¿Fin de la guerra comercial o pausa estratégica? Trump y Xi reanudan negociaciones con tensiones latentes

La reciente llamada entre Trump y Xi promete reactivar las negociaciones comerciales. Sin embargo, las fricciones sobre minerales críticos y políticas tecnológicas podrían obstaculizar un acuerdo duradero.

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Después de meses de silencio y tensiones crecientes, Donald Trump y Xi Jinping volvieron a hablar. La esperada llamada entre los líderes de Estados Unidos y China duró 90 minutos y fue presentada como una señal de distensión: se acordó reanudar las negociaciones comerciales bilaterales que estaban congeladas desde 2024. Pero más allá de los gestos diplomáticos, las diferencias estructurales persisten y las señales de desconfianza mutua siguen siendo evidentes.

Del lado estadounidense, el llamado fue considerado “muy positivo” por Trump, quien busca mostrar iniciativa frente a un año marcado por desaceleración económica y tensiones financieras. Participaron también altos funcionarios clave como el secretario del Tesoro, Scott Bessent, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el representante comercial, Jamieson Greer. Aunque aún no hay fecha confirmada, se anunció que una nueva ronda de negociaciones está en marcha.

En paralelo, ambas potencias decidieron rebajar temporalmente los aranceles. Estados Unidos redujo del 145% al 30% sus impuestos a productos chinos, mientras que China hizo lo propio del 125% al 10%. Una señal positiva, aunque transitoria. La historia reciente demuestra que estas treguas suelen durar poco cuando no hay reformas estructurales profundas.

Uno de los temas más sensibles sigue siendo el control de China sobre las llamadas “tierras raras”, minerales estratégicos para la industria tecnológica, energética y militar. Washington exige acceso libre y reglas claras, mientras que Beijing insiste en mantener la soberanía sobre sus recursos. Otro punto caliente son las restricciones impuestas por EE.UU. a estudiantes chinos en áreas clave como inteligencia artificial, ciberseguridad y defensa.

Tampoco pasó desapercibido el hecho de que la cuestión de Taiwán fue deliberadamente evitada en la conversación, a pesar de que sigue siendo un factor de tensión creciente en el vínculo bilateral.

La respuesta de los mercados fue moderada. Algunos índices bursátiles repuntaron, pero los grandes inversores mantuvieron la cautela. El oro y la plata subieron por la persistente búsqueda de refugio ante un panorama global incierto, mientras que el dólar volvió a perder terreno frente a otras monedas.

La pregunta que sobrevuela Washington, Pekín y el resto del mundo es si este nuevo capítulo representa una reconstrucción duradera de la relación o simplemente una pausa táctica en una guerra comercial que ya cumple más de siete años. Como en toda guerra prolongada, el desgaste es alto, y cualquier respiro puede ser tan estratégico como frágil.

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