Ana Pada atiende el teléfono y pide demorar la charla. Antes, explica los motivos, tan personales como privados. Una hora más tarde, la cantautora atiende desde Paysandú y, entre risas, explica que su teléfono “está por quedarse sin baterías”. “Te paso el fijo”, anuncia. Al fin, la tercera resulta la vencida.

La vocalista presenta el sábado 10 de agosto a las 21.30, en La Comedia, Mitre y cortada Ricardone, las canciones de su último disco Soy Otra, el álbum que cierra la trilogía iniciada con el debut Soy Sola (2006), y que continuó con Soy Pecadora (2009).

Antes del show en Rosario, la cantante dialogó con Rosario3.com. A borbotones, como le salen las palabras y las historias, avanzó sobre la presentación en la sala local, las canciones del disco, su presente, y hasta de la “crisis” que supuso la llegada de las cuatro décadas.

“Me encanta ir a Rosario, es una ciudad a la que me iría a vivir”, avisa, más relajada y con la charla avanzada. “La idea es mostrar el disco completo y también hacer las canciones que ya veníamos haciendo. Pero también vamos a cambiar otras que creo que tienen que ver más con el show y que suman. Así que, además de las que la gente pide, se vienen sorpresas”, anticipa Prada.

—¿Por qué elegiste ese título, «Soy Otra»?
—Un poco es por la trilogía de Soy Sola y Soy Pecadora. Y otro poco, el título viene de una de las frases del último tema del disco, que compusimos con Queyi (cantante española) que dice «otra pecadora sola». Es como ir de atrás para adelante, enumerar los discos. Y cierra con la frase, también de Queyi que dice «me estoy desaconstumbrando de mí» (sic). Un poco como jugar con la autorreferencia en los títulos de los discos que, después, no necesariamente son tan autorreferentes. Esto de ponerle «Soy» a los tres discos es un poco fuerte.

—Hay algo de humor en eso, entonces
—Sí. Y además, fue un disco en el que me permití, junto con Ariel Polenta, que es el arreglador y el director artístico, poner lo que creímos conveniente a las canciones, más allá de encasillarlas en un género. Soy Otra apunta a que todo este proceso de trabajo, a lo largo de los años y de los discos, me han hecho replantearme. Hay canciones que hablan de eso, de qué ha pasado a mi vida y si esto es lo que realmente quiero.

—En «No te podría quitar» cantás «Quisera ser la de antes, dejar que el sueño me lleve»
—Sí, es una canción hermosa, quizás medio tristona, la única así en el disco, que habla un poco de eso. La compuse en mi departamentito Buenos Aires y un poco se pregunta eso. ¿Esto es lo que yo quería de mi vida? No sé si me imaginaba, a mi edad, que ya he pasado los 40, haciendo este trabajo y esta vida, que no cambiaría por nada del mundo porque soy feliz, pero este trabajo me ha llevado un poco a mirar este camino. En el campo se dice «no te puedo quitar lo que no te puedo dar». Si yo no puedo darte la vida que quieres, no puedo impedir que te la busques por otro lado. Es por ahí un poco el dicho.

—En cada disco trabajaste con distintos productores. ¿Qué cambios escuchás, con el álbum ya terminado?
—Con Carlos (Casacuberta) fue distinto porque yo tenía dos o tres canciones compuestas y él es como que se hizo cargo, empezó a tirar de ese hilo musical y emocional. Trabajó conmigo muchos aspectos, junto con Elvira Rovira, que era la otra pata del proyecto. Después, con Matías (Cella) yo ya había hecho un recorrido y ya vivía de la música, y un poco él, también, se hizo cargo de lo musical. Soy Otra es un disco donde tengo más claro hacia dónde quiero ir y quizás es la seguridad que te da el público, la prensa, la familia. Esa seguridad me ha hecho sentir más libertad.

Es un disco que me gusta mucho, sobre todo porque ha sido muy desprejuiciado y he escuchado un poco a dónde va cada canción. Es un disco que terminamos casi antes entrar al estudio en el que no he podido parar para componer, o irme a La Paloma, o venirme al campo (Paysandú). Estuve trabajando hasta antes de entrar a grabar, entonces, entramos al estudio con las canciones muy frescas y me gusta mucho cómo han crecido con el trabajo de Ariel. Es un disco orgánico y es lo queríamos para poder tocarlo con la banda.

—Hablás de un cierre de ciclo, de un compromiso mayor con las canciones y de preguntarte si esto es lo que querías.¿Hay alguna relación con la llegada de las cuatro décadas?
—¡Por supuesto!, como todo cambio de década. Es como que yo empecé con la crisis de los 40 a los 37 (risas). Como que me anticipaba, así cuando llegaban, ya estaba preparada. Pienso que más que con el calendario, tiene que ver con los procesos de la vida. A mí me sentaron bien. Creo que después de grandes porrazos que me ha dado la vida, me siento más fuerte, como mejor plantada. Por lo menos sé lo que no quiero, aunque viste que uno va cambiando.

—¿Qué te inspira más a la hora de componer, el amor o el desamor?
—Y es un poco las dos caras de la misma moneda. Uno no puede vivir sin amor. Y tampoco se puede estar con desamor. Podrás estar con nostalgia, con tristeza. Pero creo que sería terrible, como seres humanos gregarios que somos, vivir vacíos de amor. Siempre el amor y el desamor son móviles para escribir. Y un poco en este disco, eso de preguntarse «qué he hecho con mi vida», tiene que ver con ser otro. Con ser ese otro que los otros creen que uno es, pero no es. Y en el amor pasa eso. Uno pone cosas en el otro que son una ilusión, que ni siquiera le pertenecen al otro. Y creo que va por ahí. Ahora, en relación a la pregunta, creo que más el desamor, porque todo hecho artístico tiene una función catártica. Cuando uno anda triste, tocar canciones o escribir canciones te alivia el alma. Mientras que cuando estás feliz, capaz que estás tan contenta que ni tiempo tenés para sentarte a escribir.

—¿Y por qué una tapa en blanco para «Soy otra»?
—Es que adentro tenía tanta foto que me parecía más sobrio. Me gusta eso de ir descubriendo ese jueguito implícito de ser otro. Y por eso hicimos el librito, dividido en tres partes que te cambiar el personaje. Un poco inspirado en el Vista su muñeca. Quería un disco en donde haya fotos, que no pasa en los otros dos. Y esto tiene que ver con la crisis de los 40, pensé, todavía me las puedo sacar, después no sé qué va a pasar (risas). Hasta ahora, más o menos, la vamos llevando.