Mucha chicana, poco intercambio. Así comenzó y así terminó el frente a frente entre el intendente Pablo Javkin y el concejal Juan Monteverde, que debatieron este domingo por la noche en El Tres por el gobierno de Rosario. La elección está peleadísima y es uno u otro. O por renovar la gestión actual “con viento a favor”, según Javkin. O apostar por el cambio, según Monteverde. El primer cruce se dio ya en el comienzo, en el eje Seguridad y control –en total fueron cuatro– y marcó el resto de la hora de discusión. Javkin salió fuerte a marcar a Monteverde como kirchnerista y aliado del gobierno provincial que perjudica a la ciudad de distintos modos, y Monteverde no pudo desentenderse de esa alianza, pese a que intentó, con incluso dos referencias elogiosas a Hermes Binner. Con todo, lo que el debate dejó fue otra cosa. Una pregunta clave: ¿qué puede Rosario? ¿Y cuál de los dos candidatos verdaderamente lo sabe?

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El primer eje fue Seguridad y Control, y aunque tenía más tiempo planeado que el resto, tomó más de lo pensado. Lo abrió Monteverde y habló de recuperar la autoridad del Estado. En un primer cruce –aún suave– contra Javkin por sus constantes reclamos a los niveles superiores del Estado, dijo que “un intendente puede hacer mucho más por la ciudad aunque no maneje todas las variables”. Como controlar a los cuidacoches y las motos, para prevenir los arrebatos callejeros.

Javkin recogió el guante y marcó el tono del resto de la hora: “No puedo combatir el narcotráfico con inspectores. Esto no se arregla votando a la lista de los responsables de que Rosario hoy no tenga policías”. Así el intendente colocó a Monteverde del lado de los que perjudican a la ciudad por “modos de pensamiento”, burocracias lentas, distribuciones inequitativas (por ejemplo, respecto de Buenos Aires) e intentó provincializar su campaña y nutrirse del agua del molino de Maximiliano Pullaro. 

Por eso, una y otra vez pidió el voto de la ciudadanía para poder gobernar “con viento a favor y no en contra como hasta ahora”, sin pandemia y con un gobierno provincial afín.

Monteverde lo acusó entonces de querer discutir con “fantasmas” y de "crear rivales". Su estrategia, a diferencia de la del intendente, fue municipalizar la discusión e intentar evitar cualquier referencia nacional o provincial. Presentarse como “otra cosa”, la síntesis “de las mejores tradiciones de Rosario”, tanto así que rescató dos veces la política socialista de Binner, sobre quien destacó que fue autor “del último plan” que tuvo Rosario. 

Los siguientes tres ejes, Transporte y Movilidad, Obras y Desarrollo Urbano, y estrategias para el crecimiento de la ciudad, insumieron menos tiempo, pero con el mismo tono. Javkin los aprovechó para intentar poner en valor una gestión que se ve golpeada y deslucida y Monteverde para presentar algunas de sus propuestas, como un “Rosario Arena”, un estadio público-privado para dotar a la ciudad de un espacio de entretenimiento y cultura, pero sin ahondar demasiado en críticas al intendente. 

Y es que, en general, Javkin no lo dejó. El intendente, más a la ofensiva, salió a buscar a Monteverde, a copar el centro del ring, a veces incluso con tono docente, explicándole cuánto sale un colectivo o cómo es que el presupuesto aprobado ya no es viable por la inflación actual, por ejemplo. Eso llevó al opositor a adoptar una posición mucho más defensiva, aún a costa de silencios incómodos, murmuraciones o apelaciones al moderador Sergio Roulier para que Javkin lo dejara hablar. 

Pero también Monteverde tuvo su momento para atacar. Por ejemplo, cuando le recordó a Javkin que su candidata a gobernadora, Carolina Losada, acusó “sin pruebas” a Pullaro de narcotraficante sin que el actual intendente dijera nada al respecto. O que el propio Javkin dijo que a Miguel Tessandori le financiaban la campaña sectores empresarios con intereses oscuros y ahora se abraza al experiodista deportivo para “sumar un voto más”.

Más allá de las chicanas, otros interrogantes importantes dejó el debate a partir de algo que Javkin pareció achacarle a Monteverde: falta de realismo político. 

¿Puede la ciudad permitirse soñar con un sistema de Metro que cuesta cientos de millones de dólares? ¿Puede plantearse solucionar el problema de la vivienda con una empresa desarrolladora inmobiliaria del Estado?

Monteverde expuso esas propuestas, Javkin las descalificó no porque no las comparta, sino porque las consideró irrealizables. 

La pregunta es entonces qué puede y qué no puede Rosario, y cuál de los dos candidatos realmente lo sabe.