Ana Galiano: una vida vinculada a la universidad y la gestión

Mujeres de la región que llegaron a ocupar puestos de liderazgo en grandes compañías o se convirtieron en exitosas empresarias: el caso de la Decana en la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral de Rosario.

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Ana Galiano es, por segundo mandato consecutivo, decana en la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral, en la sede de la ciudad de Rosario. Su vida como referente en la gestión y como mujer ocupando cargos directivos se remonta a años atrás, aunque, casualmente, con un hilo en común: siempre fue alrededor de la universidad en la que estudió.

Es que Ana obtuvo el título de Licenciada en Ciencias Empresariales en la Austral, donde más tarde ocuparía su primer puesto como gerente en el Hospital de la Universidad Austral. Allí -en su lugar de trabajo- dio a luz a sus hijos y, finalmente, volvió a la ciudad de Rosario para asumir el desafío en la gestión del ámbito académico.

Su carrera profesional tuvo inicio de manera similar a la mayoría de los estudiantes que recorren el claustro educativo: a partir de una práctica pre-profesional; en su caso, vinculada al sector del petróleo. Ese fue el único trabajo por fuera de su casa de estudios, ya que luego fue invitada a participar de un proyecto de salud en Buenos Aires. Ana, interesada por el área de control de gestión, se sumó a la propuesta sin saber que se trataba de conformar un área nueva en el Hospital Universitario Austral.

“¡Me enteré durante la entrevista que era un trabajo en mi propia universidad!”, comenta, divertida, sin saber que esa decisión iba a marcar el trazo de su vida hacia adelante.

“Era muy joven. Había un proyecto, que era lo que me gustaba y me tocaba armar un área: dependía de mí. De una semana para otra me fui a vivir a Buenos Aires”, explicó.

“La impronta de mi carrera profesional fue ir asumiendo todos los desafíos que me surgieron. En ningún momento dije que no”, cuenta Ana, en el patio de su universidad que eligió como sede para la entrevista. Desde aquel entonces, hasta hoy, la Austral se convirtió en su segundo hogar.

Su vida como gerente

Ya como gerente de Servicios de Diagnóstico y Tratamiento, Ana quedó embarazada de su segundo hijo. En ese entonces pudo hacer un acuerdo para trabajar menos y la universidad la acompañó: un arreglo que no era habitual en el Hospital Universitario.

“Lo planteé y me acompañaron, pude trabajar un poco desde mi casa y hacer un equilibrio”, explica. Eso le parece fundamental para que las mujeres puedan ocupar roles de liderazgo: que las empresas acompañen situaciones diversas.

“En mi experiencia, son momentos. Necesitas apoyo en un determinado momento, como puede ser la maternidad, a veces antes, a veces después, pero no es algo eterno. Tuve la suerte de contar con ese apoyo”, sostiene.

Luego, en familia, decidieron volver a la ciudad de Rosario. “En ese momento prioricé mi familia y la universidad me ofreció un puesto part-time, por lo que me cerró la propuesta y el desafío. Teníamos toda una vida armada, la desarmamos y la volvimos a armar”, cuenta la decana.

Asumir el desafío: su rol como decana

Después de varios años la universidad le propuso liderar la facultad y hoy ocupa su cuarto año consecutivo en esa función.

Antes de asumir, Ana habló con referentes y profesores de la facultad, cuya opinión le resultó valiosa y en los que iba a necesitar apoyarse para desenvolverse más segura en su nuevo rol. “Esa es una característica que me parece importante en cualquier liderazgo y que creo que a las mujeres nos sale más fácil: construir vínculos, puentes”, asegura.

La decana entiende que los líderes no trabajan solos ni solas y que los roles son temporales. Para que los proyectos puedan salir adelante, Ana cree que es fundamental trabajar con otros. Por eso aceptó el cargo sabiendo que había gente que la iba a apoyar y acompañar.

Tanto en tu rol de gerente como en tu cargo directivo ¿hubo algún diferencial por el hecho de ser mujer?

Por experiencia personal, sin generalizar, creo -a pesar de que es trillado- que las mujeres tenemos características distintas a los hombres. Dentro de eso hay una disposición más natural a la colaboración. El hombre suele tener una impronta de liderazgo más personalizada. Comparto que hay que complementarse y tener varias visiones. Pero las mujeres tenemos una ventaja que nace en realidad de nuestra necesidad de trabajar en colaboración e ingeniarnos para sacar adelante muchas cosas a la vez.

Yo trato de transmitir eso a mi gestión y no por ser mujer. Cualquier rol de liderazgo tiene que incorporar en su trabajo a su equipo para que tenga futuro. Está bastante aceptado que esto es así y que, hoy por hoy, los logros son de los equipos.

¿Cuál es el rol del líder entonces?

Asumir los riesgos, aceptar los desafíos e inspirar a las personas que tienen que poner su parte a que acompañen en ese salto cuando hay que tomar decisiones más jugadas. Si no se piensa en grande, es difícil traccionar.

También me parece muy importante la escucha. A veces, quien ocupa el rol de líder tiende a enamorarse mucho de su propia idea y parece que todo el mundo debería ver las cosas “igual de claras que uno”, entonces es importante no creérsela. Estar cerca de la gente, escuchar, explicar la visión propia, sin ir sólo a ningún lado.

