El frigorífico Swift de Venado Tuerto espera definiciones para recuperar la exportación kosher

La producción se exporta a Israel y Estados Unidos. Trabajan 400 personas. Para otro frigorífico grande de la región, Black Bamboo, de capitales chinos y con 600 empleados, buscan alternativas al freno de las exportaciones

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Concluida la protesta del campo con el cese de comercialización de ganado bovino, “incertidumbre” es la palabra que mejor define la situación de la planta del frigorífico Swift de Venado Tuerto, cuya producción se encuentra paralizada desde mediados de marzo. La empresa espera señales claras del gobierno nacional sobre la política para el sector cárnico que existirá una vez superados los treinta días de la suspensión de las exportaciones.

Si bien no fue posible escuchar una palabra oficial de parte de la empresa perteneciente a la brasileña Minerva, desde el Sindicato de la Carne de la ciudad sostienen que sigue existiendo predisposición para restablecer la producción en la planta ubicada sobre la ruta nacional 33.

El frigorífico Swift concentra en la planta de Venado Tuerto la elaboración de los cortes kosher que se destinan a la colectividad judía. Para meterse de lleno en este atractivo mercado se necesitan una serie de certificaciones especiales dado que los animales tienen un tratamiento especial donde los propios rabinos se encargan de matarlos a través de un rito particular. La producción se exporta a Israel y Estados Unidos.

A finales de febrero los rabinos se retiraron del país por las festividades judías que se realizaron durante todo marzo, y si bien se estimaba que retomarían a comienzos de abril, la producción en la planta de Venado Tuerto no se retomó

Desde el 11 de marzo el personal se encuentra en garantía horaria, lo que implica una merma de alrededor del 40 por ciento de sus ingresos. Y la medida dictada por el presidente Alberto Fernández a finales de mayo suspendiendo las exportaciones llenó de nubarrones el horizonte.

Swift cuenta con unos 400 empleados en Venado Tuerto, y hoy no tiene posibilidad de reanudar la comercialización hacia su principal mercado. “La empresa hasta el momento está a la espera. Yo me vengo comunicando semanalmente para monitorear la situación y ellos tienen la intención de volver a trabajar, pero lamentablemente todo esto ha complicado un poco más el panorama”, indicó el secretario general del Sindicato de la Carne, Christian Crudelli.

Idas y vueltas

El frigorífico de Venado Tuerto supo en los últimos tiempos atravesar distintos vaivenes por decisiones empresariales y las políticas nacionales para el sector. Durante la década pasada, la planta estuvo ociosa durante siete años y medio.

La empresa Swift anunció el cese de operaciones en enero de 2012, dejando sin trabajo a más de 500 operarios que desempeñaban funciones en forma directa, y varias personas y empresas que tenían vinculación indirecta con la planta que entonces controlaba la multinacional JBS. Diferentes gestiones lograron que se estire la garantía horaria un par de meses más, pero en agosto de aquel año ya se terminaron de desvincular los últimos empleados.

De todos modos, la empresa brasileña se negó a vender o alquilar la planta, realizándole un mantenimiento mínimo a la espera de condiciones más favorables para el negocio. Y las expectativas de reapertura empezaron a tomar forma cuando el grupo Minerva Foods hizo su desembarco en Argentina adquiriendo cinco plantas que pertenecían a JBS, entre ellas la de Venado Tuerto. Eso fue en junio de 2017.

Exactamente dos años después, tras un período de readaptación del frigorífico por el tiempo en que estuvo cerrado, Swift volvió a producir en el sur provincial, en un proceso de permanente expansión que hoy la encuentra con casi 400 trabajadores. Pero hay temor por las consecuencias que pueda generar este cambio en las reglas de juego.

Hughes, otra realidad

El otro frigorífico grande de la región está en la localidad de Hughes, a 65 kilómetros de Venado Tuerto por la ruta nacional 8. Allí se encuentra la planta perteneciente a Black Bamboo Enterprises, empresa que cuenta con capitales chinos en su conformación, y tiene al gigante asiático como principal mercado.

Mientras duró el cese de comercialización de ganado, el frigorífico interrumpió la producción y mantuvo a sus 600 empleados en garantía horaria. Cuando se le levantó la medida de fuerza y volvieron a ingresar animales, retomaron las tareas de faena y desposte, pero también hay preocupación.

En situación normal, el 80 por ciento de la producción se destina a exportación, y además de China venden a Europa, producen cortes kosher para Israel y recientemente obtuvieron la aprobación para comercializar en Estados Unidos. Para el mercado interno queda aproximadamente el 20 por ciento de la producción.

“Es muy difícil transformar a un frigorífico de exportación de la noche a la mañana en uno de consumo local. Tenemos compromisos de largo plazo que cuesta mucho mantener en un mercado cada vez más competitivo y estas medidas intempestivas nos ponen en un contexto muy difícil”, reconoció el presidente de Black Bamboo, Matías Ferrari.

Por eso, van a intentar avanzar con la comercialización de soja desactivada y otros productos para “aprovechar nuestros canales de comercialización en el exterior. Nosotros no queremos ser un frigorífico chico y amarrete, sino tecnificarnos más, expandirnos y diversificarnos”.

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