Con la complicación que implica el paro de taxis –los choferes realizaban una medida de fuerza de 24 horas por el asesinato de un chofer–, a lo que se sumaba el del transporte interurbano, la zona de la terminal de ómnibus se convirtió, al decir del periodista Pablo Procopio, en el “festival del temís trucho”.

Es que, ante la necesidad de muchos pasajeros que llegaban a la ciudad, los abrepuertas de las paradas de taxis se encargaban de buscar vehículos alternativos para que los llevaran.

Según dijo uno de los changarines a Radio 2, eran remises habilitados. Pero no era lo que parecían a simple vista: autos viejos, en malas condiciones y algunos de dimensiones pequeñas iban de a poco desagotando la larga cola que se había formado a la mañana.

Los pasajeros, ante la necesidad de trasladarse y las dificultades de buscar un colectivo con las valijas a cuestas, daban su conformidad. “Con esto al menos se soluciona”, dijo una mujer. “No queda otra”, expresó.

Otra mujer, oriunda de Mendoza, fue quien mejor reflejó lo que pasaba: “Este chico (por el abrepuertas) está consiguiendo remises o algo así”.