El Banco Central (BCRA) sorprendió al mercado los días 9 y 10 de diciembre con dos nuevas regulaciones —las Comunicaciones A 8361 y A 8360— que agravan las restricciones cambiarias, limitando de manera más estricta el acceso al dólar oficial y al mercado de dólares financieros (MEP / CCL).
Qué implican las nuevas reglas
Quienes compren dólar oficial —ya sea personas humanas o empresas— deberán firmar una Declaración Jurada comprometiéndose durante seis meses a no adquirir títulos valores con liquidación en moneda extranjera, directa o indirectamente. Esto incluye operaciones de “dólar MEP/CCL” o compraventa de bonos en dólares.
La restricción abarca 90 días hacia atrás (no haber operado títulos en dólares) y 90 días hacia adelante (no operar tras comprar dólar oficial), lo que limita gravemente la movilidad financiera entre dólar oficial y dólar financiero.
Por su parte, las entidades financieras que adquieran bonos del Tesoro en dólares en sus licitaciones primarias no podrán venderlos en el mercado secundario al menos por 90 días desde su adquisición. Esto reduce la rotación de activos en moneda extranjera y desalienta recomercialización inmediata.
Objetivos: reservas, deuda e intervención estatal
El BCRA apunta —según analistas— a “blindar el mercado” en un contexto delicado: el Tesoro nacional requiere financiamiento para afrontar vencimientos importantes en los próximos meses. Las restricciones buscan controlar drásticos movimientos de capital que pudieran comprometer las reservas y estabilizar la disponibilidad de dólares a nivel oficial.
Además, estas medidas persiguen frenar maniobras de arbitraje (“rulo” o “puré”), donde se compraba dólar oficial para luego venderlo rápidamente vía dólar financiero, generando presión sobre la demanda de divisas.
Consecuencias previsibles
* Menor liquidez en dólares financieros, lo que podría reducir la demanda de dólares alternativos.
* Empresas que necesitaban dólares para importaciones o insumos enfrentan ahora mayores limitaciones si planeaban reingresar al sistema financiero en dólares.
* Potencial aumento de la presión sobre el dólar paralelo y mercados informales, si la demanda de dólares “escapa” a controles.
* Incertidumbre para inversores y actores vinculados al agro o al comercio exterior, que requieren divisas para insumos, exportaciones o importaciones.
Para el sector agropecuario —que depende intensamente del tipo de cambio y de la disponibilidad de dólares para importar insumos o liquidar exportaciones— estas medidas implican una fuerte señal de restricción cambiaria, con posibles efectos sobre costos, planificación y acceso a divisas.

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