Hugo Flores y Eduardo “Peque” Fedele, están vivos de milagro. El
viernes pasado quedaron en medio de una feroz balacera: la policía los había confundido con ladrones en un estacionamiento de barrio Refinería y desatado el tiroteo, en el que resultó finalmente herido un uniformado. Pero la cosa no terminó ahí: la policía intentó endilgarles a Flores y Fedele –que ni siquiera portaban un arma– la agresión al agente. Para Hugo Flores, papá de Huguito, quisieron “fusilar” a su hijo.
“La policía intentó fusilar a mi hijo. Te lo ponen en un cajón con un arma y te dicen que era un delincuente”, se quejó Flores en contacto con Radiópolis, el programa que conduce Roberto Caferra por Radio 2.
De acuerdo a las primeras informaciones de aquel día, el intercambio de disparos se habría producido entre oficiales uniformados y de civil, generados por la confusión de una alerta al 911. El escenario, una cochera de pasaje Don Orione al 600 (ex Nelson), detrás del Colegio Don Bosco.
Según relató el periodista Pedro Levy (El Tres) el empleado de una cancha de fútbol 5 había observado maniobras extrañas de una camioneta en el estacionamiento de enfrente y dio aviso a la policía. La semana anterior, habían robado un coche allí mismo.
Pero los movimientos sospechosos no eran más que el ir y venir de Huguito y Fedele que se habían acercado al estacionamiento en otro vehículo para arreglar el Renault Express que utilizaban para trabajar. Ambos son empleados de “Rosario Blanco Hogar”, la firma de Flores.
“Mi hijo tiene 18 años va a la facultad y trabaja conmigo en la empresa”, contó Flores que asegura que aún no puede salir del shock. Ese mediodía, recordó, su hijo y el encargado fueron arreglar la utilitaria. Como estaba la luz cortada en el estacionamiento, tuvieron que moverse en la penumbra.
“Cuando están por salir entraron cuatro personas”, reconstruyó Flores e indicó que al principio los muchachos pensaron que se trataba de una familia que iba a buscar su auto, pero luego de escuchar las primeras detonaciones creyeron que eran delincuentes que querían robarles o secuestrarlos.
Huguito se subió entonces rápidamente al coche y puso primera. Llovían balas. A la salida, chocó contra una Toyota Hilux color champagne, que Flores asegura, ahora, “despareció”. Señaló que nadie aún la reclamó y precisó que el auto donde su hijo emprendió la huida tiene siete balazos.
Luego de tres cuadras de manejar con los proyectiles zumbándole los oídos, Huguito llegó hasta la empresa donde le contó lo sucedido a su papá. Inmediatamente ambos, junto con su hermana, regresaron a la cochera en busca de Peque que había quedado atrás.
Al llegar –apuntó Flores– vieron que la policía había esposado a Fedele e intentaba subirlo a un patrullero. Se presentó entonces ante los agentes y les explicó lo sucedido; sin embargo los uniformados insistieron en llevarlos a la comisaría 8ª para tomarles declaración informativa.
Lo que sucedió en la seccional fue otra historia: Huguito y Peque permanecieron demorados cerca de nueve horas y según la opinión del abogado de Flores, José Luis Abichain Zuain, los agentes intentaron procesarlos por el agente herido. Incluso, apuntó el papá de Huguito, una oficial enfrentó a su esposa en el mismo halla de la comisaría. “Le dijo `deja de hacer quilombo que tu hijo andaba con un arma tirándome tiros a mi`”.
En tanto otro policía, trató de minimizar el hecho: “Fue una confusión, nos equivocamos, a veces pasa”.
De todos modos, Asuntos Internos y la División Judiciales ya iniciaron una investigación para dilucidar lo ocurrido. Otro de los cabos sueltos en el episodio son los proyectiles encontrados en el estacionamiento tras la balacera: balas calibre 11.25, mientras que el arma reglamentario de la policía es el revólver 9 mm.
