Una pareja de uniformados del Comando Radioeléctrico (CRE) de Rosario, que ya se encuentra detenida por graves episodios de violencia institucional y corrupción, sumó una nueva acusación por hechos que datan de mayo pasado.

La nueva imputación refiere a un procedimiento originado por un desorden familiar en barrio Ludueña al que fueron convocados Verónica Rebec (42) y Héctor Mendoza (48), los efectivos en cuestión. Lejos de atemperar la situación, cometieron varios tipos de abusos institucionales, como amenazas, golpizas, la inserción de declaraciones falsas en el acta y hasta plantaron un arma, expusieron este jueves los fiscales José Luis Caterina y Gonzalo Fernández Bussy.

Al término de la audiencia la jueza Valeria Pedrana prorrogó la prisión preventiva hasta el 10 de marzo de 2023.

Los fiscales imputaron a la uniformada Rebec por haber lesionado el 9 de mayo a Leila Q. (33) y a la madre de esta, Patricia T. (55) cuando la menor de las mujeres mantenía una discusión con su pareja, Miguel L., en una casa de Arévalo al 6000 y un llamado al 911 alertó sobre el incidente.

El móvil de Rebec y Mendoza llegó junto personal de la Policía de Acción Táctica (PAT), y separaron a la pareja. Como Leila Q. estaba agresiva, los efectivos subieron al hombre a un patrullero para llevarlo a la comisaría a que dejara constancia de lo ocurrido.

Miguel L. dijo que no quería hacer la denuncia y Rebec sacó a la mujer por la fuerza de la camioneta con la ayuda de su colega Mendoza. La empujó contra el móvil y Leila Q. golpeó la cabeza contra el móvil y cayó al piso. Cuando intentó levantarse, Rebec arremetió otra vez, la agarró de los pelos y le golpeó la cabeza contra el pavimento, describió la acusación el accionar.

Leila Q. quedó tirada en el piso y los uniformados se fueron. Como pudo la mujer se levantó, buscó a su hija –de 13 años–, unos medicamentos y se fue a la casa de su madre, ubicada cerca. A pocos metros, se topó otra vez con el móvil de Rebec y Mendoza. Cuando la agente la vio, se bajó furiosa, la tomó del brazo, le dobló la muñeca y le destruyó el celular al grito de: “Denunciame, puta, y así te van a encontrar, muerta”.

Al lugar llegaron otros tres móviles que encubrieron el entuerto, remarcó la Fiscalía. Uno de los agentes le reprochó a Rebec que la violencia utilizada era innecesaria y llevó a Leila Q. a la comisaría 12ª, distante 300 metros. La hija de Leila quedó sola en la calle.

Una vez en la dependencia, Leila le preguntó a Rebec por su hija y recibió insultos. Rebec se le acercó y amagó con golpearla, lo que fue evitado por personal de la comisaría. A todo esto, su madre de Leila Q. se enteró y fue a la seccional en busca de su nieta y para saber qué pasaba con su hija.

Patricia se topó con la uniformada que le dijo: “A mí qué concha me importa tu nieta. En cuanto me sigas jodiendo te armo un expediente. ¿Querés ir vos también adentro?”. En eso la niña de 13 años llegó a la seccional en estado de shock y se encontró con su abuela, la cual siguió pidiendo información sobre su hija.

En un momento, apareció Mendoza y le dijo: “¿Vos qué estás buscando? ¿Qué te meta presa, que te arme un expediente y te deje presa meses acá adentro?” Un sumariante le hizo seña a la mujer para que saliera y afuera apareció Rebec que la escupió, le pegó un pechazo, la empujó y golpeó, siguieron enumerando los fiscales la lista interminables de apremios cometidos por los oficiales de Justicia cuyo deber es prevenir estas situaciones.

Horas más tarde, Leila Q. quedó en libertad, aunque le informaron que tenía iniciada una causa penal por portación de arma de fuego. Los dos uniformados, Rebec y Mendoza, dejaron asentado en el acta policial que le secuestraron un revólver calibre .32 largo entre la ropa.

Lesiones leves agravadas por haber sido abusando de su función como miembro integrante de la fuerza de seguridad, abuso de autoridad, falsedad ideológica, portación ilegítima de arma de fuego de uso civil y amenazas simples, fueron los delitos imputados a Rebec.

