Carlos Argüelles, el imputado como miembro de la banda de Esteban Alvarado que declaró como “arrepentido” y fue asesinado en septiembre pasado, fue el eje de la cuarta audiencia del juicio contra el presunto jefe narco. Se reprodujo el video de la audiencia donde el mecánico afirmó, entre otras cuestiones, que Alvarado fue el responsable de haber matado a dos hijos de la narco Olga “Tata” Medina y que quería asesinar a Andrés “Pillín” Bracamonte; agregó detalles sobre cómo le gustaba realizar torturas, cómo planificó crímenes y al menos tres desapariciones. Aseguró además que planeaba secuestrar al hijo del ex ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro e ideaba tirar desde una avioneta un cargamento de marihuana envuelto con el nombre de ese funcionario provincial en la gestión de Miguel Lifschitz durante un partido de Rosario Central.

Al término de la jornada de debate de este jueves, la defensa del principal acusado pidió que sea excluída del juicio porque Argüelles realizó su declaración en una audiencia en la que no estaban todas las partes, ya que se encontraban tres fiscales, la jueza y el defensor público a cargo del imputado. El tribunal del debate oral y público no hizo lugar al planteo porque es algo que ya se resolvió favorablemente para el MPA durante la audiencia preliminar. Incluso Alvarado habló de manera virtual desde la cárcel de Ezeiza y reprochó: "¿Así me van a juzgar, jugando sucio?". Ese cuestionamiento surgió porque en el video se escucha que el "arrepentido" le pregunta a uno de los fiscales por el orden de las hojas de sus anotaciones que estaba leyendo.

En el primer tramo de la declaración de Argüelles, hecha en agosto de 2020, el imputado colaborador dijo: “Él quería hacer el plan «Papelitos en el aire» durante la gestión de Pullaro, al que nunca dejó de nombrar. Quería, con la avioneta, tirar en pleno partido en la cancha de Rosario Central 100, 200, 300 kilos de marihuana envuelta con el nombre de Pullaro para que lo echen. Esto lo digo bajo juramento. Sé que me puede traer muchas consecuencias, pero entre tantos muertos, que muera uno más. Ya fue. Si va a hacer la diferencia asumo el riesgo”.

Le quería secuestrar el hijo a Pullaro. Se había enterado en qué club iban a hacer sus actividades. Iba a intentar hacerle llegar una nota para amenazarlo de que le iba a secuestrar el hijo si no dejaba de hablar de él e investigarlo. Puede ser anecdótico porque es mi palabra contra la de él, pero es la pura verdad”, sostuvo Argüelles.

Antes de hacer mención a esta situación, el mecánico dio detalles sobre Alvarado, acerca de cómo planifica crímenes y otros delitos, incluso el contrabando de cigarrillos Rodeo desde Paraguay. También admitió haber participado en la compleja estrategia de “teléfonos espejo” que tenía por objetivo atribuirle la responsabilidad del homicidio del prestamista Lucio Maldonado a Rodrigo Ortigala –que formó parte de la asociación ilícita de Alvarado y tras una infidelidad éste quiso matarlo y se quedó con su casa– y Leandro “Chulo” Olivera, ambos imputados como integrantes de Los Monos en una causa por extorsiones. 

Como la declaración fue extensa, de aproximadamente unas tres horas y media, a continuación se dividirá la información brindada por el imputado asesinado según cada tema.

Crimen de Lucio Maldonado y el “libreto” armado por Alvarado y un detective privado

Argüelles señaló que después del asesinato del prestamista Maldonado, Alvarado se puso en contacto con él vía Telegram para decirle que se había enterado que los hermanos Rodrigo Ortigala se había acercado a la Fiscalia para dar información. “Me dice que necesita un favor mío. Me puso en una encrucijada porque soy amigo de Rodrigo y Mariana Ortigala (hermanos). Quedé en un fuego cruzado. Le pregunté qué necesitaba y me dijo que me contacte con Rodrigo y que vea en qué auto anda para que después yo le pase la chapa patente”, comentó.

“Si no accedía a la petición iba a tener consecuencias. Porque si le contaba a Rodrigo se iba a enterar la Fiscalía y automáticamente se iba a enterar él (Alvarado) porque un tal «Pipa» (el policía Pablo Báncora, condenado por filtrar información a Alvarado) le pasaba los datos de los movimientos de Fiscalía y Rodrigo. Entonces si se enteraba que le decía a Rodrigo me iba a matar. Y si no accedía, también”, expresó.

