Pablo es chofer del 35/9 pero este martes pasó de colectivero a rescatista en cuestión de segundos. En el camino, lo perdió todo: vivía con su mujer y su hijita de seis años en uno de los departamentos de pasillo aledaños al edificio de Salta 2141. La explosión la destruyó por completo. Cómo volver a empezar después de la tragedia.
En diálogo con A Diario, el programa que conduce Alberto Lotuf por Radio 2, Pablo contó cómo vivió el estallido que sacudió Rosario. Se encontraba con su esposa en la esquina de Salta y Oroño cuando tembló el piso y todo se vino abajo; habían dejado a la nena en la escuela, cursa el preescolar en el Normal 2.
Sin pensarlo, Pablo salió corriendo en dirección a su casa: vivía en el segundo departamento de una propiedad horizontal. Allí vio a su vecina del tercero, una señora anciana, “parada en medio de los escombros, gritando llena de polvo”.
“Me metí, no lo pensé”, recordó el colectivero visiblemente emocionado. No sólo salvó a su vecina, Zulma, sino también a la mujer que todos los días la acompaña; incluso a su pequeño perro. Pudieron salir por la parte de atrás de la casa que desemboca en la playa de estacionamiento de La Gallega. Justamente por allí, Pablo les indicó a los bomberos que podían acceder a la zona destruida. “Estaban desorientados”, señaló en referencia al primer destacamento de voluntarios que cayó en la escena.
El día después
Empezar de cero. Pablo, que tiene 38 años y trabajó toda su vida para construir un hogar con su familia, lo perdió todo. Su casa había quedado reducida a un montón de escombros y cenizas. Con todo, sostuvo que lo que lo mantiene en pie es su hija. La sola idea que el estallido podría haber ocurrido en otro horario, con la pequeña aún en la casa, hace que a Pablo se le corte la voz.
La primera noche –contó– la pasaron de unos familiares. Pero no fue hasta la mañana tal vez que alcanzaron a dimensionar la tragedia. No obstante, rescató la ayuda de amigos, los llamados para saber de su familia, la mano tendida.
“De tener todo, nos quedamos sin nada. Mi vida estaba ahí, todos mis esfuerzos, mis proyectos”, lamentó entre lágrimas y señaló la difícil tarea de hacerle entender todo eso a su hijita. “Fue su cumpleaños la semana pasada y me pedía por juguetes que ni alcanzó a disfrutar”, dijo.
Advirtió que por el momento desde la Municipalidad aún no recibieron ningún contacto.