Una forma especial de violencia en el ámbito escolar se instaló en los últimos meses, en diversos lugares del país. Se trata de la agresión entre chicas a la salida del colegio o en medio de peleas callejeras que incluyen golpes de puños, patadas y ataques con elementos cortantes. En casi todos los enfrentamientos, hay una causante común: la víctima es considerada “linda” por el resto de las compañeras y por eso se la agrede. En la mayoría de los casos el hecho llega hasta la denuncia policial, a la asistencia médica y psicológica, incluso al cambio de escuela para poner freno al maltrato.

El último episodio registrado fue jueves 1° de octubre, cuando una adolescente fue golpeada por la espalda en la ciudad de Paraná mientras repartía las invitaciones para su cumpleaños de 15. Como consecuencia de la feroz golpiza, la menor sufrió la fractura de su tabique nasal, además de presentar golpes y moretones en diferentes partes del cuerpo.

Una tía de la menor indicó que la “patota de chicas” que agredió a su sobrina está conformada por jóvenes que tienen alrededor de 17 años, y dijo que la golpearon “por ser linda” y por estar “bien vestida”.

El 18 de septiembre, en la localidad bonaerense de Villa Celina, una chica denunció que sus compañeras de colegio la golpearon “por celos”. La alumna aseguró que mientras le daban la brutal paliza, sus compañeras le decían que eso le pasaba “por ser linda”. Un mes antes, en la ciudad de Corrientes, tres alumnas del colegio Arturo Frondizi, agredieron a golpes de puño a una chica del mismo curso porque la misma razón; y en abril, en San Isidro, una joven de 15 años recibió el mismo maltrato por parte de sus compañeras que le incriminaban el hecho de ser “demasiado linda y concentrar todas las miradas masculinas”.

Para los especialistas, en los grupos juveniles se traduce lo que sucede en el resto de la sociedad. La escalada de violencia encuentra en las escuelas y calles aledañas su máxima expresión y las que han tomado la posta de las peleas callejeras –antes patrimonio exclusivo de los varones– son las adolescentes que no dudan en apelar a cualquier recurso con tal de manifestar su rechazo e intoleranci. hacia quien consideran en algún punto, superior o mejor a ellas, en este caso, por la belleza física.

“Por las características de estos hechos, podría decirse que se trata de una muestra más no sólo de violencia, sino también de intolerancia hacia la persona que por alguna razón es distinta", explicó a Rosario3.com, Raquel Gioffredo, psicóloga y mediadora educativa. En tanto, aclaró que si bien las conductas masificadas son típicas de la adolescencia, “son un indicador de lo que también se aprende dentro de cada hogar”.

En relación a la actitud que toman los adultos frente a estos hechos, Gioffredo señaló que "son pocos los que cuando se los cita para hablar por estos comportamientos violentos asumen alguna responsabilidad". "Por lo general, se resisten a creer que sea verdad, aseguran que sus hijos no serían capaces de semejante cosa, sin tener en cuenta que los chicos cuando están en grupo tienen actitudes que en soledad, en su casa y rodeados del grupo familiar, quizás jamás se les ocurrirían”, abundó.

Para la especialista se trataría de un comportamiento “primario o primitivo”, no sólo porque el golpe reemplaza a la palabra, sino por la causa que lo motiva. “Agredir a otra mujer por la simple razón de que es linda, o porque es considerada más linda que el resto, es inconcebible, porque ni siquiera se la cuestiona por sus ideas o su forma de ser, sino por sus atributos físicos”, afirmó, y remarcó que "es tan discriminatorio como segregar o atacar a un compañero porque es gordo, o de baja estatura, o tiene el de cutis trigueño”.

La exhibición de la pelea

Los episodios de violencia se repiten y las nuevas bandas de chicas adolescentes abandonaron el rol de componedoras que tenían en otras épocas, cuando intercedían entre los varones para impedir que se pelearan. Quizás fue en busca de la igualdad de derechos con el otro género, que terminaron imitando algunos rasgos del histórico modelo masculino. Antes, solían dirimir sus diferencias con la palabra, pero las piñas eran cosa de varones.

En contrapartida  a eso, protagonizan las riñas que terminan muchas veces en la comisaría y el hospital, mientras que los compañeros varones se limitan a filmar la gresca para luego subirla a internet y poder multiplicar el mensaje.

“No sólo golpean y lastiman a alguien indefenso, en inferioridad de condiciones y a plena luz del día, sino que ante la falta de límites y controles sociales, se jactan de mostrar y exhibir esas conductas por Youtube”, describió Gioffredo y apuntó a la importancia de la imagen, las redes sociales y los medios electrónicos, como componentes esenciales del código adolescente.