El mecánico contó que citó a Rodrigo Ortigala en una estación de servicio porque Alvarado le había pedido que sea un lugar que tenga cámaras de vigilancia que puedan enfocarlo a él. “Necesito que la cámara te enfoque y necesito que hagas una gesticulación con la cabeza, que balbucees y hagas con los labios y digas «No hagas una cosa así, amigo»”, afirmó Argüelles que le ordenó Alvarado.

“Quería usar eso en perjuicio de Rodrigo, como simulando que me estaba contando que había participado en el homicidio de Lucio Maldonado. Esteban quería desviar la investigación hacia Rodrigo y Los Monos. Ese era el plan. Yo tenía que hacer las gesticulaciones para que él use como que yo mantuve una conversación donde me habría confesado”, añadió.

El imputado colaborador apuntó que después llegó a tomar nota de la patente de un 208 que supuso que era de Ortigala, pero resultó ser el vehículo de un vecino. En ese marco, explicó que Esteban le aseguró que se iba a encargar y que “contrató un detective privado que le pasaba todos los datos de Rodrigo”.

Argüelles contó que efectivamente el encuentro con Rodrigo Ortigala se concretó. “¿Vos hiciste esa morisqueta?”, le preguntó el fiscal Luis Schiappa Pietra. “Sí, yo no soy Pablo Echarri, pero hice algo medio así y nada más”, respondió.

El auto ponchado, el libreto, el casino, las antenas y los teléfonos “clonados”

El imputado colaborador indicó que finalmente la banda de Alvarado logró conseguir los datos de la patente del Volkswagen Up gris plata que tenía Ortigala y mandó a hacer supuestamente unas patentes truchas a Córdoba, donde compró otro Volkswagen Up, pero color blanco. La idea de la organización era que Argüelles “ponchara” el Up blanco para que quedara igual del gris plata de Ortigala.

“Le puse los faroles traseros nuevos, el paragolpe trasero, pero las ruedas y los espejos eran distintos. Lo pinté de gris, lo armé y se lo llevaron. Yo no sabía qué iban a hacer con el auto. Lo único que supe era que iban a pasar para ser grabados por unas cámaras de seguridad en el sur de la ciudad, cerca del domicilio del Chulo Olivera, a quien iban a incriminar junto con Rodrigo. Entonces lo que querían aparentar era que Rodrigo lo visitaba al Chulo. Con eso, la filmación de la estación de servicio y el plan de los celulares, quedaba todo redondo”, sostuvo.

Luego –continuó– “una chica consiguió el teléfono del Chulo”. “Me dejaron un libreto por así decirlo, donde tenía que contestar (desde el supuesto segundo teléfono de Olivera) ciertos mensajes que me enviaban desde el otro teléfono (el supuesto segundo teléfono de Ortigala). Me dijeron que me llegara al casino para que impacte la antena ahí. Me quedé en los banquitos de Oroño. Me puse nervioso y mandé dos veces una respuesta. Ahí decidí que no iba a participar más. El libreto de las respuestas lo hacía una chica a la que yo le contestaba. Después ella se llevó el teléfono (el “espejo” de Chulo Olivera).

El objetivo en concreto era que dos personas allegadas a Alvarado se colocaran con sus respectivos teléfonos en domicilios vinculados a Rodrigo Ortigala y Leandro Olivera simulando una conversación desde sus supuestos segundos teléfonos. De esta forma, luego pretendían “plantar” esos celulares en un operativo policial y a la Fiscalía le parecería que Olivera y Ortigala estaban detrás del crimen del prestamista Maldonado. 

Un dato curioso sobre esos teléfonos “clonados”. Fueron encontrados en un operativo policial dentro de una camioneta S10. Estando secuestrados esos aparatos pero aún no peritados, el abogado de Esteban Alvarado Claudio Tavella se dirigió al fiscal Luis Schiappa Pietra y le dijo que dentro de esos dispositivos estaba la evidencia que desvincularían a Alvarado del crimen de Maldonado. Esa situación le llamó la atención al fiscal, ya que no podía conocer el abogado el contenido del teléfono cuando ni siquiera la Justicia había todavía accedido al material.

