Aún faltaba una hora para que el locutor presentara a los gobernadores que subirían al escenario del acto de cierre del Frente de Todos en Rosario; una hora para que Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner saludaran y bailaran ante la multitud que colmó el Monumento a la Bandera hacia todos los costados; aún faltaba una hora cuando se escuchó a los Fabulosos Cadillacs en medio de la espera: “Los caminos de la vida no son los que yo creía, no son los que imaginaba”.

Vicentico parecía hablarles a los protagonistas de una alquimia política impensada hace unos años (hace unos meses incluso) pero que tuvo a Rosario y a este miércoles previo a las Paso como el lugar y el momento en donde esa unidad se expresó en un escenario impresionante. 

Hasta la previa musical del acto funcionó como un ensayo de lo heterogéneo en un mismo espacio. Sonó desde Litto Nebbia (uno de los artistas responsables del “cariño especial” que Alberto siente por Rosario, según dijo él mismo en el raid de actividades que tuvo en la ciudad) hasta el Trap de Cazzu, Ca7riel y Rosalía para los centennials.

Esa diversidad también era notable entre el público. De las organizaciones sociales y los sindicatos que ingresaban en bloque con sus banderas y bombos hasta los estudiantes con pañuelos verdes y las familias que llegaban “sueltas”. Incluso Mario Ishi (intendente del conurbano bonaerense) dijo presente con una bandera que colgaba desde uno de los edificios de la costanera rosarina. Todo entra en el Frente de Todos.

Fue Cristina Kirchner quien le puso palabras (y también emoción) a esa fusión que comenzó cuando ella anunció que sería candidata a vice porque el presidenciable sería Alberto Fernández. La ex presidenta, con un poncho marrón sobre sus hombros, saludó este miércoles minutos antes de las 19 y cuando escuchó el grito de “se siente, se siente, Albero presidente”, dijo: “Se siente y se necesita”.

La unidad como algo necesario, aunque no haya sido el camino que imaginaba hace unos años. Entonces, la senadora nacional reconoció que con su actual compañero de fórmula y con Sergio Massa “estuvimos distanciados” pero entre todos entendieron que debían dar ese paso. Remarcó que “ningún dirigente político duerme en la calle, se queda sin trabajo o come salteado” pero es una “obligación moral, ética y democrática” juntarse para ponerle fin al gobierno de Cambiemos.

Una mujer lloraba entre las miles, varias decenas de miles de personas presentes. Las pantallas detrás de Cristina transmitían esa imagen cuando ella confió: “Si todavía estoy parada acá es por el amor de todos ustedes, un amor inclaudicable, insobornable”. La voz se le quebró y fue ovacionada.

La ex presidenta cerró otra vez con la idea de la unidad e incluso con un intento de dejar atrás la grieta (¿una autocrítica?). Reconoció que a ella le gusta la palabra “Patria” pero otros prefieren usar “Nación” y hasta hay quienes hablan de “República” pero “la única bandera que hay es la Argentina”.

Banderitas arriba y agitadas (fueron repartidas desde el escenario y se pidió que se guarden las sectoriales), saludos entre Cristina y Alberto y una escena poco habitual. Inimaginable (para volver a los Cadillacs): el que pasó al frente para cerrar al acto fue el ex jefe de Gabinete y la ex mandataria se fue a sentar a las banquetas, junto a los gobernadores (vigentes o electos o candidatos).

A lo emotivo, casi épico, que suele enmarcar a los actos kirchneristas, Alberto le sumó el relato de una nueva unidad federal, construida en base a los gobernadores. Un peronismo ampliado. Si muchos dudaban del compromiso de Omar Perotti con la campaña presidencial del peronismo, apenas hace un par de semanas, resultó ser el hombre que aportó la idea para convocar a todos los representantes de las provincias.

El precandidato a presidente se movió de un lado a otro en el escenario. Criticó el presente económico y habló del cierre de empresas y comercios, de la caída del consumo y de la pérdida de empleos. Dijo que en realidad hablaba de “valores” porque entre “los jubilados y los bancos elegimos a los jubilados”.

Por momentos, el ex jefe de gabinete de Néstor Kirchner pareció estar en una de sus clases de la universidad. Y el docente urdió su unidad puntada a puntada. Con los mandatarios se comprometió a una gestión federal, donde los gobernadores serán clave para el desarrollo de las economías y del conocimiento. A la relación con su compañera de fórmula le dedicó un párrafo especial: “Nunca más me voy a pelear con Cristina”. Y a la multitud primero les dijo “nunca los voy a defraudar” y quizás como sonó poco feliz ensayó otra frase más fuerte: “Si me ven claudicar con lo que me comprometí salgan a la calle a reclamarme que cumpla”.

Fin del acto, de una larga jornada y una campaña que terminó de sellar todos sus cabos frente al río Paraná. Fotos de todos con las miles de banderitas argentinas de fondo. Fotos de frente. Bailes, de Cristina y de Axel Kicillof (recibió una ovación) a dúo con Alejandra Rodenas (ambos muy efusivos). Se sumó Massa: más fotos con Kicillof y Magario. Por allí andaban desde el formoseño Gildo Insfrán al tucumano Juan Manzur mientras Cristina firmaba libros que la gente le hacía llegar a través de los mandatarios.

La diversidad puesta en escena, por primera vez y en Rosario. La carrera hacia la presidencia recién empieza.