Como todo el mundo sabe una siesta luego del almuerzo es una costumbre saludable de muchas países latinoamericanos, heredado de algunas naciones europeas. Los efectos saludables de estos descansos, de no más de una hora luego de la comida, vienen siendo estudiados desde hace tiempo, con resultados diversos.
Por ejemplo, estudios antiguos mostraron que la siesta podría incrementar –en forma leve- el riesgo de sufrir un ataque cardíaco. Sin embargo, trabajos más recientes y precisos mostraron una relación totalmente opuesta.
De hecho, un reciente estudio epidemiológico, realizado sobre una población estudiada de más de 23.000 griegos que practicaban la buena costumbre de la siesta diaria, mostró un resultados completamente diferente: se comprobó que quienes descansaban en forma cotidiana tras su almuerzo, tenían un riesgo de sufrir un episodio cardíaco fatal del 37%.Mientras tanto, quienes dormían la siesta en forma ocasional, tenían una reducción del riesgo del 12%.
El trabajo –que se publicó en la revista “Journal of Applied Physiology”– fue realizado por los médicos Mohammad Zaregarizi, Ben Edwards, Keith George, Yvonne Harrison, Helen Jones y Greg Atkinson, del Liverpool John Moores University en Gran Bretaña.
Y los profesionales estaban interesados en entender mejor el proceso fisiológico implicado en este sueñito post-comida. Para eso postularon en el trabajo que “una de las razones de este efecto benéfico es que la siesta parece provocar cambios en la presión arterial”.
De hecho, se sabe que –durante el sueño nocturno- hay cambios profundos metabólicos que hacen que disminuya la frecuencia de latidos del corazón y la presión arterial. En base a eso, es posible hipotetizar que la disminución en la presión aliviane la tarea cardiaca y eso disminuya el riesgo de sufrir un ataque fatal.