20 de junio de 1973. Perón regresa al país tras dieciocho años de exilio. Mientras, en el hotel Internaciona de Ezeiza, el gérmen de la violencia, asoma sus planes. Ése es el marco en el que se desarrolla la obra Agentes del desquicio, que se presenta los sábados de junio, julio y agosto a las 22, en La Morada Teatro, San Martín 771 PA.

Frente al palco en el que debía hablar el ex mandatario, se organiza  un dispositivo de seguridad que tiene como finalidad detectar infiltrados comunistas en el movimiento peronista, para sacarlos de juego.

Y la acción de la apuesta transcurre en una de las habitaciones del hotel, devenido en un centro de detención y tortura, en la que irrumpe Leonardo Favio. El cantante, según contaría después, salva la vida de ocho jóvenes detenidos.

“Dimos con un reportaje a Favio en la revista El descamisado donde él relata que se enteró de las detenciones y acudió”, señala Pablo Fossa, director de la obra.

La trama trabaja sobre esa anécdota, pero también se sirve de la estética del realizador en sus películas.

El trabajode investigación previo a la escritura, que comparten Fossa y Juan Pablo Giordano, incluyó otros documentos de la época, como la revista El caudillo -”el órgano de la Triple A”- y bibliografía relacionada con la Masacre de Ezeiza.

Los protagonistas son Almada, un policía retirado; Almirón, un militar separado del ejército y Aguirre un chofer de sindicato. El cuarto personaje es Gutiérrez, una joven militante universitaria sospechada de ser una infiltrada.

“La figura de Lopez Rega está presente en el relato, aunque sin nombrarlo”, explica Fossa. “También revelamos la brutalidad de la doctrina francesa y cómo algunos textos señalan que hubo patrullas en el predio que mataron a militantes”, completa.

La obra tiene una carga dramática, aunque también incopora elementos del grotesco: “ Cuando escuchás discursos de esa época, hoy te resultan bizarros”.

Lo grotesco pasa por una idea que el autor ubica al borde lo imposible: “Ése razonamiento de qué hacer con el que piensa distinto y cómo mediante la violencia se sojuzga al otro”.

Justamente, la obra desnuda una violencia mecanizada que se esbozó en ese episodio y que después se convirtió en una cuestión de Estado.

“Cuando tirás el hilo de la historia ves cómo las técnicas de represión se ensayaban desde tiempo antes”, apunta el director, al tiempo que destaca que la intención no es "dar una clase historia sobre el episodio", sino daramatizarlo.

“Además, la obra pone de manifiesto la importancia de la reivindicación de los derechos humanos y que hay otros mecanismos, como el diálogo, para entenderse con el que piensa distinto”

La obra cuenta con las actuaciones de Cecilia Lacorte, Jorge Ferruci, Ariel Hamoui y Gustavo Di Pinto; el vestuario es de Ramiro Sorrequieta y la producción de imágenes audiovisuales corre por cuenta de Prometeo Producciones.