Un gabinete con nombres de alto perfil y con espacio para todos los partidos de Unidos. Eje en seguridad, educación y producción. Activo liderazgo en la organización de la persecución penal. Adhesión inmediata a la ley de desfederalización del narcomenudeo y fusión de ministerios de primera línea. Revisión del mapa judicial de la provincia en base a prioridades y carga de trabajo. La posibilidad de buscar la reelección está descartada desde antes de asumir y no se impulsará reforma constitucional al menos hasta el tercer año de gestión. Y eficiencia, la palabra clave que de ahora en más el gobernador electo y sus colaboradores repetirán hasta el cansancio y buscarán aplicar de forma transversal. Esos son los hilos esenciales del gobierno que tiene en la cabeza Maximiliano Pullaro.

El resultado electoral fue inmejorable para Pullaro. Los casi 28 puntos sobre Marcelo Lewandowski le dan acceso a la Casa Gris con un poder enrome. Gobernará cuatro años con amplias mayorías en las dos cámaras y en la Asamblea Legislativa. Cinco de las seis ciudades más importantes de la provincia también serán gestionadas por Unidos, con la excepción de Reconquista. Además, a partir del 10 de diciembre se ampliará el predominio de municipios y comunas medianos y pequeños en manos del frente no peronista. Sólo falta conocer quién gobernará a nivel nacional, pero aún si no fuera a su favor, al menos en términos de acumulación de poder político-institucional, más viento a favor imposible.

Desde el 16 de julio, cuando cosechó más de medio millón de votos y el frente Unidos le sacó 35 puntos a Juntos Avancemos, Pullaro aceleró el trabajo de los equipos de gobierno y esbozó los primeros trazos de un futuro gabinete con nombres incluidos, entre los que seguramente tendrá un papel relevante Jorge Álvarez, a quien designó como coordinador general de todas las áreas.

“Quiero un gabinete de alto perfil, en lo posible de dirigentes que ambicionen llegar a la gobernación”, sostiene el mandatario electo. Puede pasar por una declaración grandilocuente, pero en realidad está avisando que como conductor político de Unidos no buscará la reelección personal –ni siquiera si hubiera reforma constitucional–, pero sí la de su gestión. Mensaje para que tome nota la dirigencia de Unidos, como intendentes de grandes ciudades y legisladores que pretendan sucederlo en 2027. 

El gabinete que tiene en la cabeza Pullaro es multipartidario. Se reservó para manejo propio Educación, Economía, Justicia y Seguridad, Gobierno y Desarrollo Productivo. El resto estará abierto a propuestas y diálogo con los aliados y los sectores internos de la UCR, el PRO y el socialismo, los tres principales. Y a quienes se hagan cargo de una cartera específica promete darles el manejo completo, como tuvo él cuando fue ministro de Seguridad.

El socialismo tendrá presencia en el gabinete (circulan nombres como el de Mónica Fein, aunque le quedan dos años de diputada, Enrique Estévez y algunos otros de menor perfil pero con experiencia de gestión) y seguro habrá una cartera a cargo del PRO. También habrá presencia del sector radical de Carolina Losada, que en las últimas semanas charló en varias oportunidades con Pullaro y ayer, cuando fue a votar, se refirió al gobernador electo en términos muy diferentes al de la campaña..

La premisa del gobernador es que en el primer núcleo de 100 funcionarios políticos del futuro gobierno tiene que estar garantizada la presencia de los 15 partidos de Unidos. A partir de ahí el esquema es similar para llegar a los 600 de piso que se necesitan para manejar el estado provincial.

Ministerios y nombres

El gobernador electo planea fusionar los ministerios de Seguridad y Justicia, está convencido de que deben ser una sola cosa, con una misma conducción. Hay una condición para quien asuma esa cartera: deberá mudarse a Rosario. Su primera opción es un senador que anoche fue reelecto. Si no aceptara, el otro nombre en carpeta es Pablo Coccocioni, abogado, docente de la UNL, muy cercano a Pullaro y responsable del Servicio Penitenciario entre 2015 y 2019.

En el área específica de seguridad, los nombres también son del equipo que lo acompañó como ministro. Coccocioni (en caso de no ser ministro) y Omar Pereyra pican en punta. El ex gendarme era el responsable de diseñar el esquema de trabajo de las fuerzas policiales cuando el ahora gobernador electo era el ministro.

El gobierno no buscará de arranque una reforma orgánica de la Policía. Concentrará esfuerzos en sacar a los uniformados de funciones administrativas y devolverlos a sus tareas naturales, es decir prevención e investigación. El concepto es que el personal civil del área de seguridad es el responsable de resolver las necesidades para que los policías hagan su trabajo: móviles, armas, logística y todo lo que hace falta.

En particular en Rosario, el equipo de seguridad hace tiempo tiene definido el horizonte hacia el cual marcha. Retomará la refuncionalización del antiguo esquema de comisarías por el de seis estaciones policiales, una por cada distrito municipal, que al mismo tiempo serán los puntos de ingreso de detenidos para ser puestos a disposición de fiscalía.

En las próximas semanas, o quizás días, Pullaro ingresará en la Cámara de Diputados el proyecto de adhesión a la ley de desfederalización del narcomenudeo. Pretende trabajarla como legislador para ganar tiempo y tenerla aprobada para cuando asuma el 10 de diciembre, porque entiende que permitirá actuar en la trama capilar de pueblos y ciudades, donde la comercialización minorista complica y deteriora la vida comunitaria. 

