Cómo hizo El Clásico para mantener su vigencia con 85 años de vida

En un mundo cada vez más virtual, se destaca por artículos que invitan a la nostalgia. Historia y presente de un negocio rosarino que nunca pasa de moda

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La Victorinox que popularizó MacGyver, el mítico reloj Casio de pulsera, los naipes Fournier, los habanos cubanos, la radio a pilas, el bolígrafo Parker, las pinzas multiuso Leatherman. Pasar por El Clásico es un viaje a la nostalgia. Implica recordar el pasado, transportarse a la infancia, la adolescencia o la juventud, pero también revivirlo en el presente, porque en un mundo casi por completo virtual, este tipo artículos cobra cada vez más valor. No por nada, incluso en momentos tan críticos como este, conserva su vigencia y continuidad, mostrando con orgullo sus 85 años de vida.

El Clásico nació en marzo de 1936 como una agencia de lotería. Su fundador, Ángel Arce, de a poco le fue agregando negocios asociados como una cigarrería, juegos como naipes, generala, ajedrez, dominó, dados, burako, entre otros para atender “todo lo que el hombre necesita”, según su eslogan. “Antes cada tabacalera vendía su cigarrillo, así que había siete proveedores, no como ahora que tenés dos grandes grupos. A eso había que sumarle el tabaco para la pipa y el cigarro, por lo que había una gran variedad de productos”, señala Rodolfo Ariel Arce, quien desde 1998 se hizo cargo de la empresa, pero que desde sus tempranos ocho años la recorre casi a diario.

“La pipa fue en constante decrecimiento a lo largo del tiempo y el cigarrillo para armar era un boom en Europa por su menor costo, aunque acá llegó como algo snob. De a poco el importado fue siendo reemplazado por tabaco nacional de rolón, más económico y que hoy se vende mucho”, añade mechando el pasado con la actualidad, en donde también aparece el cigarrillo electrónico. “Nos preguntan seguido pero nosotros no lo vendemos porque en el país no es legal”, aclara.

Adaptarse a los cambios

El Clásico también fue uno de los primeros comercios rosarinos en vender la afeitadora eléctrica, allá por el '53, que luego se convirtió en un boom, y en los últimos años tuvo un resurgimiento de la mano de la aparición de decenas de modelos. “Siempre nos caracterizamos por vender varias marcas como Remington, Phillips, Brown, y en este tiempo que se puso de moda un mayor cuidado del hombre, aparecieron algunas muy específicas, con hasta siete modelos de cortabarba, 3 de body grum para afeitarte el cuerpo, varias más para el pelo. Entonces tenés que darle respuesta al que se quiere cortar al ras, el que se dibuja la barba, el que se la recorta, y esa diversidad no es atendida por las grandes cadenas de retail y sí por nosotros”, apunta.

Otro cambio que provocó la llegada masiva de estas tiendas en los '90 fue la necesidad de tener que cerrar la casa propia de electrodomésticos. “Dejamos de traer todo lo que era tecnología de punta y nos centramos en artículos más clásicos que nunca pasan de moda, como la calculadora científica, la radio a pila y eléctrica que no casi no se consiguen en los grandes comercios y nosotros tenemos una gran variedad”, enumeró respecto a ese aparato que nunca faltaba en una casa y se caracterizaba por su alta fidelidad. “Nos fuimos dando cuenta de la necesidad de contar con elementos tradicionales o nuevos, pero que nunca pasen de moda o pierdan valor en el tiempo, y siempre de una calidad intermedia para arriba”, explica Arce.

Importaciones y pandemia

El problema que enfrentan es que se trata de artículos en su gran mayoría importados, con los que muchas veces hay problemas de abastecimiento, y que al momento de nacionalizarlos llegan hasta a duplicar su valor, achicando todavía más un mercado que de por sí no es masivo. “Hoy hay muchas cosas que no se consiguen, o te piden enormes sumas por adelantado sin decirte cuándo te pueden enviar el producto. Cada vez tenés más impuestos y de esta manera se hace muy difícil”, manifiesta.

La pandemia sumó otro obstáculo porque al quitar de la calle al oficinista, cayeron fuerte las compras para regalos, una de las patas más importantes de la firma que cuenta con dos locales en Rosario: el histórico de Rioja y Maipú y otro en Córdona 1484. “Nos tuvimos que aggiornar y empezar a tomar pedidos por WhatsApp y redes sociales, hacer envíos a domicilio, entre otras cosas”, repasa.

Pero no fue la primera crisis y seguramente tampoco será la última a la que esta histórica marca rosarina tenga que hacer frente. “Creo que nuestro fuerte está en que el nombre de El Clásico es conocido por todos, tenemos un local histórico en la esquina de siempre, vendemos cosas muy difíciles de conseguir en otros lugares, porque incluso recibimos pedidos de todo el país y hay gente que se viene de otras provincias para ver el artículo. Y además, nuestros clientes saben que siempre encontrarán acá a alguien para resolverle sus dudas, explicarle el funcionamiento o buscarle la forma de reparar aquellas cosas clásicas que para ellos y nosotros tienen un gran valor”, cerró.

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