de cada cuatro adolescentes que colaboran en el hogar, tres son mujeres. Si se discrimina por género, el 41 por ciento de las chicas entre 11 y 18 años hace tareas domésticas, porcentaje que sube al 46 por ciento en los hogares de menos recursos.
Sin embargo, entre los varones de la misma edad, sólo el 15 por ciento realiza alguna tarea en su hogar. Los datos son del Indec, que en la Encuesta Permanente de Hogares del segundo semestre de 2006 preguntó por primera vez sobre las tareas domésticas de cada miembro de la familia.
El Instituto Para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) tomó esas estadísticas y armó un informe en el que denuncia que la discriminación contra la mujer comienza en la infancia y en los propios hogares. "Es otra evidencia que desde temprana edad se adopta la idea de que las mujeres tienen mayores responsabilidades que los varones con las actividades dentro del hogar. En la medida que no se rompa con esta pauta cultural no se podrá lograr que mujeres y varones tengan igualdad de oportunidades en el desarrollo de su vida laboral", dice el informe.
Es así que según el relevamiento son las propias madres las que les asignan a sus hijas tareas domésticas, reproduciendo la pauta cultural. Es decir, ellas mismas provocan la discriminación. Por eso, son las adolescentes mujeres las que primero se levantan de la mesa para lavar los platos, son las que atienden a sus hermanitos menores en los cuidados y la alimentación y más de una vez son las que resuelven el almuerzo y la cena de toda una familia. Y como si esto fuera poco el intenso trabajo dentro del hogar complica la inserción laboral de estas jóvenes.
En tanto, para los especialistas lo importante es marcar la "ejemplaridad". "Que los chicos vean que tanto el papá como la mamá van al supermercado, cocinan, pone la mesa, lavan los platos y se dividen las tareas del hogar para compartirlas. No hay tareas fijas para nadie. Todos hacen todo, democráticamente", señalan los profesionales.
Por último, son muchos los que creen que esa discriminación comienza desde muy chicos. "Con simples actitudes como regalar una escoba a una niña y una pelota a un varón se está diciendo mucho. Es evidente que el mensaje que se reproduce tiene para la mujer un sentido de trabajo, de cumplir con responsabilidades en el hogar más que el varón que recibe un obsequio de pura recreación", manifestaron los especialistas.