La historia de una familia emprendedora: de un videoclub a Crucijuegos

El CEO de Crucijuegos repasa cómo fue pasar de un comercio en extinción a producir el primer pelotero. Hoy tiene 260 empleados, exportar y desarrollar aplicaciones

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¿Cómo desde un videoclub pasó a convertirse en una fábrica de juegos con 260 empleados que exporta a Latinoamérica? El CEO de Crucijuegos, Ignacio Imaz, repasa en esta entrevista con Ecos365 la historia de la empresa que fundó su padre hace 30 años, que sigue adelante con proyectos para fábrica que tiene la impronta de las de base tecnológica. También con nuevos productos y hasta en el plano de la digitalización con desarrollo de aplicaciones. 

-¿De qué son esas banderas?

-Son de los países donde hemos exportado y la verdad que cuando se soñó esta planta con la familia, se soñó una planta para exportación. Un producto de calidad de exportación argentina, que se trate de fabricar cien por ciento acá, con algunos materiales importados. La idea de colgar esas banderas es que las casi 260 personas que tenemos acá adentro puedan ver lo que hemos logrado del año 1992, que fue el año que fundó mi padre esta compañía a la fecha. 30 años. 

-Para un año complicado para la economía argentina tu padre decide crear una fábrica. ¿Qué estaba haciendo hasta ese momento?

-Mi padre siempre fue un distinto. Los hijos tratamos de seguirlo. Mi padre tenía un video club medio pelo, era una persona con mucha llegada con la gente y logró ser distribuir de AVH y tuvo algunas presentaciones de películas en su momento. Luego el videoclub se empezó a extinguir con el cable y decidió cerrar.

Vio un pelotero en Buenos Aires, se fascinó, dijo que era sencillo de hacer. Siempre para mi padre todo es sencillo en su cabeza. Lo empezó a planear e hizo su primer pelotero. Lo puso en Pellegrini y Moreno, Germán lo atendía y yo ahí ya iba a colaborar. En ese momento logramos cobrar un dólar la media hora.

Puso el primero, el segundo, se puso el tercero. Se puso a vender para terceros. Armó su primera planta. Recuerdo a mi padre mi audaz, cobraba para ir a comprar precintos, cobraba para ir a comprar caños. Nunca le alcanzaba. En su Renault 21 a gas viajaba por todo el país. Tenía una cultura del trabajo o la cultura del ITS que llamo yo, que es el mejor curso de los argentinos que es ir a trabajar seguido. 

-¿Cuándo se da el salto no solo a producir sino a diseñar? ¿Cuándo hace ese clic la empresa?

-Lo hemos hecho durante mucho tiempo. Siempre hubo un clic. A veces había más recursos que otros. Hoy tenemos una marca empleadora que realmente atrae, pero siempre tuvimos la visión de la familia a evolucionar y a ir creando innovación. ¿En qué momentos comenzamos a trabajar mucho los productos? En el año 2003 cuando me incorporo en la compañía.

Ya teníamos la unidad de negocios de las sucursales en el país, donde es la palabra Crucijuegos real, que hoy podés festejar tu cumpleaños, podés tener acceso a la tarjeta, jugar algún jueguito o alguna máquina.

En el 2003 salimos a vender peloteros de vuelta, salí a vender peloteros donde había uno por cuadra, era muy difícil vender. Hasta que me encuentro con estos juegos de plaza y empiezo a ofrecer a privados, clubes. Nos encontramos que había productos de calidad de exportación y soñábamos con eso. Al ir a las ferias afuera y ver lo que había decíamos por qué no se puede hacer en Argentina. Por eso creamos este sueño de los 6 mil metros cuadrados de planta y los 2 mil quinientos metros cuadrados próximamente de oficinas. 

-Pensé que primero habían empezado por el sector público. 

-Uno de mis primeros clientes fue un complejo de cabañas, que me mostró algo que él había visto de un competidor que le parecía muy costoso. Me dijo tengo ganas de hacer esto y ahí empecé con el diseño con una servilleta y una birome. Volví a planta con un arquitecto que tenía y empezamos a diseñar el primer juego.

Después sí me encuentra un intendente de Villa del Rosario, un arquitecto, me dijo yo quiero este juego y quiero este juego distinto. 

-¿Hoy en cuántas ciudades están?

-En Argentina en casi todas. De los 2.200 municipios estamos en el 80%. Estamos muy concentrados en lo que es Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza y el sur. Algo que me puso muy feliz fue que en el 2008 se logró el objetivo de Ushuaia hasta la Quiaca.

