El ministro de Defensa de Japón, Fumio Kyuma, renunció tras haber provocado una fuerte polémica en Japón, al justificar el lanzamiento de bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial.
"He presentado mi dimisión al primer ministro, y el primer ministro la ha aceptado", declaró Kyuma a los periodistas.
Kyuma provocó una indignación general el sábado último al declarar que las bombas atómicas lanzadas en agosto de 1945 por Estados Unidos contra Hiroshima y Nagasaki, que causaron más de 210.000 muertos, fueron "algo que no se podía evitar" para impedir una invasión soviética de Japón.
Las declaraciones escandalizaron a las asociaciones de supervivientes de los bombardeos, sobre todo porque Kyuma es diputado de Nagasaki. La oposición, e incluso algunos miembros de la coalición en el poder, exigieron la dimisión del ministro.
"Las cosas han dado un giro que no podía imaginar, y ya no puedo gozar de la comprensión del pueblo", explicó Kyuma para justificar su dimisión.
La polémica llega en un mal momento para el gobierno del primer ministro nipón, el conservador Shinzo Abe, cuya popularidad está cayendo en picado según los sondeos, a menos de un mes de unas elecciones senatoriales cruciales.
"He presentado mi dimisión al primer ministro, y el primer ministro la ha aceptado", declaró Kyuma a los periodistas.
Kyuma provocó una indignación general el sábado último al declarar que las bombas atómicas lanzadas en agosto de 1945 por Estados Unidos contra Hiroshima y Nagasaki, que causaron más de 210.000 muertos, fueron "algo que no se podía evitar" para impedir una invasión soviética de Japón.
Las declaraciones escandalizaron a las asociaciones de supervivientes de los bombardeos, sobre todo porque Kyuma es diputado de Nagasaki. La oposición, e incluso algunos miembros de la coalición en el poder, exigieron la dimisión del ministro.
"Las cosas han dado un giro que no podía imaginar, y ya no puedo gozar de la comprensión del pueblo", explicó Kyuma para justificar su dimisión.
La polémica llega en un mal momento para el gobierno del primer ministro nipón, el conservador Shinzo Abe, cuya popularidad está cayendo en picado según los sondeos, a menos de un mes de unas elecciones senatoriales cruciales.