¿Tenés algún modelo o persona que te inspire?

Muchas personas. Mi abuelo es una de ellas. Era una persona que solía decir muchas frases y recuerdo muchas de ellas. Fue un profesional, lo cual era raro para una persona de su edad; y fue uno de los primeros contadores de Rosario. Algo de eso me llegó. Con su ejemplo sencillo, porque no era una persona de grandes cosas.

También tengo muchos ejemplos cotidianos: mis pares, mis amigas, mi marido y mis hijos. Mis modelos son más cercanos, voy tomando y aprendiendo de la gente que me rodea.

¿Cómo referente de un espacio de formación de profesionales, que visión tenés sobre el vínculo sociedad/empresarios?

Falta mucho desarrollo social. Aunque los jóvenes hoy tienen una natural predisposición hacia lo social, hacia la sustentabilidad: social, ambiental y económica. Nosotros lo llamamos el triple impacto. En el aula tenemos millenials y centennials y a veces se los critica porque no se comprometen, pero cuando conectan con algo se comprometen mucho más que cualquiera. Para que haya esa conexión tiene que haber interés. Lo social y ambiental tiene que tener una importancia igual a la económica para ellos. Y nosotros lo estamos incorporando ya en la formación desde primer año.

Hay movimientos a nivel global, nacional y local donde ya se están incorporando otros modelos de gestión. Como formadores de nuevos líderes de empresas tenemos ese compromiso. Mostrarles que existe y ayudarlos a crear modelos de gestión de organizaciones, con las que conectan más rápido.

Para las generaciones futuras no va a ser una imposición, sino que va a ocurrir naturalmente. Las empresas hoy están haciendo un esfuerzo para adecuar sus modelos de gestión a versiones más sustentables, sosteniendo la rentabilidad. Yo por el rol que ocupo integro el consejo asesor de Comunidad B en Rosario, donde se piensan las empresas de triple impacto que se están gestando en la ciudad. Hay 2.500 en todo el mundo, en Rosario hay 2 certificadas y algunas en proceso de certificación. Esto que empezó a pasar es algo que va a crecer con las nuevas generaciones de jóvenes. Son “nativos sustentables”. Así como tuvimos que adecuarnos a las nuevas tecnologías, hay que hacerlo con la sustentabilidad.

¿Qué perspectivas te imaginas para el futuro del país?

Creo que el país da oportunidades pero que, obviamente, quienes ocupamos roles de liderazgo tenemos que revertir la situación en la que una de cada tres personas es pobre. Ese es el resultado de nuestro propio trabajo, no supimos encarar esto de otra manera para que eso no ocurra y quienes tenemos privilegios de ocupar cargos directivos no podemos hacernos los desentendidos. Quienes tuvimos oportunidades no somos “la regla”.

Entonces creo que la educación es fundamental y hay que buscarle una vuelta al modelo que tenemos. Tenemos problemas graves de deserción y bajo rendimiento escolar, de actualización de contenidos, aplicación de nuevas tecnologías y metodologías en el aula. Hay mucha desigualdad. Y hay jóvenes llenos de talento, pero es muy probable que muchos que tienen inquietudes y proyectos no alcancen su potencial.

Oportunidad es acercar a esos chicos a la educación de manera real, para que se planteen y puedan seguir una carrera universitaria. Ese es el desafío. Y quienes tenemos más responsabilidad tenemos que llevar el liderazgo en ese sentido: buscar maneras más creativas de cerrar esa brecha.

Desde la Austral se hacen actividades solidarias, y si bien es un granito de arena y no soluciona nada, tiene el objetivo de educar la mirada de nuestros alumnos. Para que si alguna vez ocupan un cargo directivo se acuerden de esa otra realidad que palparon y en la que intervinieron para que la quieran cambiar.

¿Y para tu propio futuro, qué esperas?

Me gusta pensar hacia adelante, pero no tan lejos. Hoy tengo un compromiso con la universidad y sigo en este rol por los próximos dos años. Me va a tocar festejar los 30 años de la universidad cuanto termine mi segundo período. En principio mi horizonte es ese plazo, contribuyendo al crecimiento y desarrollo de este proyecto. Estoy comprometida con la misión desde el rol que me toque ocupar. No me desvela mi rol, sino ver que puedo hacer un aporte, contribuir desde lo que me gusta y lo que estudié, que es la gestión.

En base a tu experiencia ¿tenés algún consejo para otros emprendedores en carrera?

Veo muchas veces que a la gente le cuesta mucho implementar sus proyectos. Recomiendo asumir riesgos calculados, animarse y concretar: darle patitas y que ruede. También que tiendan puentes y vínculos, que no trabajen solas. El trabajo colaborativo incluye también a la familia, la empresa, el emprendimiento, el puesto directo, el equipo, dentro y fuera de la organización. A mí eso me ayudó un montón y son aprendizajes.

A veces uno tiende a pensar que porque le ofrecen un cargo directivo tiene una determinada capacidad y no puede pedir ayuda porque “para eso te pusieron a dirigir”, pero me parece que eso es un error. Las mayores responsabilidades no implican tener todas las respuestas. En ese sentido, cuando pienso en los roles de género en la dirección, creo que tanto hombres como mujeres hemos ido aprendiendo, con un complemento en el liderazgo.

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