Los choques entre arqueros y delanteros en el área suelen ser las jugadas con consecuencias más graves en el fútbol. Se recuerda, por ejemplo, la plancha en la cara del Gato Sessa contra Rodrigo Palacio en un Boca-Vélez. Más cercano en el tiempo, el portero de Arsenal, Cristian Campestrini, sufrió fractura del maxilar al chocar con un jugador de Nacional de Paraguay la semana pasada por la Libertadores. Pero lo que sucedió en Indonesia superó todos los límites imaginables.

El futbolista Akli Fairuz falleció como consecuencia de las heridas internas que sufrió tras chocar con el arquero del PSAP Sigli durante un partido de la liga asiática.


El guardameta dio un rebote largo después de un remate de media distancia, y en su afán de recuperar el balón le dio una patada criminal al delantero rival a la altura del abdomen.

El futbolista que jugaba para el Persiraja fue hospitalizado inmediatamente y sometido a varias cirugías que intentaron reconstruir el daño interno que sufrió como consecuencia del golpe, pero falleció seis días después.

Lo curioso e indignante fue que los compañeros de la víctima, al ver que uno de los jueces de línea anuló la jugada por posición adelantada, se olvidaron del futbolista malherido y sólo pensaron en ir a increpar al asistente por haber levantado la bandera.