Estados Unidos pisa fuerte en el sudeste asiático y deja a Argentina sin su mejor cliente agrícola.
Una comitiva oficial de Vietnam cerró acuerdos preliminares con empresas norteamericanas por USD 2.000 millones en compras de trigo, maíz, harina de soja y subproductos de etanol, en un gesto que busca estrechar vínculos con el sector agrícola estadounidense y reducir el abultado déficit comercial con ese país. Los memorandos de entendimiento (MoU) fueron firmados durante una gira por Iowa y otros estados clave del cinturón agroindustrial de EE.UU., e incluyen ventas por al menos USD 800 millones en un plazo de cinco años.
El impacto para Argentina no es menor: Vietnam es el principal destino de su maíz y harina de soja. Entre 2019 y 2023, más del 50% del maíz y el 65% de la harina de soja importados por Vietnam provinieron de nuestro país, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Solo en esos dos productos, el país asiático representó el 17% de los dólares generados por exportaciones de maíz y el 15% en harina de soja. La pérdida de participación podría complicar seriamente el ingreso de divisas en un momento en el que el Gobierno busca desesperadamente dólares genuinos.
Pero la ofensiva de EE.UU. va más allá de Vietnam. Malasia, Indonesia y Corea del Sur, otros mercados clave para el agro argentino, iniciaron conversaciones similares tras haber sido afectados por aranceles en la era Trump. La competencia geopolítica por las exportaciones agrícolas reconfigura el mapa comercial y deja a la Argentina mal parada en medio de una transición delicada.
El escenario se vuelve aún más paradójico si se lo contrapone con el optimismo oficial sobre la inflación. Las primeras proyecciones para junio muestran un índice en torno al 2%, o incluso por debajo, con estimaciones del REM y consultoras privadas que sugieren que el IPC se mantendría por debajo de ese umbral hasta noviembre. Milei, desde Madrid, redobló la apuesta y prometió que la inflación "será historia" en 2026.
No obstante, los analistas advierten que el índice bajo no refleja mejoras estructurales. La actividad económica sigue planchada, la morosidad con tarjetas de crédito crece y la baja en los precios todavía no se traduce en una recuperación visible del consumo.
Tampoco ayudan los estímulos fiscales: aunque el Gobierno bajó aranceles de importación para celulares, consolas y electrodomésticos, el impacto en el IPC de junio será mínimo, advierten especialistas. Las rebajas fueron del 16% al 8% en smartphones y del 35% al 20% en consolas, además de menores impuestos internos para televisores y aires acondicionados.
El Gobierno, por su parte, prepara el lanzamiento del Bonte 2 para renovar deuda en pesos antes de fin de mes, al tiempo que se aproxima el vencimiento con el FMI por USD 4.500 millones en julio. Todo en un contexto donde la macro se ve ordenada, pero la micro (como advirtió Claudio Zuchovicki de BYMA) muestra un país donde “el kiosquero y el del súper siguen sin ver la luz”.
En otras palabras: la macro puede cerrar… pero el super chino no.
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