Qué se trae entre manos la reforma laboral para los repartidores de apps en Argentina

La nueva reforma los considera “independientes”, obliga aportes y establece seguro, pero no garantiza derechos laborales clásicos

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El proyecto de Ley de Modernización Laboral — que el Gobierno cursará en sesiones extraordinarias — incorpora un capítulo específico para los repartidores de plataformas digitales como Pedidos Ya, Rappi y Mercado Libre. El nuevo régimen crea la figura del “repartidor independiente”, descartando la consideración de relación laboral tradicional. 

La norma contempla que los repartidores puedan operar con plena libertad: elegir cuándo conectarse, aceptar o rechazar pedidos, definir sus horarios y rutas, y desvincularse cuando lo deseen. Las plataformas, por su parte, deberán brindar información clara sobre los pedidos, garantizar elementos de seguridad vial, ofrecer capacitación, e implementar un seguro de accidentes personales. 

Por su parte, los repartidores deben registrarse adecuadamente para cumplir con obligaciones fiscales y de seguridad social, y recibir sus pagos mediante cuenta bancaria o billetera electrónica. En cuanto a la remuneración, la reforma establece que el pago provenga del usuario a través de la app, y contempla que los repartidores retengan el 100 % de las propinas que los clientes decidan dar.

Sin embargo, la figura de “independiente” implica que no estarán alcanzados por derechos típicos de los trabajadores formales — como vacaciones, aguinaldo o indemnización por despido — ya que no habrá contrato laboral.

Este marco legal llega en un contexto de fuerte expansión del trabajo en plataformas: según datos recientes de la propia Rappi, en un año la base de repartidores registrados creció un 252 %, pasando de unas 43.000 personas a casi 152.000. Pero ese crecimiento fue acompañado — según los propios repartidores — por una caída en las comisiones individuales y una intensificación de la competencia interna, lo que hunde el ingreso por pedido en términos reales. 

Para muchos, la reforma es una formalización del status quo: reconoce la realidad de quienes ya operan como “autónomos”, con la promesa de algunos derechos mínimos (seguro, capacitación), pero sin los beneficios del empleo convencional. Quedará por verse si este marco logra traducirse en mejoras reales en ingresos, estabilidad y condiciones de trabajo.

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