Esta semana, Elisa Carrió pasó por Santa Fe después de recorrer más de cuatro mil kilómetros en el norte de Argentina y movió todas las estanterías de la política. Le bastó con una conferencia de prensa y esta entrevista exclusiva para dejar un reguero de pólvora encendiendo a la militancia adversaria que no le tolera su frontalidad ni sus métodos acusatorios. Cada paso, acelerador a fondo y boca picante.

En esta charla hay frases que llegaron a oídos de la dirigencia de todo el país: “Milei puede ser peor que Hitler”, entre ellas. Bastó su difusión para que reciba llamados de todo el arco político argentino.

Después de la conferencia de prensa, donde dinamitó puentes de acercamiento marcando límites para las alianzas preelectorales, logró sentarse en un auto para emprender el regreso a Exaltación de la Cruz, su lugar en el mundo y dialogar con un tono pausado y amable pero llena de advertencias. ¿No tiene códigos? ¿Es un disparate lo que hace? ¿Por qué sus acusaciones no tienen un correlato judicial condenatorio? ¿Cuánto miente Carrió? ¿O dice cosas que a la justicia no le conviene investigar?

Usted es muy dura con la dirigencia, ¿cómo regresa después del viaje?

—Me quedo más tranquila, porque en el fondo yo no estoy más en la política activa pero soy responsable de toda la nación hasta el día que me muera. La sociedad no está iracunda como muestran las redes, está silenciosa, pero no está con ira, que era mi preocupación porque cuando uno escucha los medios de Buenos Aires o las redes. El problema es que cuando la sociedad entra en ira se enferma, y cuando se enferma vota enfermos, vota psicópatas.

En tiempos de crisis la población demostró en el mundo la atracción por los proyectos extremos como Trump, Marine Lepen o Jair Bolsonaro

—Esa es la amenaza. La amenaza es el autoritarismo, la pérdida de toda libertad y buscando un orden falso votan a un autoritario. El problema es que después votan a dictaduras de las que no saben como salir o votan psicópatas. Miren Putin o Alemania, antes de la entrada Hitler, se sentía humillada por la inflación, por la indemnización, estaban muy resentidas sus clases medias. Hasta los judíos votaron a Hitler: judíos alemanes que terminaron en Auschwitz.

Patricia Bullrich o Mauricio Macri creen que Javier Milei puede tener respuestas para los problemas argentinos.

—Este chico sabe mucho de economía y no sabe nada de nada más. Incluso hable con gente que estuvo en la universidad con él: no se relaciona con nadie, tiene miedos. En su argumentación, el anarcocapitalismo llega a lugares impensables desde lo humano. Por ejemplo, la venta legal de órganos. Es un genocidio lo que plantea ¿Qué es la venta legal de órganos? Que los pobres vendan sus órganos sanos, a veces drogados, por dos pesos a los ricos que necesitan órganos en todo el mundo. En consecuencia a esto, ya lo planteaba Julia Kristeva, esto es un crimen de lesa humanidad, entonces tengamos cuidado porque el chico puede saber de economía pero puesto a presidente esto puede ser Hitler y lo digo en serio. Puede ser peor todavía, porque el chico no tiene equilibrio emocional, no tiene templanza.

Los abuelos y los padres tienen que tratar de mostrarles a sus hijos y a sus nietos como arribaron al poder por ejemplo el Duche, como arribó Hitler. Van a ver que en la repetición y en la crítica a todo el sistema están los fundamentos del acceso a dictaduras a las que después no se puede salir. Él no está solo, detrás de él hay grupos que están operando en todo el mundo, grupos muy poderosos de extremos religiosos incluso, que están tratando de generar un orden mundial profundamente autoritario no inclusivo contrario a los DDHH y de eliminación de pobres. Porque cuando alguien me dice a mí, que compitan todos y que gane el que pueda, me está diciendo que este es un país para el 10%, el 90% no entra ahí. ¿Qué va a hacer el 90%? Bueno, va a ser liquidado. Darwinismo social, la supervivencia de la especie.

—¿Cuál es su rol hoy en la discusión política?

