Rosario Central se quedó con una nueva edición del clásico rosarino. La diferencia entre uno y otro fue el gol de un pibe de 18 años que le ganó a tres defensores centrales experimentados y portentosos en un terreno hostil. Así, el fútbol vuelve a poner patas arriba las presuntas verdades que se dictan como mandamientos en este deporte. 

No fue el único concepto derrumbado por este clásico en el que abundaron los jóvenes, suele decirse que los pibes no están para salvar a nadie, pero hoy a Central lo rescató un chico que tiene un puñado de partidos en Primera.

También resultó una novedad que Newell's, a quien se lo suponía pragmático, tomara el control del juego desde el arranque. Incluso, que Central iniciara el juego de manera pasiva, cuando las presunciones le asignaban un rol protagónico.  

Si hasta el azar provocó que se alinearan los planetas para el Canalla. Hasta la lesión de Buonanotte, el trámite le era favorable a su rival. El ojo de Tévez y el fútbol de Infantino cambiaron los planes de un guión que parecía escrito por los visitantes.

Tal vez, el único axioma que se mantuvo inalterable fue aquel que reza que los clásicos son partidos aparte y que no importan ni los antecedentes cercanos ni la presunta diferencia de jerarquía entre uno y otro. 

Así, el Canalla se quedó con otro duelo de esos que los hinchas recordarán para siempre. Así, Veliz nos hizo olvidar que Central buscó un 9 durante meses para tapar la falta del goleador histórico de club. Así, el fútbol volvió a salirse con la suya y a poner las cosas de cabeza. Como la puso el pibe que desde este jueves quedó en la historia de los clásicos de la ciudad.