Y este año Rio Grande nos ha sorprendido con la cantidad de espacios que hay para niños. Y siempre te hablo lo que se ve que son los espacios públicos. Pero hemos hecho 20 azoteas, en edificios, muchísimos barrios cerrados, clubes que nos piden la marca Cruci, jardines de infantes, privados, por eso formamos la nueva marca Alaia.

-Hoy se empezó a tener muy en cuenta el tema de la seguridad. Eso también apareció mucho en la impronta de este tipo de juegos. 

-En Cruci la seguridad no se negocia. Ni para las personas que trabajamos acá ni para los usuarios de nuestros juegos. Cuando arrancamos con esto nos acercamos a IRAM (Instituto Argentino de Normalización y Certificación) y le pedimos que nos certifique de alguna manera porque hacer las cosas bien. La norma estaba escrita desde 1991.

Lo único que permitía era certificar la plaza emplazada. Nos llevó mucho tiempo, nos acercamos formamos un comité y reabrimos esa norma y creemos que en el 2023 va a estar actualizada, basando en modelos internacionales. En Europa y Estados Unidos si uno vende juegos y no está certificado tiene un problema legal grande. Esto no es solamente para Crucijuegos sino para cualquier empresa que quiera fabricarlos, hoy en Argentina hay muchas. Y de alguna manera amortiguar o asegurar la seguridad de los niños en espacios públicos y privados. 

-Al recorrer la plata se nota que una parte muy importante de producción local. 

-Sí. Bueno eso es un desafío y una alegría. Es más, trajimos un jardín de infantes para probar, el jardín de mi hija con siete compañeritos para ver el proceso. De chicos, tanto a Germán como a mí nos fascinaba esta industria y soñábamos con un día poder tener esto. Lo que creíamos era que tener todos los procesos en la compañía te daba mayor capacidad productiva y más competitividad. Hay cosas que no podemos hacer todavía acá. Tenemos una proyección de crecer más el año que viene, incorporando los procesos que aún no tenemos. Pero hoy es interesante ver el flujo completo. Como entra un tuvo, una chapa, una madera que realmente lo ves cómo se va transformando en las distintas líneas de producción y sale el producto terminado. 

-¿Tenés alguna anécdota de algo descabellado que te hayan pedido? Intendentes, jefes comunales o un privado que hayas tenido que bajar a tierra. 

-A mí cuando me dijeron de poner un juego en la torre, piso número 25, de Puerto Madero me llamó la atención. Era un consorcio, ellos creían que ese espacio había que usarlo y que les molestaba mucho salir a la azotea y ver solamente ropa colgada y tenía que ser una vista linda. Eso me llamó mucho la atención. Lo hicimos.

La anécdota más divertida fue que el juego no entraba en el ascensor, así que tuvimos que contratar una grúa para que llegue al lugar. El desarrollador fue muy sincero, me dijo este no es un problema mío es un problema tuyo, no lo viste. Fue un problema comercial. Tuvimos que contratar una grúa que obviamente salió más cara que el juego. Se aprende de eso.

Después intendentes que piden cosas raras, tenemos para hablar toda la charla. Más cuando atenta contra la seguridad o nos traen una foto, quiero esto y si lo podés hacer para la semana que viene. Fuera de que estamos bastante locos, la anécdota que siempre cuento es “¿Pero si sos Crucijuegos por qué no lo podés hacer? Y bueno, hay cosas que no las podemos hacer, intentamos hacer lo máximo posible. 

-¿Cómo han logrado hacer ese mix entre proyectos especiales y estándares en una escala de producción?

-Que no me escuche la gerenta de planta porque seguramente se va a enojar. Cuando arrancamos esta proyección dijimos que íbamos a hacer 80/20, 80 estándar y 20 a medida. No se está cumpliendo, no voy a decir el número porque se va a enojar. Para este tipo de elementos la gente quiere customizar el producto, quiere el color, quiere adaptarlo a su terreno, quiere que tenga una identidad. 

-Ya no es solo el diseño que sea viable, sino que empezás a incorporar de la cultura, del patrimonio histórico en el formato del juego. 

-Sí es correcto. Hay un proyecto de hacer un minicabildo , una miniciudad, estamos haciendo un gran proyecto en Tecnópolis. Es una tendencia en el mismo hacer las cosas desarrolladas a medida. La sorpresa del niño cuando lo ve y siente que está en Dysney es uno de los objetivos nuestros. No sé si está bueno que hoy en día el chico solamente tenga que ir a Dysney para sorprenderse. Está bueno que lo tenga a la vuelta de su esquina, en un barrio o en una azotea. 

