*Enviada especial

“Bebida fría, agua mineral, bebida fría”, canta un vendedor desde la sombra de un árbol. El humo de las parrillas empieza a subir y el calor a apretar. Ya pasó el mediodía y aun desde lejos de la entrada del Congreso, por calle Rivadavia, se escuchan las batucadas de cientos de mujeres que avisan que la marea verde volvió a la calle. Claman porque esta vez sí se convierta en ley la Interrupción Voluntaria del Embarazo.

En la heladerita de Camila hay agua fresca y mucho hielo. Hasta la votación, salga como salga, se va a quedar en la plaza del Congreso con una amiga y su mamá, que como muchos otros, aprovecharon la gran convocatoria verde para hacerse unos mangos. Hay desde comida, todo a no más de 200 pesos -choripanes, panchos,  hamburguesas veganas e incluso “empanadas cuyanas” -, hasta  barbijos al tono. 

Ya son casi la 1 y Camila aprieta el paso, la esperan. Pasa cerca de una improvisada cancha de fútbol/vóley de la que hay que cuidarse un poco de los pelotazos y se encuentra con su amiga que ya tendió el mantel en el piso con sus ofertas.

Tiene 19 años y su apoyo al proyecto incomoda a su papá pero su lógica es sencilla e inquebrantable: “Mi cuerpo, mi decisión. El aborto pasa, no tiene que pasar en la clandestinidad", considera.

Del otro lado de plaza, sobre calle Hipólito Yrigoyen, todo es silencio y recogimiento. Un grupo reza de rodillas bajo las instrucciones de un sacerdote, delante de una virgencita en miniatura y un feto gigante lleno de sangre. De este lado todavía son pocos.

Cerca del feto gigante está Shaiel, que tiene 14 y sujeta un cartel que dice que una verdadera feminista lucharía por los derechos de la mujer y por nacer. Vino con su abuela al lado celeste de la vida y su lógica también es sencilla e inquebrantable: “No es tu cuerpo, hay un cuerpo dentro de tu cuerpo, que no tiene voz", indica.

Todo parece una cuestión de ubicación y propiedades.

Como Camila, Shaiel también hizo la vigilia en la plaza en 2018. Ese agosto hizo frío y llovió. Este martes el sol pica y arde. Habrá que ver qué tiempo hace en el Senado.