—Mi papel en este momento es unir Juntos por el Cambio y también tranquilizar a la sociedad y decirle la verdad: ¿vamos a estar peor? Si ¿tenemos que pasarlo? Si ¿tiene que terminar su mandato Alberto Fernández? Si ¿tenemos que hacer elecciones libres y disputadas con boleta única? Si. Juntos por el cambio se tiene que unir y está unido, yo lo garantizo a algunos lugares, más allá de las discusiones banales que algunas veces se dan. Así que vuelvo contenta y, además, andar en auto, visitar los pueblos y ver las rutas, me gusta. Esto es conocer el país, yo le recomendaría al resto de la política que recorra pueblo por pueblo, ciudad por ciudad, toda la nación, sobre todo los que quieren ser presidentes. Conocer una nación y amarla es transitarla en serio, no en avión.

—Usted está en Santa Fe, un distrito que tiene severos problemas. Por qué el Gobierno Nacional no protagoniza el combate contra el narcotráfico?

—Si, es terrible. El problema es que la ruta 34 tiene impunidad política desde hace años. Recorrí desde Rosario de la Frontera y me topé solo con un control. Esto no es responsabilidad de Gendarmería, es la política la que le prohíbe a Gendarmería estar en la 34 y esto está claro desde hace años. Entonces, como la ruta 34 termina en Rosario y la nueva vía de la droga va de Bolivia a Paraguay, Paraguay a Argentina (vía Resistencia) y viene por la 11. Cuando a mi me dicen vamos a recurrir a gendarmería y me la ponen en Rosario; la verdad es que me están tomando el pelo. Acá puede pasar cualquier cosa.

—¿Conviene mirar para otro lado?

—Mirá, voy a decir algo que… también soy responsable. Evidentemente acá, uno de los grandes responsables del crecimiento espectacular y de haber convertido en la ciudad de la muerte a Rosario es Bonfatti. No todo el socialismo, no Lifschitz, él recibe esta provincia. Yo tampoco puedo ser falsa, no puedo culpar a Perotti de lo que vengo viendo desde hace 20 años. Ahora, también soy responsable de algunos dirigentes, como Pablo Javkin, que yo sabía que eran cobardes frente a la droga, porque nunca se animaron, porque las únicas denuncias que existen son las mías, porque algunos diputados o diputadas nacionales me dijeron: “yo tengo miedo, me rallaron el auto”. Pero hoy Rosario no puede vivir, no puede vivir.

—¿Puede contagiar Rosario su esquema de narcocriminal en todo el país?

—El problema de la droga es que territorializa. Por ejemplo, un lugar totalmente territorializado por la droga, por la producción es Santiago del Estero, ya es impenetrable. Ahí no se habla de banda porque la banda ya está en la política, ¿está claro? En algunos casos pactaron con ellas y, a ver si se entiende, con el narcotráfico no se pacta. El día que un político pacta con el narcotráfico o quiere llegar a acuerdos, le acribillan la casa. Esto es así, manual de narcotráfico.

—¿En Buenos Aires es distinto? ¿En Capital Federal?

—Si, te digo como va de acá. De acá va a Moreno, sale por San Lorenzo, sale por el puerto, ahí está la denuncia de la hidrovía que el juez federal Carlos Vera Barros algo tiene que hacer, le dimos toda la documentación. Hicimos la denuncia con Lucila Lehmann, la primera diputada que tengo que tiene ovarios para enfrentarse. Le digo a Bonfatti y al “otro” que no la toquen, que no la toquen.

—¿Por qué la pueden tocar?

—Porque están desesperados, saben que son responsables. Y si voy a juicio no me preocupa, en primero uno es responsable político y segundo hay pruebas.

¿Hay pruebas?

—Sí, hay pruebas. Es una cuestión de gravedad institucional terrible, tienen una ciudad sitiada, pero pueden sitiar otras. Los aviones vuelan, van, vienen. Ceres es un escándalo. La ciudad más rica (por Rosario), yo la amo y que no me digan: “viene de Buenos Aires” porque yo gané dos presidenciales, mi bisabuelo es de Santa Fe, mi padre estudió en la Inmaculada, mi tía en Adoratrices, mi madre se recibió en Filosofía y Letras. Yo desde que tengo uso de razón vengo a Santa Fe, no me vengan a mentir, no le mientan a la sociedad. Hagan algo en serio, y usen Gendarmería, en serio, porque está muy complicada la política y está muy complicada la policía.

