Como una muestra más de la precaria y decadente estructura que sostiene el sistema judicial santafesino, en la audiencia de este miércoles contra Ariel “El Viejo” Cantero y otros 21 acusados de integrar una asociación ilícita por ejecutar balaceras, entre otros delitos, llamó la atención la presencia de un abogado: Néstor Antenucci, quien a su vez está imputado como responsable de un resonado ataque a balazos en 2018 contra el comercio de Juan José Concina, por entonces secretario de Newell's.

Antenucci es el defensor legal de Nelson Aguirre, alias Pandu, jefe de una subestructura del grupo que comandaba el histórico líder Los Monos, y otros cinco implicados más.

El abogado se presentó en el trámite formal porque aún dispone de su matrícula. Fue detenido e imputado por el ataque de once tiros contra el local Chevrocon de Mitre al 2300, vinculado al dirigente leproso Juan José Concina, en septiembre de 2018.

Los balazos en el frente del comercio en 2018 (Alan Monzón/Rosario3.com).

Si bien Antenucci aún no fue condenado (la audiencia preliminar sería este año), al abogado le encontraron pruebas contundentes de su conexión con el hecho en el procedimiento realizado en Mitre al 1700, a seis cuadras del local atacado.

Por orden del fiscal Matías Edery la Policía incautó vainas calibre 9 milímetros en el interior de su casa y una en su auto. Además, se halló la otra mitad del papel que utilizó para dejar la amenaza al secretario leproso.

El abogado estaba vinculado al ambiente de Newell’s, ya que integraba una de las organizaciones políticas. A los investigadores les llamó la atención la claridad de la prueba recolectada antes de la audiencia.

En octubre de 2018 fue imputado por el delito de amenazas doblemente calificadas y portación ilegal de arma de fuego. Estuvo con prisión preventiva efectiva durante un mes y luego una semana bajo arresto domiciliario.

Después de eso, fue visto en el Coloso del Parque y entonces Antenucci fue incluido en el programa Tribuna Segura. No pudo volver a ingresar al Marcelo Bielsa.

Sin embargo, continúa en ejercicio de la profesión tres años y medio después y forma parte de un juicio más que sensible para Rosario, una ciudad atravesada por la violencia, la inseguridad y demasiadas irregularidades en sus instituciones.

En otras palaras, es demasiado violento para ir a la cancha pero no para ejercer el derecho en el Centro de Justicia Penal.