Mientras tanto, el cabo herido, Mario Sebastián Trachcel de 35 años, continuaba internado en la terapia intensiva del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. Su estado es reservado, pero estaría grave: las balas dañaron su pulmón y riñón derechos.
“La policía intentó fusilar a mi hijo. Te lo ponen en un cajón con un arma y te dicen que era un delincuente”, se quejó Flores en contacto con Radiópolis, el programa que conduce Roberto Caferra por Radio 2.
De acuerdo a las primeras informaciones de aquel día, el intercambio de disparos se habría producido entre oficiales uniformados y de civil, generados por la confusión de una alerta al 911. El escenario, una cochera de pasaje Don Orione al 600 (ex Nelson), detrás del Colegio Don Bosco.
Según relató el periodista Pedro Levy (El Tres) el empleado de una cancha de fútbol 5 había observado maniobras extrañas de una camioneta en el estacionamiento de enfrente y dio aviso a la policía. La semana anterior, habían robado un coche allí mismo.
Pero los movimientos sospechosos no eran más que el ir y venir de Huguito y Fedele que se habían acercado al estacionamiento en otro vehículo para arreglar el Renault Express que utilizaban para trabajar. Ambos son empleados de “Rosario Blanco Hogar”, la firma de Flores.
“Mi hijo tiene 18 años va a la facultad y trabaja conmigo en la empresa”, contó Flores que asegura que aún no puede salir del shock. Ese mediodía, recordó, su hijo y el encargado fueron arreglar la utilitaria. Como estaba la luz cortada en el estacionamiento, tuvieron que moverse en la penumbra.
“Cuando están por salir entraron cuatro personas”, reconstruyó Flores e indicó que al principio los muchachos pensaron que se trataba de una familia que iba a buscar su auto, pero luego de escuchar las primeras detonaciones creyeron que eran delincuentes que querían robarles o secuestrarlos.
Huguito se subió entonces rápidamente al coche y puso primera. Llovían balas. A la salida, chocó contra una Toyota Hilux color champagne, que Flores asegura, ahora, “despareció”. Señaló que nadie aún la reclamó y precisó que el auto donde su hijo emprendió la huida tiene siete balazos.
Luego de tres cuadras de manejar con los proyectiles zumbándole los oídos, Huguito llegó hasta la empresa donde le contó lo sucedido a su papá. Inmediatamente ambos, junto con su hermana, regresaron a la cochera en busca de Peque que había quedado atrás.
Al llegar –apuntó Flores– vieron que la policía había esposado a Fedele e intentaba subirlo a un patrullero. Se presentó entonces ante los agentes y les explicó lo sucedido; sin embargo los uniformados insistieron en llevarlos a la comisaría 8ª para tomarles declaración informativa.
Lo que sucedió en la seccional fue otra historia: Huguito y Peque permanecieron demorados cerca de nueve horas y según la opinión del abogado de Flores, José Luis Abichain Zuain, los agentes intentaron procesarlos por el agente herido. Incluso, apuntó el papá de Huguito, una oficial enfrentó a su esposa en el mismo halla de la comisaría. “Le dijo `deja de hacer quilombo que tu hijo andaba con un arma tirándome tiros a mi`”.
En tanto otro policía, trató de minimizar el hecho: “Fue una confusión, nos equivocamos, a veces pasa”.
De todos modos, Asuntos Internos y la División Judiciales ya iniciaron una investigación para dilucidar lo ocurrido. Otro de los cabos sueltos en el episodio son los proyectiles encontrados en el estacionamiento tras la balacera: balas calibre 11.25, mientras que el arma reglamentario de la policía es el revólver 9 mm.
Mientras tanto, el cabo herido, Mario Sebastián Trachcel de 35 años, continuaba internado en la terapia intensiva del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. Su estado es reservado, pero estaría grave: las balas dañaron su pulmón y riñón derechos.