Su pareja laboral y sentimental, Mendoza, sumó delitos por falsedad ideológica por cuanto fue la otra persona que suscribió el acta de procedimiento cargada de aseveraciones falsas; y amenazas simples.

Sed de mal 

Rebec y Mendoza se encontraban en prisión preventiva desde mediados de agosto, imputados por otros atropellos cometidos en zona norte.

Uno data del 12 de junio de 2021 mientras patrullaban Cavia al 1700 y se cruzaron con un vecino que dijo “al final van y vienen todo el día al pedo”.

“Por qué no va y hace la denuncia”, le respondieron, para luego bajar del móvil y ponerse a discutir.

En un momento, el vecino entró a su casa, y sin razón justificable, dijo la Fiscalía, los vigilantes lo siguieron y entraron al domicilio. Como querían llevarlo detenido, el hombre se aferró a una silla. Al instante aparecieron familiares y vecinos indignados.

Lejos de descomprimir lo que ya era un desaguisado, los agentes convocaron refuerzos con la excusa de un “procedimiento en curso”. Hubo todo tipo de violencia física, describió el fiscal Fernández Bussy. El hecho de que los filmaran, puso más violentos a los policías.

Afuera la casa –continuó el fiscal Caterina– la oficial Rebec efectuó disparos, previo amenazar, con una escopeta antitumulto hacia un grupo de personas. E hirió a J.A., en su pierna izquierda, y a A.G., en la nariz y en la pierna derecha. La secuencia quedó filmada, material citado como evidencia por la Fiscalía.

El forcejeo derivó en detenciones ilegítimas. No hubo secuestro de elemento de peligrosidad alguno y todos fueron a parar al calabozo de la comisaría 10ª. Para justificar el procedimiento, llenaron de declaraciones falsas el acta, señalaron los fiscales.

Por encima de la ley

Los siguientes sucesos, del 17 de marzo pasado, ubicaron a la dupla patrullando en inmediaciones de Tres Sargentos y Talcahuano, de barrio Nuevo Alberdi.

Minutos antes de las 22, AK., de 16 años, y su amigo SR., de 18, sufrieron el robo de una bicicleta en el que agresor disparó sobre la pierna de la mayor de las víctimas. Al parecer, tanto los adolescentes como el victimario vivían cerca. Tras el ataque, AK. corrió en busca de auxilio a la casa de la familia del joven herido.

Al lugar llegó el móvil del CRE con Rebec y Mendoza, dijo el fiscal José Luis Caterina. Lo relatado por el fiscal describe escenas de descomposición social. El ladrón salió del pasillo con el revólver plateado y frente a los policías gatilló contra el pibe de 16. Las balas no salieron. Luego apuntó el arma al suelo y salieron dos disparos. “Todo delante de la autoridad prevencional”, remarcó el funcionario del Ministerio Público de la Acusación (MPA).

Los vecinos les pidieron que actuaran, pero no lo hicieron. Alertaron que todo comenzó por el robo de la bicicleta, la que señalaron porque estaba en el pasillo tirada, continuó el fiscal.

En eso, salieron familiares, parientes o conocidos del agresor para amenazar y golpearon a los familiares de las víctimas. Un hombre se desplomó por fierrazos en la pera y en la cabeza que le propinó un hermano del sindicado ladrón en el pasillo.

“La fuerza policial, a la luz de los testigos, estaba liderada por la dupla Rebec-Mendoza. Pese a todo lo relatado, continuaron sin intervenir en la situación, que se tornaba cada vez más violenta”, señaló el fiscal.

A esa pasividad, se sumó que cuando les pidieron que hicieran algo, los policías solicitaron 50 mil pesos. Les dijeron que era su trabajo, pero los policías explicaron sin ningún pudor “que sin una orden no se podía entrar, pero que si entregaba el dinero, sí podían entrar y detener al agresor”.

Al final, allegados trasladaron por propios medios al chico baleado y al hombre atacado a fierrazos al Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria. Esa noche no hubo detenidos.

Rebec y Mendoza fueron detenidos el martes 9 de agosto en la comisaría 10ª, de Darragueira 1158, en la zona norte por personal de la Agencia de Control Policial (ACP). Al mismo tiempo, allanaron la casa de Hilarión de la Quintana al 1400 donde encontraron una pistola 9 milímetros en un ropero, la cual no era la reglamentaria que portaban los policías al momento del arresto.