La familia estaba de casamiento y el abuelo quiso sumarse al trencito. El tema es que lo hizo con tanta energía y descontrol que terminó por acercarse demasiado a una de las invitadas que formaba parte del festejo. No conforme con el primer intento, fue por el segundo.

A simple vista, se trataría de un "apoyo" intencional del nono, sobre todo si se tiene en cuenta que la muchacha lo miró con cara pocos amigos y decidió salirse de la fila para continuar el trencito en otra parte.

El abuelo picarón se llevó una sonrisa y siguió bailando como si nada.