De Duki y Bizarrap al Coloquio: cómo un empresario musical global terminó dándole una lección de gestión al establishment

Federico Lauria rompió todos los moldes en IDEA: habló de emociones, propósito y equipo ante los dueños del poder económico. “Hay que cuidar a los pibes que están cambiando la cultura”, dijo, en una exposición que mezcló lágrimas y marketing

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En Mar del Plata, el aplauso más largo del Coloquio de IDEA no fue para un ministro ni un CEO. Fue para un uno de los empresarios de la industria de la música más relevantes a escala global. Federico Lauria, el empresario detrás de Duki, Bizarrap y Nicki Nicole, subió al escenario del encuentro más influyente del empresariado argentino y, en menos de 20 minutos, logró algo que pocos ejecutivos consiguen en toda su carrera: romper la coraza emocional de quienes manejan el poder económico del país.

“Aprovechemos a estos chicos, nos necesitan”, dijo con la voz quebrada, tras contar cómo los artistas que representa —jóvenes que pasaron de grabar en un cuarto a llenar estadios— encarnan la resiliencia, la creatividad y la autogestión que muchas empresas hoy buscan copiar.

El auditorio, acostumbrado a planillas de Excel y discursos macroeconómicos, lo escuchó en silencio. Luego estalló en aplausos.

Lauria no habló de balances. Habló de propósito, equipo, confianza y vulnerabilidad. Contó que su Dale Play -con más de 200 empleados-, empezó con una computadora usada y que la música urbana se convirtió en un movimiento cultural y económico que exporta talento argentino al mundo.

“Duki llenó el Bernabéu sin estructura corporativa, sólo con pasión y convicción. Bizarrap llegó al Madison Square Garden con la laptop que usaba en su cuarto. Ese es el nuevo management”, explicó.

Como empresario maneja a artistas que llenan estadios en tiempo récord -y organiza festibales como Buenos Aires Trap-, pidió al empresariado “abrir la cabeza” y entender que el talento joven no necesita molde, sino oportunidades.

“Durante años nos enseñaron que las emociones eran debilidad. Hoy son lo que nos conecta con la gente. Las empresas que no entiendan eso, van a quedarse afuera”, lanzó, en un tono más de TED que de Coloquio.

La frase retumbó. Algunos ejecutivos terminaron con lágrimas en los ojos. No por nostalgia, sino por reconocimiento: Lauria estaba describiendo el tipo de liderazgo que el capitalismo argentino necesita para reinventarse.

La mayoría de los movimientos culturales siempre fueron cuestionados. Pero son los que transforman a las sociedades. El mensaje no pasó desapercibido: los empresarios que se fueron a la primera jornada de IDEA hablando de inflación y reformas, terminaron pensando en propósito, empatía y talento.

Un cambio de paradigma

El paso de Lauria por el Coloquio sintetizó algo más profundo: la cultura como motor económico.

En un país donde los jóvenes sienten que “no hay futuro”, el productor demostró que la exportación de talento puede ser tan poderosa como la de soja o litio.

La industria musical argentina genera miles de empleos indirectos, exporta shows y derechos de autor, y tiene un diferencial que ningún otro sector puede imitar: la autenticidad.

Lauria, con su discurso entre la emoción y la estrategia, tendió un puente entre el trap y el management, entre los escenarios y las planillas.

Y si algo quedó claro, es que la Argentina que viene necesitará menos solemnidad y más empatía.

Como dijo al cerrar su charla: “Los artistas no buscan ser perfectos. Buscan ser escuchados. Ojalá las empresas hagan lo mismo”.

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