Si bien el área de Justicia implica materias mucho más amplias que lo penal, en la situación actual la fusión de los dos ministerios marca la voluntad del gobernador electo de ponerse al frente de la mesa provincial de seguridad –donde confluyen áreas de seguridad y justicia tanto provincial como federal, así como representantes políticos– y de la organización de la persecución penal en conjunto con el Ministerio Público de la Acusación. Hay un dato positivo: los mandatos de las autoridades superiores del MPA abarcan toda la gestión de Pullaro, por lo tanto hay una oportunidad inmejorable para congeniar y trabajar coordinados.

Pullaro llega con la idea de que el Poder Judicial necesita reordenar sus recursos humanos, tener un mapa claro de necesidades y desempeño, carga de trabajo y prioridades. Coincide con una parte no menor de la política santafesina de que el MPA es caro en relación a su eficienca y que la solución no es un ajuste económico, sino un reordenamiento de recursos humanos, jerarquizar necesidades y dotar de empleados la base del organismo antes que sumar más fiscales.

La misma idea aplica al resto del Poder Judicial, que demanda la cobertura de jueces de primera instancia y cámara, a pesar de que no todas las áreas tienen, a entender del futuro gobierno, una carga laboral que lo justifique. Por eso Pullaro insistirá en los próximos días en que el gobernador retire los últimos 48 pliegos de jueces y camaristas que envió a la Legislatura. Pretende tener un mapa preciso de las necesidades y una planificación, antes de seguir sumando cargos de jueces, fiscales y defensores por el solo hecho de llenar casilleros que no necesariamente van a mejorar la respuesta a la demanda demandan a la justicia.

Para el Ministerio de Gobierno Pullaro pensó en Felipe Michlig, uno de los arquitectos del frente Unidos y socio político en el recorrido que llevó al ex ministro al sillón del brigadier. El senador de San Cristóbal fue un armador determinante en el centro-norte, es conocido por la gran mayoría de los actores políticos de la provincia y sus años en la Cámara alta le dan el conocimiento para el ida y vuelta con la Legislatura. Pullaro ya le hizo la propuesta y Michlig, que acaba de ser reelecto en su departamento, quedó en responder una vez que pase la elección. 

Para el área de Educación, Pullaro tiene cuatro nombres de los que saldrá el o la responsable de la cartera educativa. La radical santafesina Carolina Piedrabuena, que fue secretaria administrativa del ministerio en tiempos del Frente Progresista, es la única mujer. Los tres restantes provienen del ámbito universitario. Albor Cantard y Darío Maiorana, ex rectores de las universidades del Litoral y de Rosario, respectivamente, y José Goyti, ex decano de la Facultad de Humanidades de la UNR. De todos modos se espera que los cuatro, más allá del cargo específico, estarán en el equipo ministerial.

Dos desafíos centrales que Pullaro le pondrá a quien lidere la cartera: hacer realidad los 180 días de clases efectivos, lo cual supone una tarea delicada en múltiples frentes y temáticas, y “devolver a los docentes la capacidad evaluatoria”, que en la práctica implica dar marcha atrás con el sistema de aprendizaje continuo.

En Economía, el nombre cantado es el de Pablo Olivares. Pullaro ya lo sumó a sus últimas visitas a sectores productivos, la Bolsa de Comercio y reuniones con equipos de trabajo de Unidos. El economista tiene pertenencia partidaria, formación técnica y política, fue funcionario del área durante los gobiernos del Frente Progresista y segundo en el ministerio entre 2015 y 2019. 

La otra novedad que traerá el gabinete es la conjunción en un mismo ministerio de Producción e Infraestructura, probablemente bajo el título de Desarrollo Productivo. Sobre quién estará a cargo no se dieron pistas firmes. Pullaro pretende que se haga un censo de infraestructura. La idea de reunir ambas áreas en una misma cabeza marca la orientación que se le buscará dar a la inversión en energía, rutas, acueductos y conectividad. Para el resto, estará el clásico Ministerio de Obras Públicas.

En tanto Salud, Desarrollo Social, Cultura, Trabajo, Ciencia y Tecnología, Ambiente están sujetas a definiciones. Probablemente no todas esas áreas sigan siendo ministerios. A partir de hoy habrá negociaciones con los socios de Unidos. Son tres meses de transición y Pullaro pretende ganar ese tiempo para asumir el 10 de diciembre con los equipos sabiendo qué y cómo hacer su tarea.

Fuera del gabinete, el diputado nacional del PRO Gabriel Chumpitaz será la persona de confianza del futuro gobernador en el Congreso nacional, mientras que en la Legislatura provincial Fabián Bastía argumenta y defiende las posiciones del bloque que comanda Pullaro desde que este se puso el traje de candidato. En el Senado, el más cercano es Lisandro Enrico.

Justamente Fabián Bastía, en los debates legislativos en torno a los pliegos para la Justicia, es uno de los que más instaló lo que el pullarismo pretende que sea la palabra clave de la futura gestión. “Acostúmbrense porque la palabra eficiencia de ahora en más la van a escuchar muy seguido”, dijo el diputado en la última Asamblea Legislativa, lo que le valió alguna ironía de la vicegobernadora Alejandra Rodenas.

Pullaro desestima un ajuste generalizado en las cuentas de la provincia, aunque sabe que asumirá con números en rojo. Entiende que el Estado provincial gasta miles de millones de forma ineficiente e injusta, y que eso se subsana con planificación y reorganización de los recursos. 

Al plan de gobierno que Pullaro tiene en la cabeza ahora le falta saber si encaja en la realidad de diciembre próximo, con un proceso electoral de alta incertidumbre en el medio, inflación de dos dígitos mensuales y una situación económica siempre al límite.