Luego de veinte años de trabajo, la Universidad de Harvard reveló las conclusiones del estudio que analizó el hábito alimenticio de 120.877 personas. ¿El resultado? Las papas fritas y otros bocados de copetín son aún más perjudiciales que los postres y golosinas a la hora de bajar de peso. Una porción diaria de aproximadamente 28 gramos -equivalente a 15 papas- conlleva a aumentar 0,77 kilos cada cuatro años.
La investigación fue recientemente publicada por el New England Journal of Medicine y requirió del aporte de profesionales de la salud durante dos décadas, los cuales midieron con distintos indicadores, el estilo de vida de las personas de la muestra; ninguno de los cuales era obeso al inicio de la misma.
Cada cuatro años, los examinados debían someterse a un pesaje obligatorio. Trascurridos 20 años, cada uno subió, en promedio, casi ocho kilos. El mayor causante de tal incremento fueron las papas fritas y otros tipos de snacks, los cuales se erigieron en los peores enemigos de la balanza, superando incluso los dulces que sólo aportan 0,19 kilos cada cuatro, en contraposición a los 0,77 de las sabrosas papitas.
Los científicos norteamericanos, lograron identificar el motivo de tales valores: el proceso de cocción. De por sí la papa tiene un valor nutricional elevado, con lo cual si se le suma el añadido del aceite el resultado es fatal para quienes quieren mantener la línea: 380 calorías cada 100 gramos más grasas saturadas.
“No hay una varita mágica para controlar el peso. La dieta y el ejercicio son importantes para prevenir el aumento de peso, pero la dieta desempeña claramente un papel más importante”, concluyó Frank-Hu, uno de los investigadores.