El crimen de Enrique vinculado al de Maldonado

Son dos los homicidios incluídos en este juicio contra integrantes de la organización. Uno es el de Cristian Enrique, secuestrado en Cabín 9 de Peréz el 23 de octubre de 2018 y luego hallado muerto a la vera de la ruta provincial 14 el 9 de noviembre de ese año. El otro fue el del prestamista Lucio Maldonado, secuestrado el 11 de noviembre de 2018 y encontrado muerto a 200 metros del casino dos días después.

Alvarado manda a matar. Él no puede matar porque ve sangre y se desmaya. Ha matado pocas veces. Pasaron unos días (de la muerte de Maldonado) y viene personalmente y me dijo «Podés creer que este gordo hijo de puta se le ven las patitas y no aparece»”, señaló Argüelles. Hizo referencia a que el cuerpo de Maldonado se presume que estuvo dos días (del 11 al 13 de noviembre de 2018) hasta ser encontrado boca abajo, maniatado y con cuatro tiros en el cráneo. Entre sus prendas llevaba un cartel que decía “Con la mafia no se jode”, marca registrada de Los Monos para ejecutar delitos graves.

Según el imputado colaborador, “la muerte de Lucio está relacionada con la de Enrique. Enrique es un chico que secuestraron, mataron y tiraron en Soldini. Hizo algo malo que lo relacionaba con Lucio Maldonado. Esto lo sé porque Esteban me lo contó personalmente, que hasta se encargó de llamar a la familia de Enrique para avisar dónde estaba el cuerpo porque no aparecía y los medios hacían fuerza porque aparentemente estaba implicada la Policía de la PDI”.

Además, brindó un dato que puede resultar relevante. En su taller mecánico aseguró haber recibido el auto en el que trasladaron el cuerpo de Cristian Enrique. “Miré el auto y en el asiento trasero había un charco muy grande de sangre. Más bien, debajo de la alfombra trasera. Pregunté de quién era la sangre y me dijeron que era el auto en el que se secuestró a Enrique”, manifestó.

“Maldonado estaba vinculado apuntando a una persona para que la maten o algo así. Entonces cuando secuestran a Enrique lo tortura, nombra a Lucio y después secuestran a Lucio. Si mal no recuerdo, Enrique apareció un 10 (fue el 9) y a Lucio lo secuestraron el 11 de noviembre”, amplió Argüelles. 

Según la investigación, se sospecha que Mauricio Laferrara –uno de los siete enjuiciados como miembros de la banda de Alvarado– se encargó de matar a Enrique y a Maldonado. Esto habría sido porque Enrique quiso asesinar al papá de Laferrara, Jorge, en Pellegrini a la altura de Felipe Moré al dispararle de una moto. Se desprende de la conjetura investigativa que Enrique podría haber sido el gatillero y Maldonado quien dio información para ejecutar el ataque.

En ese marco, el imputado aseveró que Alvarado le expresó que “estaba preparando a un sicario”, que fue quien “le puso una bolsa en la cabeza y asfixió” a Cristian Enrique. “Cuando encontraron el cuerpo él decía que no se iba a saber nunca lo que pasó porque ni los huesos le habían quedado”, finalizó.

Su relación con Alvarado y su “costumbre de torturar”

Carlos Argüelles contó que conoció a Esteban Lindor Alvarado en 2001 después del fallecimiento de su hija. Agregó que al ser chapero y buen pintor empezó a arreglarle sus autos e hicieron allí el inicio de una amistad. Luego, cuando ambos tuvieron pedido de captura por distintas causas, aseguró que huyeron “en avioneta a Paraguay” en el año 2004. “Nos fuimos de acá a Córdoba y de ahí tomamos una avioneta de Esteban y fuimos directo a Paraguay, donde estuvimos un tiempo, unos meses”, concluyó.

“¿Qué hacían con esas avionetas?”, preguntó Schiappa Pietra, a lo que respondió el imputado: “Traían cigarrillos Rodeo a la Argentina en esa época porque estaba viva la madre (de Esteban) y ella no permitió nunca que se cambie de rubro”.

“Me quiero enfocar en algunas cuestiones de su personalidad y las cosas que hizo. Le gustaba torturar. Cuando andaba con Luis Medina en la calle, los trapitos se acercaban a pedirle monedas. Les agarraba la mano y cuando lo chicaneaban les hacía un juego de ácido. Les decía «¿Si te doy cinco mil pesos te vas a poner un poco de ácido en la mano?» Como los trapitos no tenían plata ni posibilidades, decían que sí y terminaban con quemaduras de primer o segundo grado. Usaba el ácido de la pintura de los coches para torturar”, precisó.

