Desde la primera fecha Newell's necesitaba una victoria como esta. Lejos estaba aquella alegría fundacional en tierra mendocina en el inicio del campeonato. Pero jugar ante Atlético Tucumán le sienta bien, porque hace un mes por Copa Argentina el Rojinegro jugó tal vez su mejor partido en esta gestión y ganó. Este viernes repitió la sentencia, pero en Coloso. Fue 2 a 0 por la fecha 8 del Torneo Clausura. 

El partido iba a un rotundo empate sin goles: aburrido, abúlico, sin pretensiones. Pero una pelota quieta desató el nudo. Un centro de Maroni, una pelota muerta en el área y el zurdazo de Víctor Cuesta que rompió la monotonía

El partido no decía de nada. Incluso, después del gol. El Decano fue a buscar un empate que nunca mereció porque nunca quiso ganarlo cuando el partido estaba igualado. 

Al equipo de Fabbiani le costó elaborar juego, a pesar de que sumó futbolistas con buenas ideas. Pero no solo son necesarias las ideas, cuenta antes que eso la capacidad para resolver del futbolista. Y Newell's pareciera carecer de todas esas cuestiones. 

Fabbiani buscó que Colmán (que debutó) se asocie con Banega y Maroni, e incluso con Orozco, pero poco pudieron hacer. Casi no generaron peligro. La mejor (la única) fue un disparo de su recién llegado tras la sesión de Montero desde el fondo. 

En el entretiempo, el Ogro mandó a la cancha a Benedetto y a Fernández. Pero la cosa cambiaría definitivamente con los ingresos de Chiaverano y Guch. El primero para gestar el segundo gol y el pibe para sentenciar el partido. 

El Coloso emanó una ráfaga de alivio con el pitazo final. Ganó y es todo. Poco para rescatar y mucho por mejorar. El hincha encontró un poco de paz, al menos por un rato.