Agtechs: la revolución agro que se extiende por todo Santa Fe

Desarrollos basados en tecnología transforman los sistemas tradicionales dentro del agro y ubican a la región como líder de este cambio. Los casos más innovadores

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Innovar en la agroindustria dejó de ser tan sólo una tendencia para pasar a ser el objetivo estratégico de gran cantidad de empresas, en la búsqueda por posicionar de cara al futuro y ganar terreno en el mercado. Diferentes problemáticas ambientales plantean el desafío de hacer un mejor aprovechamiento de recursos clave como el suelo, los cultivos y los alimentos, minimizando el impacto negativo sobre el planeta tierra.

De esta premisa es que parten muchos de los desarrollos regionales que están dando de qué hablar en la industria agtech. Cuando hablamos de agtechs hacemos referencia al sector donde se combinan la agricultura, la ganadería, la tecnología y los servicios basados en el conocimiento (SBC) y que hoy es visto como uno de los campos con mayor  potencial de crecimiento en la economía nacional e internacional.

Según un informe de la Industria de Capital Privado, Emprendedor y Semilla en la Argentina", realizado por la Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla (ARCAP), el sector agtechs es uno de los que lidera las inversiones en la Industria de Capital Emprendedor, solo detrás de sectores como "Biotech", "Fintech" y "Software".

Gráfico Arcap.
 

Ciencia aplicada al agro

Como provincia con gran impronta dentro del sector agro, Santa Fe tiene un enorme potencial para la generación de startups agtech. Sobre este punto, Bernardo Milesy, CEO de Glocal, firma dedicada a invertir en el sector de los agroalimentos, consideró que, incluso a rasgos generales, la provincia tiene un excelente nivel científico que se vislumbra en distintas áreas.

"Tenemos 2 mil empresas en la base, de esa cifra habremos acelerado a 150 y entre este grupo, alrededor de 40 provienen de Santa Fe", había declarado el CEO de Glocal en mayo del año pasado. Incluso la provincia figura entre las tres de Argentina que más financiamiento recibieron para sus startups en rondas de inversión, junto con Buenos Aires y Córdoba, según datos de ARCAP.

La agricultura de precisión, el análisis big data, la inteligencia artificial y la robótica, son algunas de las tecnologías de las que hoy se sirven diferentes startups, emprendedores y empresas para realizar una estrategia de manejo diferente a la agricultura tradicional.A continuación, algunos casos de éxito a lo largo y ancho de Santa Fe.

G-BOT

Juan Ignacio Mandolesi (38), Sergio Gregori (38), Javier Epeloa (39) y Nicolás Santinelli (27) están detrás de G-BOT, startup con base en Sunchales que desarrolla una agricultura sostenible mediante la combinación de la robótica y la Inteligencia Artificial. La misma toma vuelo en el año 2019 y nace como un proyecto de Mapplics Mobile Solutions, empresa rosarina dedicada al desarrollo de software.

"Notamos una oportunidad de crecimiento para colaborar en el aterrizaje de la robótica en el agro y vimos que podíamos lograr este cometido en un área particular de la agricultura relacionada a los programas de mejoramiento genético. Se trata de las áreas de I+D de empresas semilleras como Bayer y Syngenta que año a año invierten mucho dinero para sembrar cultivares de semillas como la soja, el maíz y el trigo en centro de mejoramiento", señaló el Ingeniero Agrónomo, Nicolás Santinelli en diálogo con Ecos365.

Según explicó, durante esta tarea, las empresas deben destinar grandes recursos para caracterizar a un gran número de cultivares. A través de dos técnicas diferentes, pueden encontrar cuáles son los que tienen mayor potencial y resistencia y los seleccionan para pasar a la siguiente etapa y a futuro, vender su semilla, mientras que muchos otros quedan en el camino. 

"Nuestra tecnología utiliza algoritmos de inteligencia artificial para hacer una descripción de los cultivos y sus principales características. Contamos con plataformas autónomas terrestres o rovers que circulan por los campos, tomando imágenes de esos cultivares y combinándolas con dichos algoritmos para producir información relevante. Así, los productores saben de antemano si ese cultivo va a rendir y, a su vez, cómo se compone ese rendimiento", explicó Santinelli. 


 

De esta forma. sirve como filtro previo para saber en qué zonas pasar la cosechadora, a la vez que permite ahorrarle grandes recursos a las firmas que ahora cuentan con un método confiable para saber donde depositar sus esfuerzos. De hecho, el proyecto resultó tan novedoso que en el año 2019 G-BOT recibió la inversión del fondo CITES de la ciudad de Sunchales, Santa Fe, para llevar adelante la tarea de desarrollo.

