Es ley

Fue hoy. Es ahora. Este miércoles por la madrugada el Senado convirtió en ley una aspiración de años, y de muchos: la interrupción voluntaria del embarazo. Fue un martes histórico. Mientras el gobierno empezaba a vacunar contra el coronavirus, se anotó otro poroto. O se lo restó, según se mire. El lado celeste, del otro lado de la plaza del Congreso, resistió hasta al final, pero los rezos no alcanzaron. No pudieron superar el argumento de la religión y pareció que les hablaron únicamente a (ciertos) cristianos y/o católicos.

El sí temprano de la senadora Silvina García Larraburu fue el indicio de lo que vendría. Dijo que fue un voto deconstruido. Desecho y rehecho en casi dos años de lucha en la calle. De campaña, de marea, de la revolución de las hijas.

Larrabaru no fue la única. Stella Maris Olalla, de Juntos por el Cambio, también sorprendió, ya hacia la noche. Era una de las “indefinidas”. Y con su voto quedó otra vez demostrada la complejidad de la medida, que sacudió partidos políticos y sectores sociales. Y el límite de los celestes.

En la calle, la aprobación de Olalla se leyó como sanción inminente.

“¡Aborto legal, en el hospital!”, fue el cantito de batucada que ya no sonó como un grito de guerra. Victoria: aborto legal, en el hospital.

Y en cualquier lugar

La sanción de la ley llegó pasadas las 4 de la mañana. Ya para entonces el clima era de fiesta. Pero hacía las 3.40, cuando el senador Mayans encaraba las palabras finales antes de la votación, las banderas verdes comenzaron a flamear alto. Las que dormían sobre improvisadas colchonetas o directamente sobre el suelo, se desperezaron y calzaron sus peluquitas fluor.

Se renovó el clima de fiesta. Se volvió a bailar y cantar fuerte. Y bien pronto se escucharon los abucheos para que el formoseño redondeara. Se tomó su tiempo.  A las 4.04 exactas, la presidenta del Senado y vicepresidenta Cristina Kirchner le dio las gracias y pidió la votación.

Hoy ley de aborto, hoy va a haber quilombo.

 A las 3.50, mientras Mayans todavía no redondeaba, un grupo grande tumbó las vallas del sector de prensa de la Campaña, ubicado bien cerca del escenario.

Fueron segundos y los organizadores lo contuvieron rápido. Pero la contención duro poco.

Menos de 14 minutos después, la valla no resistió y los pañuelos se agolparon arriba para contar votos. El cálculo fue fácil y los gritos, a altos decibeles. Hubo fumata verde.