A propósito de los casos de
Ricardo Fort y
Carlitos Nair Menem –ambos adictos a la morfina, el último internado por una sobredosis–, el médico psiquiatra especialista en adicciones Eduardo Calina explicó cómo comienza el camino, muchas veces sin retorno, hacia la drogadicción. Sostuvo que hay personalidades más predispuestas que otras y señaló que la más demandante de todas las drogas es el tabaco. “El adicto es un esclavo”, enfatizó.
En diálogo con A Diario, el programa que conduce Alberto Lotuf por Radio 2, el profesional explicó que es común que luego de un accidente o enfermedad de mucho padecimiento el paciente quede preso de la morfina. Y es que los opiáceos hacen desaparecer, al menos por unos minutos todo atisbo de dolor e incluso disminuyen el malestar. Funcionan como analgésicos.
“Los estupefacientes producen un estado nirvánico, de exaltación, de total estupidez; de allí el nombre `estupefaciente´”, abundó y añadió que una vez que el cerebro aprendió algo nuevo, es muy difícil hacérselo olvidar. “Lo demanda y lo demanda. Y así la persona queda esclava de una situación”, enfatizó el psiquiatra.
Advirtió, no obstante que no todas las personas responden de igual manera al mismo tratamiento: entra en juego entonces la carga genética del paciente y su personalidad.
“En el cerebro tenemos neurotransmisores, algunas tienen un significado muy especial por las reacciones que producen, la sustancia química del cerebro que tienen que ver con sensaciones lindas o placenteras es la dopamina y hay quienes nacen con un déficit de dopamina; entonces cuando se topan con las drogas piensan que encontraron la solución de su vida”, explicó.
Además de pacientes con patologías graves y dolorosas, Calina indicó que por el tipo de trabajo que realizan –de mucho estrés, continuamente entre la vida y la muerte– los médicos y los enfermeros muchas veces caen presos de estas adicciones. “Sobre todo los anestesistas y quienes trabajan en las terapias intensivas”, precisó.
De este modo, puso de relieve que quienes llevan adelante funciones o tareas de mucha responsabilidad, son más propensos a caer en adicciones al concebirlas como falsas válvulas de escape a sus tensiones diarias. Y si a eso se agrega una personalidad complaciente, el resultado puede ser fatal.
En diálogo con A Diario, el programa que conduce Alberto Lotuf por Radio 2, el profesional explicó que es común que luego de un accidente o enfermedad de mucho padecimiento el paciente quede preso de la morfina. Y es que los opiáceos hacen desaparecer, al menos por unos minutos todo atisbo de dolor e incluso disminuyen el malestar. Funcionan como analgésicos.
“Los estupefacientes producen un estado nirvánico, de exaltación, de total estupidez; de allí el nombre `estupefaciente´”, abundó y añadió que una vez que el cerebro aprendió algo nuevo, es muy difícil hacérselo olvidar. “Lo demanda y lo demanda. Y así la persona queda esclava de una situación”, enfatizó el psiquiatra.
Advirtió, no obstante que no todas las personas responden de igual manera al mismo tratamiento: entra en juego entonces la carga genética del paciente y su personalidad.
“En el cerebro tenemos neurotransmisores, algunas tienen un significado muy especial por las reacciones que producen, la sustancia química del cerebro que tienen que ver con sensaciones lindas o placenteras es la dopamina y hay quienes nacen con un déficit de dopamina; entonces cuando se topan con las drogas piensan que encontraron la solución de su vida”, explicó.
Además de pacientes con patologías graves y dolorosas, Calina indicó que por el tipo de trabajo que realizan –de mucho estrés, continuamente entre la vida y la muerte– los médicos y los enfermeros muchas veces caen presos de estas adicciones. “Sobre todo los anestesistas y quienes trabajan en las terapias intensivas”, precisó.
De este modo, puso de relieve que quienes llevan adelante funciones o tareas de mucha responsabilidad, son más propensos a caer en adicciones al concebirlas como falsas válvulas de escape a sus tensiones diarias. Y si a eso se agrega una personalidad complaciente, el resultado puede ser fatal.