La final de la Copa Sudamericana se convirtió en un escándalo sin precedentes. Después de ser agredidos y amenazados por la policía en el entretiempo, los jugadores de Tigre decidieron no salir a jugar el segundo tiempo, la Conmebol dio por concluido el partido y San Pablo, que ganaba 2-0, se coronó campeón.
Según contaron luego los jugadores de Tigre y el técnico Néstor Gorosito en el vestuario visitante del estadio Morumbí de San Pablo, desde antes del partido patovicas del equipo local los amedrentaron.
Pero no fue nada con lo que ocurrió luego, cuando tras terminar el enfrentamiento se produjo un encontronazo entre jugadores de ambos equipos, e intervino la policía.
Los uniformados, según el relato, apretaron a los jugadores de Tigre en el vestuario e incluso algunos sufrieron golpes, como Martín Galmarini que incluso tuvo que recibir puntos en un brazo.
La cosa se terminó de desmadrar, siempre según la versión del plantel de Tigre, cuando un policía sacó un arma.
"Hay jugadores lastimados. Liberaron la zona y sacaron dos revólveres. No se juega más", declaró Néstor Gorosito, en el entretiempo.
El encuentro se dio por terminado con el resultado 2 a 0 y la consiguiente coronación del San Pablo, cuyos jugadores recibieron la copa y festejaron como si todo hubiese sido normal.