El plan a futuro, en palabras del ingeniero, es lanzar una nueva plataforma para describir cultivares de soja, "producto de la experiencia que adquirimos en la campaña pasada y de las mejoras que registramos que debíamos hacerle a nuestro desarrollo". A su vez, la startup está preparando dos alianzas estratégicas para trabajar en los mejoramientos de cultivos. "Es un MVP que va a ser testeado por dos compañías de relevancia internacional", aseguró.

Bioheuris

La rosarina Bioheuris necesitó de siete años y un desembolso de u$s7 millones para diseñar un modelo de edición genómica llamada Crispr, que mejorar la soja, sorgo, arroz y algodón y los hace soportables a herbicidas. Y no sólo eso, sino que los dos principales mercados del mundo, como son el de Estados Unidos y el de Brasil, consideraron que su producto no es transgénico, lo que acelerará tiempos y bajará costos a la hora de salir al mercado.

“Trabajamos con técnicas de biología sintética y edición génica muy novedosas, de las que todavía no hay productos en el mundo”, explicó Carlos Pérez, uno de los fundadores de Bioheuris, a Ecos365, y agregó que estas tecnologías tienen la particularidad de ser mucho más accesibles, y por ende, democratizan el desarrollo de innovaciones que ahora también pueden estar lideradas por pymes como la suya.

El desarrollo de esta biotech rosarina optimiza el cultivo para combatir malezas o hacer un manejo más sustentable. “Esto hoy en día se hace con herbicidas para los cuales se desarrollaron tecnologías de transgénicos. Pero esto tiene límites, porque luego de un tiempo terminan apareciendo malezas resistentes a transgénicos”, señaló.

La alternativa que encontró la firma local, con sede en el Indear de Rosario y otra en Saint Louis, Estados Unidos, es trabajar sobre los propios genes del cultivo, para que se usen nuevos herbicidas, pero de muy baja toxicidad. “Es decir que los cultivos necesitarán muchos menos herbicidas y menos tóxicos”, aseveró. Si bien se puso mucho énfasis en el impacto que esto tendrá en la producción de soja, esta innovación también puede aplicarse al sorgo, arroz y algodón.

Mientras tanto, avanzaron con acuerdos estratégicos con semilleras como Grupo Don Mario (GDM), Santa Rosa Semillas (para la soja), Tobin (sorgo), Gensus (algodón) y Adecoagro (arroz). “El retorno de la inversión depende de que vos llegues al mercado con un buen market share, y por eso fue clave asociarnos con jugadores importantes que nos aporten el germoplasma al que nosotros le agregamos nuestra tecnología”, expresó Perez.

Infira

Que los cultivos logren prolongar hasta siete veces su ciclo de vida natural, sin resignar productividad, achicando al mínimo los costos de producción y la huella de carbono. Ese es el objetivo de Infira, una startup santafesina que con apenas poco más de un año de vida ya sumó el apoyo de importantes entidades y que llegó a ser finalista de un certamen internacional en la materia.

“Si uno piensa en las grandes extensiones de territorio, están cubiertas por cultivos anuales con enormes desventajas ambientales y productivas, las raíces son muy pobres y no fijan el carbono como las especies que viven más tiempo”, diagnosticó Renata Reinheimer y agregó que esto lleva a que los productores deban implementar insumos desde cero todos los años y a emplear múltiples maquinarias, lo que eleva los costos productivos y la huella de carbono.

Es allí donde interviene Infira, a la que define como una “startup basada en conocimiento y orientada al desarrollo de cultivos para la nueva agricultura”, que dispone de una tecnología propia para revertir esta situación. “Los pastizales argentinos están cubiertos por especies herbáceas perennes, y nosotros queremos trasladar eso a los cultivos de hoy”, indicó a Ecos365. 


 

Si bien reconoció que en todo el mundo se están haciendo intentos de este tipo, hasta ahora se logró que los cultivos vivan más, pero sin que produzcan lo suficiente. “Nosotros podemos devolver la perennidad a los cultivos, que vivan más pero sin resignar productividad”, dijo. 

Para eso aplican un método, desarrollado en el Laboratorio de Evolución del Desarrollo, dependiente de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y del Conicet, de detección de genes específicos que permiten prologar la vida de los cultivos. Tras activarlos, replican el procedimiento en otras especies.

