Bancos vs. Stablecoins: la guerra por el futuro del dinero que los gigantes financieros no quieren que entiendas

Te traemos las noticias más destacadas del sector: Los bancos agitan el fantasma de una fuga de 6 billones de dólares, pero Coinbase los acusa de vender humo. Mientras, el Congreso de EE.UU. avanza con una reserva de Bitcoin que podría cambiarlo todo

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En el mundo de las finanzas, hay batallas sordas pero feroces que definen el futuro del dinero. Una de ellas, quizás la más relevante de nuestra era, se está librando ahora mismo en Estados Unidos. De un lado del ring, el sistema bancario tradicional, un gigante con siglos de historia que siente cómo el suelo tiembla bajo sus pies. Del otro, las stablecoins, esos activos digitales que prometen un sistema de pagos más ágil, barato y global. Desde que la regulación de las criptomonedas comenzó a tomar forma en el país del norte, los bancos han puesto el grito en el cielo, advirtiendo sobre una supuesta amenaza existencial para el sistema financiero.

En un país donde la cultura del lobby es moneda corriente, estas tensiones podrían parecer parte del juego político. Sin embargo, ¿qué hay de cierto en estas afirmaciones? ¿Estamos realmente ante el apocalipsis bancario o se trata, como sugieren desde el ecosistema cripto, de una campaña de miedo para proteger un negocio multimillonario? Al desgranar los argumentos, parece que todo se trata de suposiciones. Humo, básicamente. La realidad es que el dinero, en cada crisis, busca refugio. Antes eran los dólares en el colchón, pero hoy, en un mundo digital que no duerme ni cierra, son las stablecoins. La clave ya no es simplemente ahorrar, sino preservar el valor en un entorno que se devalúa a una velocidad pasmosa.

Desmitificando el pánico: ¿una tormenta en un vaso de agua?

El principal argumento del sector bancario es que las stablecoins representan una amenaza directa para su modelo de negocio, principalmente al "drenar" los depósitos. La cifra que agitan como un fantasma es escalofriante: una fuga potencial de 6 billones de dólares de los bancos, según un informe del Comité Asesor de Préstamos del Tesoro estadounidense. Suena alarmante, ¿verdad? Sin embargo, cuando uno se detiene a analizar los datos, la narrativa empieza a hacer agua por todos lados.

Desde el exchange Coinbase, uno de los actores más fuertes del ecosistema, salieron sin vueltas a calificar estas advertencias como lo que son: un mito. A través de un comunicado contundente, aseguraron que los temores son infundados y que no existe una relación significativa entre la adopción de las stablecoins y la salida de depósitos bancarios. ¿Por qué? La respuesta es simple y lógica. Las stablecoins, en su gran mayoría, no funcionan como cuentas de ahorro, sino como herramientas de pago. Como bien explicaron, "alguien que compra stablecoins para pagar a un proveedor extranjero no está reasignando sus ahorros, sino que está eligiendo un método de pago más rápido y barato".

Y aquí está el meollo de la cuestión. Las stablecoins no compiten contra los depósitos bancarios, compiten contra las comisiones por transacción, un negocio que le genera a la banca la friolera de 187.000 millones de dólares anuales. Es una alternativa que ofrece eficiencia y menores costos. Pero el argumento más demoledor contra la postura bancaria proviene del mismo informe que utilizan para sembrar el pánico. Mientras alertan sobre una fuga de 6 billones de dólares, ese mismo reporte proyecta un mercado de stablecoins de "apenas" 2 billones para 2028. Como dijeron desde Coinbase, lisa y llanamente, las cuentas no cuadran.

Pero hay más. La gran mayoría de la actividad de las stablecoins, esas que están vinculadas al dólar, se desarrolla fuera de Estados Unidos. Citando datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), más de la mitad de las transacciones con stablecoins en 2024, superando el billón de dólares, ocurrieron en Asia, América Latina y África. Lejos de debilitar el sistema financiero estadounidense, este fenómeno refuerza el dominio global del dólar. En lugar de erosionar los depósitos, las stablecoins ayudan a expandir la influencia global del dólar sin afectar la disponibilidad de crédito a nivel nacional. La prueba final de que ambos mundos pueden coexistir es que, tras la aprobación de leyes pro-cripto como la Ley GENIUS, las correlaciones entre el rendimiento de las acciones bancarias y las de las empresas de criptomonedas fueron positivas. El mercado parece entender algo que los lobistas bancarios se niegan a ver: los bancos y las stablecoins pueden prosperar juntos.

El congreso toma nota y el ecosistema no se detiene

Mientras esta batalla de narrativas se libra en el sector privado, en Washington la actividad política no cesa. El Congreso estadounidense parece estar cada vez más convencido de que la innovación cripto es un tren que no pueden dejar pasar. Recientemente, varios legisladores se reunieron con 18 ejecutivos de la industria, incluyendo a figuras de peso como Michael Saylor de Strategy (ex MicroStrategy), para discutir cómo avanzar en uno de los proyectos más ambiciosos de la nueva administración: la creación de una reserva estratégica de Bitcoin (BTC).

Durante el encuentro, los ejecutivos no solo aportaron su visión sobre cómo debería conformarse esta reserva, sino que también dejaron una recomendación clara: que el Congreso empiece a prestarle atención al proyecto de Ley Bitcoin, una iniciativa presentada por la senadora Cynthia Lummis que propone que el gobierno adquiera 1 millón de BTC en un plazo de cinco años. Aunque existen diferencias sobre cómo financiar una movida de tal magnitud —la ley sugiere usar fondos de la Reserva Federal y el Tesoro, mientras que la orden ejecutiva presidencial busca estrategias presupuestariamente neutras—, el debate está sobre la mesa y es un claro indicador del cambio de paradigma.

Este impulso en Estados Unidos ya genera réplicas a nivel global. La canciller del Reino Unido, Rachel Reeves, se reunió con el secretario del Tesoro estadounidense con una premisa clara: emular lo máximo posible el enfoque norteamericano para impulsar la innovación. A su vez, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) aprobó nuevos estándares que abren la puerta a la cotización de más activos digitales sin requerir aprobaciones individuales, agilizando la expansión del mercado. La innovación, mientras tanto, sigue su curso a una velocidad vertiginosa. Nubank ya planea integrar stablecoins para transacciones con tarjetas de crédito, PayPal está sumando activos digitales a sus pagos entre pares, y en nuestro país, Ripio anunció la tokenización del bono AL30, acercando el mercado de capitales tradicional a la tecnología blockchain. Incluso la Fundación Ethereum está creando un equipo de investigación centrado en la Inteligencia Artificial para fusionar el potencial de ambas tecnologías. El mensaje es claro: mientras algunos se quejan, el futuro ya está siendo construido.

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