La violencia de género se cobró una nueva víctima: este lunes por la mañana falleció en Santa Fe Carmen García, una mujer quemada por su pareja la semana pasada. Su novio la había rociado con alcohol y encendido sobre ella un fósforo. Las llamas avanzaron rápidamente y causaron quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo. La psicóloga Laura Mansi, del Centro santafesino de Atención a la Víctima, indicó por Radio 2 que a partir del caso Wanda Taddei –muerta en 2010 bajo las circunstancias similares– "los casos y denuncias por amenazas de este tipo se multiplicaron". No obstante, rescató que no se trata de un fenómeno nuevo, sino de uno que recién ahora ha tomado público conocimiento.

La joven de 27 años vivía en Barranquita y fue una de los tres mujeres que la semana pasada resultaron agredidas con fuego en la capital provincial. Melina Monzón de 25 años y María Rodríguez de 23 permanecen internadas en la unidad de terapia intensiva del hospital José María Cullen: la primera con el 85 por ciento de su cuerpo afectado; la segunda con el 95. Sus parejas se encuentran detenidas.

Consultada por el conductor de Radiópolis, Roberto Caferra, sobre la saña de este tipo de crímenes, Mansi explicó que para llegar a tal punto debe existir detrás una historia considerable de violencia previa. Para la coordinadora del Centro esta especie de femicidio es particularmente extremo por cuanto el agresor procura reducir a las cenizas a su víctima. “No es solamente golpear, ni siquiera es solamente matar, la persona que es quemada es como si desapareciera”, abundó la psicóloga quien explicó que los femicidas se endilgan el derecho de castigar a la mujer si su conducta no se apega a lo que ellos consideran adecuado.

En el caso de los asesinatos con fuego, el componente del castigo es particularmente importante porque históricamente se le atribuyen a las llamas una propiedad purificadora, según la especialista. “Al prenderles fuego, se limpiarían sus supuestos pecados”, apuntó.

De todos modos, Mansi insistió en que estas agresiones extremas son producto de “una mente que no funciona con los estándares de la racionalidad y bajo una influencia muy fuerte de la cultura patriarcal”. Agregó, además, que a partir de la muerte de Taddei se ha evidenciado cierta “imitación en hombres que ya contaban con antecedentes de violencia".

Sin embargo, aseguró que este tipo de fenómenos no son novedosos sólo que recién en los últimos tiempos han cobrado mayor visibilidad. “Antes pasaban por accidentes”, recordó.