Siempre según la declaración de Argüelles, Alvarado tenía una frase de cabecera. “Cuando tenía que matar a alguien siempre decía «Antes de que llore mi mamá que llore la tuya». Su mamá murió hace rato e igual sigue matando”, remarcó.

La lista de 40 homicidios de Alvarado

Argüelles también afirmó que Esteban mandó a matar a unas 40 personas cuyas identidades tiene anotadas en un cuaderno. “En 2012 se jactaba de haber matado a más de 100 personas en esta guerra narco, en esta dictadura en la que estamos sometidos", expresó. 

Siempre quiso matar al Pillín, al jefe de la barra brava de Rosario Central. Una vez, cerca del homicidio de Lucio Maldonado, me dijo «se me escapó por cinco segundos». Andaba por todos lados buscándolo para matarlo. También se jactaba de haber hablado con (Eduardo) Duhalde, que decía que manejaba la droga de todo el país”, enfatizó.

“Estamos sometidos a una narco dictadura que él impone en esta ciudad. Trajo cientos y cientos de muertos. Porque si vemos las estadísticas de antes de 2018 hasta ahora vamos a ver cómo voló el índice de homicidios. Es todo por la guerra narco por los territorios. Alvarado es el asesino serial más grande de la República Argentina”, comentó.

Para el “arrepentido”, los rubros en los que se maneja cómodamente Alvarado son “autos, camiones, motos, lanchas, robar, transporte de camiones, casas, terrenos, prestamistas, cambios de cheque, compra de oro, caballos, fideicomisos, compraventa de dólares, plásticos y ahora sábanas. Tiene muchísimos testaferros”.

Argüelles dio nombres y apellidos de algunos de los 40 homicidios que asegura que cometió Alvarado. Entre ellos, mencionó a “los dos hijos de la Tata Medina, la señora detenida por narcotráfico. Los mató él junto con uno de sus sicarios”

“Él tenía la costumbre de que si en dos bandas estaban peleados generaba una discusión en el medio para que una de las dos partes piense que fue el otro y ahí se salían a matar, entonces cerraban los búnkeres y así él se expandía en su territorio desde la zona norte hasta bulevar Seguí”, dijo.

El doble crimen de Luis Medina y Justina Pérez Castelli

A Luis Medina y Justina Pérez Castelli los mandó a matar él. Me enteré por boca de él, pero después de un tiempo. Decía que Medina había amenazado a su familia, que le quería cobrar una avioneta que tenían en conjunto y que él se encargó”, refirió Argüelles sobre el doble crimen ocurrido a finales de 2013 en el acceso sur de Rosario.

“Ahí cometí un error yo. Fue sin querer. Lo fui a visitar (a Esteban) y le comenté que iba a comer al carrito de choripán que tiene el papá de Justina (Mendoza y Circunvalación). Ahí me dice: «¿Vos sabés que fue el que mató al Oreja Fernández (un presunto sicario de Alvarado que fue asesinado)?». Se encargó de matarlo y después se dio cuenta que nada que ver. Dicen que le cortaron parte de una oreja (a Gustavo “Baba” Pérez Castelli) y se la tiraron a la casa de Antonio Bonfatti”, amplió.

Triple crimen de Granadero Baigorria y una desaparición

“Esteban se enteró que estaban buscando para secuestrar o matar a su hijo Santino. Entonces alguien le dijo dónde estaban. Recuerdo ese día porque estaba en el taller, lo llamaron, le dijeron dónde estaban, se subió al auto y se fue. Lo demás es de público conocimiento”, subrayó.

En ese triple crimen de abril de 2018 fueron asesinados Ezequiel David “Parásito” Fernández, de 38 años; su hermano José Horacio “Grasita” Fernández, de 30; y Gerardo “Abuelo” Abregú. Luego, desapareció el otro hermano de los Fernández, llamado Nahuel, cuyo paradero aún se desconoce y se presume que lo secuestraron.

Con respecto a Nahuel, Argüelles sentenció: “Lo mandó a secuestrar, lo enterró en un pozo y todavía lo están buscando”