¿Entrenamos el ejercicio o entrenamos el juego? ¿Los entrenadores se pasan fragmentando el juego o logran entender la globalidad del mismo? ¿Porqué se separa ataque y defensa cuando el juego es uno sólo? Éstos y más interrogantes estuvieron presentes en las largas conversaciones entre Gabriel Heinze y Juan Manuel Lillo durante los primeros días de diciembre en Rosario.
Lillo, entrenador español que viene de dirigir Millonarios de Colombia, referencia absoluta en el pensamiento sistémico vinculado al fútbol y una de las dos personas que más influyó a lo largo de su carrera a Josep Guardiola, estuvo en Rosario otorgando una conferencia. Allí también asistió Heinze. El encuentro concluyó con largas charlas y con un vínculo que perdura en la distancia mediante consultas e interpretaciones vía teléfonos móviles.
Casi sin saberlo, Heinze logró comprobar que Lillo fue una de las principales referencias para que Gerardo Martino, en el último Newell´s campeón, decida inculcar ese tipo de ideas. Coincidente con el modelo de juego que se quería implementar en el club leproso, el entrenador español debe ser mencionado por todo aquel que quiera expresar el “juego de posición”.
Heinze se deslumbró con los planteos de Lillo sobre el juego, el fútbol argentino, metodologías de entrenamiento. A su vez, Lillo se deslumbró de Heinze por su actitud y convicción para ser “el entrenador del futuro en Argentina”, en palabras del propio DT español. Lo cierto es que compartiaron encuentros y entre otros invitados a las reuniones entablaron largas conversaciones sobre como partir desde el “todo” y no desde las “partes” en un modelo de entrenamiento para un equipo de fútbol.
Cuenta Fritjof Capra en su libro "Sabiduría Insólita" que el antropólogo Gregory Bateson hablaba siempre de relaciones. "Si tuviera que describir el mensaje de Bateson en una sola palabra, el término que utilizaría sería "relaciones", era de lo que siempre hablaba". La relación debería constituir la base de toda definición; la forma biológica es un conjunto de relaciones, más que de partes, y así es también como funciona el pensamiento humano; en realidad, solía decir, es nuestra única forma de pensar.
Bateson definía la historia como un "conjunto de relaciones formales dispersas por el tiempo" y esto era lo que se proponía en todas sus conferencias, desarrollar una red de relaciones formales a través de una colección de historias. Tanto Bateson como Lillo (para volver a hablar de su conferencia que dio a Rosario organizado por el grupo Ekipo y por el Instituto Universitario del Gran Rosario) enfocan un determinado tema desde múltiples ángulos, tejiendo una y otra vez distintas variantes del mismo, aglomerando historias.
Resultaba fascinante observar esta forma de comunicación pero muy difícil de seguir. Al néofito, incapaz de seguir pautas complejas, el estilo de presentación de Bateson a menudo le parecía pura divulgación dispersa, pero era mucho más que eso. La matriz de su colección de historias era una pauta de relaciones coherente y precisa. Los hilos que iba hilando a lo largo de una conferencia acababan por reunirse en forma de red. Los concurrentes a la conferencia de Lillo así lo sintieron.
Juan Manuel Lillo es un seguidor absoluto del fútbol argentino, admirador de la literatura de Dante Panzeri y del fútbol del pasado. Conoce formaciones y jugadores de épocas con brillo en Argentina, leyó una y otra vez la colección completa de las revistas El Gráfico. Amante del juego del pasado, a su vez es una de las principales citas en actuales libros sobre el juego. Josep Guardiola lo nombro junto a Johan Cruyff, como principales referencias en su carrera profesional como entrenador.
Lillo complementa la visión melancólica del pasado del fútbol argentino con una apreciación teórica y práctica del fútbol del presente. Sus equipos así lo expresaron en Real Sociedad, Almería, Dorados de México y Millonarios de Colombia, entre otros. Le gustaría dirigir en Argentina como expresó en una entrevista a Gonzalo Bonadeo hace algunas semanas mientras Lillo se paseaba por Buenos Aires aceptando todas las solicitudes de encuentros. Así pasaron César Luis Menotti, Fernando Signorini, Ezequiel Fernández Moores, Mauro Navas, Leonel Gancedo, Hermes Desio con el que fue a observar un torneo juvenil en Corral de Bustos en Córdoba, entre otros.
"Lo bueno que en Argentina, queda sentimiento. Socialmente nos hemos ido alejando de lo esencial, para pasar a la dictadura de lo accesorio. Y en el mundo del fútbol, en los lugares donde no ha habido tanto crecimiento relacionado a lo que podemos llamar riquezas, podemos rescatar algo más cercano a lo que es la esencia del juego", sostuvo Juan Manuel Lillo en su estadía en Argentina.
Hasta hoy, no ahorra elogios a su nuevo amigo. "Heinze te demuestra su calidez y su personalidad desde el inicio. Traza una raya y si te pone de su lado no te soltará jamás. Es de este tipo de personas. Hablamos mucho y eso para mi es muy gratificante". La relación entre Heinze y Lillo representa la pasión y la dedicación de dos personas vinculadas al fútbol que intentan crecer día a día. El primero como futuro entrenador, formándose para alguna vez comenzar su aventura como DT. El segundo preparándose para una nueva aventura (posiblemente en el fútbol argentino) que le permita, tal vez, expresar su encanto por el fútbol de este país y vincularlo con sus experiencias como entrenador.


