El mercado argentino volvió a moverse entre la fe y el vértigo. El dólar subió en todas sus variantes, los bonos cayeron en premarket y las tasas se mantuvieron en niveles que rozan la estratósfera. En simultáneo, el Coloquio de IDEA en Mar del Plata funcionó como escenario político y económico donde el Gobierno y los empresarios midieron fuerzas, expectativas y promesas para “el día después” de las elecciones.
El Tesoro de Estados Unidos, bajo la supervisión de Scott Bessent, intensificó su presencia en el mercado cambiario local con compras directas de pesos y una negociación avanzada con cuatro bancos de Wall Street para otorgar a la Argentina un préstamo por USD 20.000 millones, que funcionaría como “complemento” del swap ya pactado por otro monto equivalente.
Según trascendió, el acuerdo incluiría garantías en activos y exportaciones, y formaría parte del paquete financiero que busca estabilizar el régimen de bandas cambiarias hasta las elecciones.
Sin embargo, el apoyo norteamericano no está exento de condiciones políticas: la administración de Donald Trump dejó entrever que la continuidad del auxilio estará atada a la evolución del proceso electoral argentino. “No seremos generosos si pierde Milei”, deslizó una fuente del entorno del expresidente, reavivando tensiones en los mercados.
En ese contexto, el dólar blue se mantuvo por encima de los $1.420, el MEP superó los $1.445 y el contado con liqui rozó los $1.475, ampliando la brecha a casi 8%. Las reservas del Banco Central volvieron a caer, mientras las entidades financieras elevaron las tasas de plazos fijos hasta el 69% anual para retener pesos, lo que refuerza el costo del crédito y enfría aún más la economía real.
Mientras tanto, en los salones del Coloquio de IDEA, el ministro Luis Caputo insistió en que “la simplificación impositiva y la estabilidad fiscal son el único camino”. A su vez, Sandra Pettovello, emocionada ante empresarios y dirigentes sociales, habló de “una segunda etapa” del Gobierno “más humana y menos traumática”, aunque sin detallar medidas concretas.
En los pasillos, los ejecutivos repitieron el mismo mantra: “Sin crédito, no hay inversión, y sin inversión, no hay futuro”. Las tasas en las nubes, sumadas a la incertidumbre política, generan un cóctel que mantiene paralizada la toma de decisiones.
Desde Washington, Bessent intentó calmar las aguas asegurando que “el apoyo financiero será gradual y medido”, pero los operadores ya descuentan nuevas intervenciones del Tesoro estadounidense para contener la demanda de divisas. La City, mientras tanto, sigue mirando los tableros: el dólar firme, las tasas en el cielo y la confianza, otra vez, colgando de un hilo.

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