Aunque nadie duda que la obesidad es una enfermedad, y que los obesos necesitan atención médica tanto como cualquier otro enfermo, en Rosario ningún hospital público cuenta con un servicio acondicionado para recibir pacientes con esta patología y cada vez que deben atender en forma ambulatoria o internar a alguno de ellos, sus familiares deben suplicar a los médicos que los reciban y le brinden atención. En Santa Fe se diseñó el Programa provincial de Obesidad para tratar la problemática, sin embargo a la hora de buscar una cama en un centro de salud público para atender la hiperobesidad o cualquier patología que se desprenda de ella todos estos enfermos inician un interminable peregrinaje.

Tal como ocurrió con Gustavo Moreno, el hombre de 41 años hiperobeso que tras varios intentos logró ser internado en el hospital Provincial, muchos otros pacientes viven idénticas experiencias cuando requieren hospitalización.

“El problema de fondo es en la Salud Pública municipal no contamos con la infraestructura necesaria para atenderlos", admite el director del Área Alimentación Saludable de la Municipalidad, Víctor Schvartz, a Rosario3.com.  "Y aunque uno tenga voluntad de internarlos, lo cierto es que no tenemos camas ni camillas reforzadas (a veces deben revisarlos de pie), ni sillas para transportarlos y ni siquiera contamos con balanzas para poder pesarlos”, dijo el especialista.

Las balanzas de medicina que tienen los consultorios llegan hasta un tope de 150 kilos y cuando se presenta un paciente que excede ese peso, los médicos deben pedirles que se pesen por su cuenta antes de volver a la consulta, en vásculas comerciales, del estilo de las que se utilizan para pesar cereales.

Otra dificultad que deben resolver es la imposibilidad de deambular de muchos de ellos, sobre todo los pacientes con obesidad mórbida (superan los 200 kilos), ya que tampoco tienen los hospitales municipales camillas suficientemente reforzadas, ni el personal necesario para subir y bajar a estos pacientes de las ambulancias.

“Un colega tuvo que derivar a un paciente que debía practicarse una radiografía a un consultorio veterinario en el que atienden a animales de gran porte, para que pudieran tomarle una placa –relata Schvartz– y episodios como estos vivimos casi a diario”.

En coincidencia con lo que ocurre en los efectores municipales, en los hospitales provinciales el panorama es similar, a pesar de que este año se creó un Programa provincial de Obesidad que se sumó a proyectos homónimos de Córdoba y Entre Ríos, con quienes Santa Fe conforma la zona centro.

“Los recursos van llegando de a poco” –explica Alejandro Nazurdi, médico cirujano del hospital Centenario, quien integra junto a una médica clínica, un nutricionista, una psiquiatra y otro cirujano, el equipo multidisciplinario del Centro de Obesidad de ese nosocomio– coordinado por el doctor Jorge Prieto.

“Hasta ahora, reconoce el profesional, sólo contamos con una cama reforzada, algunas camillas de transporte, sillas de ruedas para traslados y sillas especiales para los consultorios, que comenzaron a llegar hace tres semanas, pero falta equipar un baño especial, instalar un elevador neumático y sumar más camas, ya que los casos se presentan casi a diario y con una sola cama habilitada no podemos hacer mucho”.

Algunos médicos fundamentan la escasez de recursos destinados a este fin en el hecho de que los casos no son muy frecuentes; otros en cambio, insisten en que hay un número importante de pacientes obesos que concurren a la consulta no sólo para tratar los problemas emergentes de su obesidad, sino también a causa de un accidente, una fractura o por una emergencia que requiera de internación. En esos casos, tal como ocurrió con Gustavo Moreno en las últimas horas, la situación límite se repite y el paciente hiperobeso se ve obligado a deambular de un lugar a otro, pidiendo por favor que alguien se digne recibirlo y atenderlo.