Desde abril de 2025, el Gobierno implementó un sistema de flotación entre bandas para el dólar oficial, estableciendo un piso de $1.000 y un techo de $1.400, con ajustes de 1 % mensual. Esta política fue consolidada como parte de la Fase 3 del programa económico, en paralelo con un nuevo acuerdo crediticio con el FMI.
Tras las elecciones, tanto el ministro de Economía, Luis Caputo, como el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, afirmaron que no habrá cambios en el régimen: “No va a pasar nada… vamos a decir exactamente lo que vamos a hacer”. Bausili agregó que el esquema fue diseñado para permitir una transición gradual hacia un dólar con mayor libertad de mercado, evitando sobresaltos.
No obstante, diversos informes muestran crecientes tensiones cambiarias: el Tesoro ha intervenido con ventas de dólares dentro de las bandas, incluso cuando el tipo de cambio no ha alcanzado el techo, lo que algunos analistas consideran una violación al “espíritu” del esquema. Según fuentes, el Gobierno evalúa incluso eliminar las bandas si las presiones especulativas continúan y los instrumentos de política monetaria —como encajes y emisión de letras— no alcanzan para sostener la estabilidad.
El expresidente del BCRA, Alejandro Vanoli, advirtió que “en el escenario más optimista, el problema estructural existe”, y que incluso un buen resultado electoral solo podría brindar breves alivios temporales, sin resolver los desequilibrios de fondo.
Fausto Spotorno, economista, propone tres posibles escenarios post-electorales: un ajuste de bandas acompañando al FMI, una continuidad en el esquema sin modificaciones o una eventual revisión, dependiendo de los flujos de capital e inversionistas.
En resumen, aunque el Gobierno reafirma públicamente la continuidad del régimen de bandas, las señales del mercado y las limitaciones de recursos indican que su desaparición no está descartada, especialmente si la presión cambiaria se intensifica o si surge un impasse con el FMI.

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