“Hoy estamos avanzados en el arroz, y también probando en la soja, trigo y maíz, que son los cultivos más grandes, pero el mismo método podría aplicarse a cualquier especie”, sostuvo Reinheimer, Dra. En Ciencias Biológicas, investigadora, docente, fundadora y responsable de I+D de Infira).

Deep Agro

Con base en Casilda y en Rosario, Deep Agro es una startup que logró referenciarse en el sector de las Agtech por su sistema inteligente que permite detectar malezas y realizar aplicación selectiva de herbicidas. El equipo de Deep Agro está compuesto por Juan Manuel Baruffaldi, Juan Ignacio Cornet, Iván Regali,  Marcos Mammarella y Juan Ignacio Cavalieri.

El sistema Deep Agro es una de las nuevas tecnologías que diferencian la maleza de los cultivos. Se trata de un software de reconocimiento de malezas basado en inteligencia articial, que permite analizar cada planta del lote y aplicar los herbicidas directamente sobre las malezas. El proceso permite determinar el lugar exacto de cada maleza, disminuyendo hasta un 70% de los agroquímicos utilizados.

Uno de sus distintivos principales se encuentra en la cámara RGB del dispositivo, que hace la detección y aplica el agroquímico solo sobre la misma, sin afectar al cultivo. Además, el sistema permite ser instalado en cualquier pulverizador y hacer un control eficiente de la aplicación del herbicida.

“Muchos productores venían trabajando de una forma en la que aplicaban el producto químico sobre el 100% de la superficie, en vez de eso, nuestro sistema permite ahorrar hasta un 70% en agroquímicos dependiendo de la cantidad de malezas”, afirmó Baruffaldi, CEO de la startup, a Ecos365.

Pero la innovación principal es que el sistema no solo trabaja en barbecho, etapa antes de que nazca el cultivo, sino que funciona con cultivo emergido. Según Baruffaldi, esa es la gran innovación de Deep Agro frente a las empresas competidoras: Por fuera del mercado nacional donde hoy registran un buen nivel de demanda de parte de los productores, el objetivo está puesto en arribar con sus equipos a países como Brasil, Uruguay y Paraguay. 

Inbioar

Inbioar es una empresa biotecnológica rosarina que hace diez años comenzó a explorar las propiedades de una serie de organismos vivos muy particulares, las plantas que crecen al costado de la banquina de los caminos y rutas. A través de diversas investigaciones y pruebas, comprobaron que los extractos de las mismas podían usarse como bioherbicidas para la protección de cultivos, ayudando a su resistencia y a reducir el impacto ambiental que generar los agroquímicos.

"Nosotros decimos que hay un tipo de maleza que es la Ammi Visnaga que produce dos compuestos llamados visnagina y kelina, los cuales funcionan como herbicidas pero con la diferencia de que son biológicos. Se los conoce como "aleloquímicos" y tienen la capacidad de inhibir el crecimiento de otras plantas", contó a Ecos365 Gustavo Sosa, CEO de Inbioar e ingeniero forestal.

Con la idea de crear una serie de productos a base de estos principios e innovar dentro la industria agro, cinco años atrás la firma acudió al Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), en Oxford, donde conocieron a Stephen Duke, un renombrado científico que los invitó a trabajar en su laboratorio con la meta a escalar el proceso científico.  Finalmente, el pasado martes 10 de Agosto recibieron un llamada que les confirmó que el trámite iniciado años atrás había sido aprobado y la patente lograda. 


 

Hoy en día, la empresa forma parte del Grupo Rosental, quienes se asociaron para invertir y desarrollar este proyecto cuando el mismo era tan solo una idea incipiente. Además de Sosa, el resto del equipo se encuentra compuesto por la biotecnóloga Lucía Travaini, la ingeniera Agrónoma, Lara Svendsen y el técnico en Agricultua Imanol Milano.

Desde Inbioar contaron que a pocos días del gran logro se contactó con ellos una empresa de Alemania. La misma está interesada en co-desarrollar un herbicida biológico aprovechando todo el know how de la rosarina y poniendo a disposición la tecnología para concretar el proceso productivo y comercial.

"Este nuevo socio que apareció nos va a permitir generar estabilidad y avanzar hacia un proceso de formulación del producto, concretar los estudios de toxicidad ambiental, el registro comercial y todos los pasos previos a salir al mercado", contó Travaini. A futuro, el equipo podría pasar a vivir de las regalías que esta empresa les otorgará por su comercialización.

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