El nivel de endeudamiento bancario del campo luce menos amenazante que en otras sequías

Los eventos de los ciclos 2008/2009 y 2017/2018 han presentado un mayor nivel de endeudamiento. A nivel provincias, Santa Fe pica en punta, En análisis del economista Juan Manuel Garzón

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Luego de la fuerte sequía que afectó la actividad agrícola en el último año, generando costos significativos en términos de superficie no cosechada, muy bajos rindes y capital perdido en muchas empresas (particularmente en aquellas que arriendan campos), se viene un nuevo ciclo productivo bajo un escenario climático que promete ser más favorable.

El sector buscará seguramente su recuperación en esta campaña que se avecina, aunque esta dependerá de, entre otros factores, la disponibilidad de capital propio y/o financiamiento, tanto para saldar deudas generadas en el ciclo pasado (en algunos casos, hacer un roll over de estas obligaciones) como para poder comprar los insumos, financiar las labores y hacer frente a todas las obligaciones que exige un ciclo productivo.

El rol de los bancos, y el de otros proveedores de capital del sector (semilleros, comercializadores de insumos, industrias de maquinarias, industrias de procesamiento, etc.), pasa a ser muy relevante, no sólo por el aporte de fondos frescos para afrontar el nuevo ciclo sino también para el “control de los daños” que podría generar en la economía del interior profundo, una situación de estrechez financiera o insolvencia, en el peor de los casos, de productores agropecuarios (u otros actores) muy dañados por la sequía.

El economista de Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón, analizó desde una perspectiva nacional y regional, una de las principales fuentes de financiamiento con que cuenta el sector agropecuario, los créditos bancarios (financiaciones otorgadas por entidades financieras que se encuentran bajo la regulación del BCRA).

A fines de diciembre de 2022, el stock total de créditos bancarios al sector agropecuario se aproximaba a $917.000 millones, unos u$s 5.177 millones, a tipo de cambio oficial. Si sólo se consideran las financiaciones a la producción de cultivos y los prestadores de servicios agrícolas (según clasificación BCRA) la deuda era de $641.000 millones (u$s 3.620 millones). Para tener perspectiva, esta deuda con los bancos, ya sea aquella de todo el sector o sólo la más directamente asociada a la producción de granos, sería equivalente al 20% y 14%, respectivamente, del valor que se está estimando tendrá la cosecha 2022/2023.

Comparando con otro evento de sequía fuerte (2008/2009), se encuentra que el sector enfrenta las consecuencias del evento climático adverso más reciente con un stock de deuda bancaria que es más elevado en términos absolutos, pero menor en relación al valor de mercado de los granos finalmente producidos. En efecto, en el ciclo productivo 2008/2009 la deuda del sector agropecuario era de u$s 4.288 millones, un monto equivalente al 38% del valor de los granos que se terminarían cosechando en ese ciclo. La comparación con la campaña 2017/2018 (sequía moderada) también es favorable al presente: la deuda bancaria del sector agropecuario en ese entonces era del 36% del valor de los granos producidos.

A nivel de provincias, se observa que los indicadores de endeudamiento (medidos en términos del valor de la cosecha) son menores en las principales jurisdicciones respecto a los del ciclo 2008/09. Cuando se incluye la deuda bancaria del sector agropecuario completo, el indicador más alto es el de Santa Fe, con una deuda que representa el 40% del valor de la cosecha, le sigue Entre Ríos con el 20%, Buenos Aires con el 19% y Córdoba con el 16%. Si se considera sólo la deuda bancaria de empresas cuya actividad principal es la actividad agrícola, el indicador más alto aparece en Santa Fe (32% del valor de la cosecha), Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos aparecen bastante mejor, con ratios cercanos al 12% en todos los casos.

En síntesis, el nivel de endeudamiento bancario del sector, medido en términos del valor de la cosecha, va a subir en este ciclo 2022/2023 respecto al que mostrase en las campañas previas, a consecuencia de la sequía y su impacto negativo. Ahora bien, en perspectiva a otras campañas afectadas por sequías fuertes, en particular aquella que se produjo en el ciclo 2008/2009, la situación actual luce más favorable, con un peso de la deuda menor al que había en aquel entonces, tanto a nivel nacional como en las principales provincias agropecuarias.

Si bien puede haber habido sustitución de fuentes de financiamiento del sector en estos últimos años (entre préstamos bancarios, créditos de proveedores, de clientes, etc.), no deja de ser una buena noticia, pensando en la necesaria recuperación de la producción agrícola, el hecho que la deuda bancaria que se enfrenta no luce muy amenazante a nivel del agregado, y parecería haber espacio para mayores financiaciones que apuntalen el ciclo 2023/2024.

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