El presidente argentino, sea quien fuese, ¿tiene herramientas reales para pelear contra el narcotráfico?

—Si, si quiere. Hay una parte de Gendarmería que está dispuesta, el tema es que, en los niveles de jefatura de la fuerza y de jefatura la connivencia política tienen límites. Yo he escuchado, de gente que ha estado a cargo. Por ejemplo, gendarmes u oficiales que estaban en el asentamiento 1-11-14 decían “el problema es que nosotros descubrimos el paco y cuando llega arriba se callan”. Ahí está la complicidad política, porque no te olvides también que con el lavado de dinero se financian campañas políticas.  .                  

Mario Caserta, funcionario del peronismo de Buenos Aires en los 90 que participó activamente con Carlos Menem fue condenado por eso

—Exacto, recogía dinero narco para la campaña del 89. El famoso acuerdo del Norte que significaba también la construcción y liberación de la Ruta 34. Entraba a Buenos Aires a través de Alberto Bujía, que era el secretario privado de Duhalde, después los matan. El que recaudaba era Caserta. Pero, además, yo estuve en EEUU con el fiscal que investigó el BCCI y él tenía la declaración donde explicaba que el 80% de la campaña del 89 se pagó con dinero del narcotráfico a través del BCCI. En su momento, en la comisión de lavado teníamos la documentación.

—Frente a este panorama regional, es muy difícil para una provincia pelear contra un fenómeno tan desarrollado.

—No, no. Santa Fe es una provincia poderosa, hay que enfrentarlo porque acá son bandas. El tema es la política. Esto no es una cuestión menor, esto es una situación muy complicada y hay que liberar a Rosario de esto. Y no se hace con declaraciones, ni saliendo en los diarios, hay que tener huevos, no hay que tener miedo. Organizar esto con una parte de la fuerza Federal que puede, que es Gendarmería e Inteligencia, con el resto no se puede. Con Prefectura no se puede.

—¿Usted cree que hay dirigentes que no pelean contra esto?

No, no. Son cobardes. Yo los insté mucho a luchar con la droga y no tuve resultados. La primera diputada que lo hace, y ahora lo hace sin fueros, es Lucila Lehmann. Por eso la sociedad debería reconocerla y protegerla. Yo le digo a Bonfatti: “La tocan y me van a encontrar a mí”.

—¿En la pelea Alberto vs. Cristina hay alguien bueno y alguien malo?

—No, se van a juntar todos el año que viene, no les crean. En segundo lugar, lo mejor que nos puede pasar es que termine Alberto, porque sino entra Cristina. Los que me dicen “hay que destituirlo”, “si, que entre Cristina”: Yo les digo: “con la alianza con Putin, no”. Acá, por eso, las buenas repúblicas sostienen a los peores presidentes. Ya queda poco. Todo el PJ se va a reunir con el que mejor mida.

—¿Puede aparecer otro nombre?

—Si, yo te diría que hay que esperar hasta fin de año. Tanto para Juntos por el Cambio como otros. Todo esta muy confundido, los aspirantes están muy apurados. En un contexto con tantas privaciones para la nación esto no es bueno. No están calmando a la sociedad, no están conociendo sus problemas, hay demasiada ambición de por medio y esto no es bueno. No es bueno para los propios candidatos, pueden ser erosionados en los próximos 6 meses.

—¿Y usted que rol va a ocupar?

—Estoy en estado “gracioso”, estoy en la política y no estoy en la política. Pero voy a ser responsable hasta el día que me muera. Ya se verá, pero si para mantener la república y los principios algo tengo que hacer, lo voy hacer.

—Usted afirma que en la Argentina se le pide a los chantas que actúen como estadistas, pero la gente sigue votando chantas. ¿El estadista argentino existe?

—No. No hay un candidato que sepa ni siquiera de geopolítica. Se extraña mucho a Frondizi.

—¿Usted ya eligió a su candidato presidencial en la temporada 2023?

-No tengo ni la menor idea. Mi candidato a presidente se llama José Coronado, es un actor español, que es el actor de Vivir sin Permiso, es churrísimo, tiene 65 años, debiera convencerlo que venga a la Argentina, ya que vamos a tener inútiles al menos que tengamos lindos (se ríe). Estoy enamorada de José Coronado así que lo voy a votar de presidente. Ahí está mi candidato.