-Con la pandemia ¿Cambió en algo las demandas?

-La pandemia fue el mejor y el peor momento de mi vida. Primero porque nos encerraron casa 45 días y no nos dejaban salir. Teníamos que pedir permiso para venir a trabajar algo que nos cuesta mucho a nosotros. Postpandemia fue una demanda absoluta, Uruguay estaba prácticamente sin pandemia, me empezaron a pedir cualquier cantidad de cosas, los contenedores de China habían pasado de los 1500 dólares a los 20 mil. Vendimos un montón a Uruguay, afuera y después se empezó a reorganizar el espacio público y la gente explotó y salió y dijo quiero lo mejor.

-Llevamos un año de la guerra de Ucracia y une ve que hay una regionalización de algunas actividades ¿eso los está beneficiando o los perjudica por algunos materiales más los problemas domésticos que tenemos con las importaciones?

-Argentina es un país que cambia las reglas continuamente. Es un país de muchas oportunidades, hemos ido a otros países a tratar de hacer lo que hicimos acá y no es tan fácil. El mercado es mucho más chico, es más acotado, las reglas son más claras. Pero sí, a veces te frustra decir tengo que traer insumos, hemos hablado mucho con la secretaría de Industria por las importaciones. Es muy pesado pero te permite que vos crezcas. No te puedo decir que estoy enojado ni que estoy contento. Sería mucho más entretenido tener un solo dólar.

-Con respecto a la digitalización, esos juegos digitales que son cada vez más inmersivos que compiten hasta con el deporte, cómo te imagines un Crucijuegos de acá a cinco o diez años. 

-No creo que nosotros podamos competir con la tecnología, nos tendremos que aggionar. Por eso hicimos una app de realidad aumentada donde un chico pueda proyectar hasta un camión de bomberos en el patio de su casa. De esa app ahora viene una versión dos. No estoy convencido que los chicos estén con el celular todo el día. Soy papá de dos niñas y un bebé recién nacido y considero que la tecnología de alguna manera tiene que estar medida. Siento que hay que montar tecnología dentro del espacio público. Hay muchas cosas por hacer, nuestro gran enemigo en no avanzar es el vandalismo. En las plazas cerradas como en la Ciudad de Buenos Aires es mucho más permisivo por el hecho de que el plazero de noche las cierras y las vuelve abrir de día, en otras plazas de Argentina sería muy difícil que no lo rompan.

-¿Te obliga a trabajar con materiales distintos a los de afuera por este tema del vandalismo?

-No pero sí es verdad que a la hora de diseñar algo estás siempre pensando en el vandalismo. Hay muchas plazas en el mundo como en Canadá o España que son de madera y hasta son más lindas. Acá no durarían, nos han prendido fuego juegos y se han robado juegos enteros. En el espacio privado no tenemos grandes dilemas.  En el espacio público lo que hay que hacer es que la gente empiece a tomar idea de que eso es de ellos y no lo tienen que romper. 

-Vos participás también de espacios de emprendedurismo, qué aprendizaje te deja esta experiencia que ya llevás 20 años, qué les dirías a los chicos que salen del secundario y se quieren ir. 

-Es difícil pero es mucho más fácil que en otros países. Empresas como Globant, Mercado Libre, Despegar, Turismo City a uno lo inspiran a seguir y a apostar a esto. Creo que los jóvenes de hoy en día tienen que ir afuera y probar para que vean que no es tan sencillo. Sí en materia de seguridad no lo discutiría, estamos pasando un mal momento pero hay mucho por hacer. Y para lo que quieran emprender, en mi caso fue actitud, ganas, dedicación. Uno no solamente se mide por el éxito sino por todo lo que pasaste. Yo no tuve tiempo para formarme, lo mío fue prueba y error. Hacer un plan estratégico y si cambian las reglas de juego correr para el otro lado. 

-Hay cada vez más predisposición al financiamiento de arriesgar con quien tiene una buena idea. ¿Coincidís o creés que todavía falta?

-Coincido y estoy sorprendido de como te relacionan, de cómo podés llegar a alguien y si tenés una buena idea el dinero aparece rápidamente. Creo que hay que animarse y hay que arrancar. Nosotros estamos acompañando a muchos emprendedores que vienen con una idea.

-¿Qué creés que te tendría que haber preguntado y no te pregunté?

-No, no se me ocurre. En cuanto hacia dónde vamos, nuestra impronta es ser la empresa número uno de Latinoamérica garantizando la calidad.

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