El Banco de Japón (BoJ) decidió hoy elevar la tasa de interés de referencia desde 0,50% hasta 0,75%, alcanzando su nivel más alto en tres décadas, un hito desde 1995. La medida, ampliamente anticipada por los mercados, forma parte de un proceso más amplio de normalización de la política monetaria tras años de tasas cercanas a cero o negativas para combatir décadas de estancamiento económico y deflación.
La decisión fue tomada de manera unánime por la junta del BoJ y responde a señales de mejora económica, incluyendo una inflación subyacente sostenida por encima del objetivo del 2%, que se ubicó en torno al 3% en noviembre, según datos oficiales. El gobernador Kazuo Ueda indicó que, aunque todavía se mantienen tasas reales negativas, la economía japonesa está mostrando una recuperación más firme y los precios requieren de ajustes monetarios más tradicionales.
Históricamente, Japón mantuvo tasas muy bajas durante décadas para estimular el consumo y la inversión en un contexto de envejecimiento de la población y baja demanda interna. Bajo la gobernanza de Ueda, el BoJ comenzó en 2024 un lento pero sostenido proceso de subida que refleja la salida gradual de esa era de políticas ultra laxas.
Impacto en Japón
Si bien este aumento es modesto en términos globales, tiene efectos directos en varios frentes domésticos. Por un lado, encarece el financiamiento para consumidores y empresas, moderando la demanda interna. Por otro, se observa una depreciación del yen frente al dólar, lo cual puede presionar los costos de importación y la inflación interna a futuro.
Además, los rendimientos de los bonos del gobierno japonés a 10 años subieron a su nivel más alto en décadas, reflejando el ajuste de expectativas de tasas más altas y un signo de crédito más caro para el Estado.
Repercusiones globales
Más allá de Japón, los mercados globales han reaccionado a la noticia con una mezcla de cautela y entusiasmo. Las acciones y bonos mundiales mostraron movimientos positivos, con avances en índices clave de Asia, Europa y Estados Unidos, dado que la subida era ampliamente esperada y percibida como un paso hacia la estabilidad macroeconómica global.
Sin embargo, expertos financieros advierten sobre posibles efectos secundarios, como la reconfiguración de carteras de inversión internacionales y la posible repatriación de capitales japoneses desde mercados externos, reduciendo la demanda por bonos extranjeros. Esto podría generar presiones alcistas en las tasas de interés globales si Japón absorbe más inversiones internamente.
Asimismo, aunque la subida de tasas es comparativamente modesta frente a otros bancos centrales del mundo, el hecho de que Japón modifique su postura después de tantos años envía señales relevantes a los mercados financieros internacionales sobre tendencias inflacionarias y políticas monetarias en economías desarrolladas.

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